Aitana observaba a su hijo desde el otro lado de la habitación del hospital. El pequeño dormía profundamente después del accidente, con el brazo aún enyesado y vendajes en algunas partes del cuerpo. Sus ojos se llenaron de preocupación mientras recordaba lo sucedido en los últimos días. El accidente, el misterioso mensaje que había recibido en su teléfono... Todo parecía demasiado calculado, demasiado cerca para ser una simple coincidencia. Dos accidentes en tan poco tiempo no eran casualidad. Los enemigos que rondaban no solo iban tras ella, sino también tras lo que más amaba: su hijo.El aire en la habitación era pesado, como si cada rincón estuviera impregnado de una amenaza invisible. Aitana sabía que su vida había cambiado por completo desde que asumió el control del Grupo Alarcón, pero nunca imaginó que sus enemigos serían tan osados como para ir tras su hijo."Las sombras siempre están mirando." Aquella frase en el mensaje no dejaba de resonar en su cabeza, una y otra vez. Era
La noche estaba completamente silenciosa, solo interrumpida por el leve sonido de los neumáticos de su Mercedes sobre la carretera. Aitana había tomado una decisión, una que no había sido fácil, pero que sabía que era la mejor opción para proteger a su hijo. Había dejado la casa del lago sin avisar a nadie, sin llevar ningún equipo de seguridad ni alertar a Samuel o a su personal de confianza. Esta vez, la protección debía ser aún más discreta, más sigilosa. No podía confiar ni siquiera en aquellos que la rodeaban.Su mirada se desvió brevemente hacia el asiento trasero, donde su hijo, de apenas unos meses, dormía tranquilo en su silla de bebé. Su pequeño cuerpo se movía ligeramente al compás del coche, y su respiración pausada llenaba el ambiente con un ritmo calmante que casi le daba paz, pero el peso de su decisión seguía presente en su corazón. Aitana apretó el volante con fuerza, sintiendo que, con cada kilómetro que recorría, su alma se partía un poco más.—No puedo permitir que
Aitana llegó a la mansión a primeras horas del día, exhausta tanto física como emocionalmente. El trayecto de regreso fue en completo silencio. El rugido del motor de su Mercedes apenas rompía la quietud que sentía en su interior, una calma perturbadora que escondía la tormenta que había dejado atrás. Mientras el auto se deslizaba suavemente por el camino de entrada, Aitana miró a lo lejos la imponente mansión del Grupo Alarcón. El edificio, símbolo de poder y prestigio, ahora se sentía vacío sin su hijo.Al estacionar, Samuel ya la esperaba en la puerta principal, su expresión cargada de preocupación. Aitana lo notó al instante. Sabía que algo estaba mal por la manera en que él la observaba desde lejos, con los ojos entrecerrados y el ceño fruncido.Cuando Aitana salió del coche, Samuel se apresuró hacia ella.—¿Dónde está el niño? —preguntó Samuel de inmediato, sin preámbulos.Aitana lo miró, su rostro sin emociones, aunque su corazón palpitaba con fuerza. Había anticipado esta preg
Aitana caminaba de un lado a otro en su oficina, sus manos temblando levemente mientras sostenía el teléfono con fuerza. Había recibido tres mensajes en menos de una hora, cada uno más perturbador que el anterior, insinuando que las sombras estaban más cerca de su hijo de lo que ella podía imaginar. Pero, en lugar de apresurarse como su instinto inicial le había ordenado, algo en el fondo de su mente le decía que debía detenerse, respirar y pensar.Se dirigió a la ventana, observando la ciudad desde lo alto. El aire era pesado, cargado de incertidumbre. Afuera, todo parecía normal, pero en su interior, la batalla por proteger a su hijo y mantener la calma estaba desgarrándola.—Esto es lo que quieren... —murmuró apenas audible.La Sombra no solo la estaba amenazando, también jugaba con su mente, quería que cometiera un error, uno que la llevara directamente a sus manos. Sabía que si corría ahora, haría exactamente lo que ellos esperaban.Samuel tocó a la puerta y entró, interrumpiendo
Aitana se encontraba en su oficina revisando unos documentos cuando su teléfono vibró nuevamente. Llevaba días recibiendo mensajes, pero este último le provocó una sensación diferente, un escalofrío que recorrió todo su cuerpo. Al desbloquear el móvil, su rostro se congeló al ver la imagen que aparecía en la pantalla.Zaldivar.Estaba tirado en el suelo, su cuerpo inerte rodeado por un charco de sangre. Su mirada perdida, como si sus últimos segundos hubieran estado marcados por el miedo más absoluto. La imagen era brutal, pero lo que más perturbaba a Aitana era el mensaje que acompañaba la foto: "Los incompetentes caerán."Aitana sintió una mezcla de alivio y horror. Sabía que Zaldivar era una amenaza, pero esta era una ejecución fría, calculada. Alguien más estaba detrás de todo esto, alguien que movía los hilos desde las sombras.Sin poder apartar la vista de la pantalla, Aitana dejó que la imagen y el mensaje se asentaran en su mente. Era un aviso, una advertencia clara de lo que
Aitana llevaba días sumida en un estado de alerta constante. Las imágenes y los mensajes de la Sombra habían cesado repentinamente, lo que la hacía sentir una mezcla de alivio y desconfianza. El silencio de su enemigo la perturbaba más que cualquier amenaza directa. Sabía que los ataques no habían terminado, pero algo dentro de ella comenzaba a sospechar que la Sombra no tenía a su hijo. La cuestión era: ¿cómo podía confirmarlo sin exponerse?Sentada en su oficina, Aitana repasaba cada detalle de los últimos días, intentando descifrar las pistas ocultas que se le escapaban. Sus ojos oscuros escaneaban los documentos que había apilado frente a ella, pero su mente estaba en otro lugar, en su hijo, en la Sombra, y en quién de su entorno podría estar vigilándola.Samuel, su mano derecha, entró en la habitación con el rostro tenso. Había percibido la atmósfera pesada que envolvía a Aitana desde hacía semanas.—¿Todo está bien, Aitana? —preguntó Samuel, cerrando la puerta tras de sí.Ella l
Aitana siempre había sido cautelosa, y aunque el encuentro con Adrián le ofreció un atisbo de esperanza, su intuición no le permitía relajarse. Sabía que sus enemigos estaban observando cada uno de sus movimientos, y no podía permitir ningún error. A medida que conducía de regreso, la oscuridad de la noche se cernía a su alrededor como una manta pesada, cada sombra parecía acecharla. Sin embargo, la decisión de acudir a Adrián, alguien con un pasado turbio en el bajo mundo, no fue tomada a la ligera.Adrián había sido una figura clave en las negociaciones más sucias del país, conocido por su habilidad para moverse entre criminales y empresarios sin perder el control. Aitana sabía que él era la única persona capaz de obtener información valiosa sobre la Sombra, pero su lealtad era dudosa. ¿Podía confiar realmente en él?Al llegar a su casa, las luces tenues de la mansión le dieron una sensación de aislamiento, a pesar de los guardias y el personal que la rodeaban. Entró sin hacer ruido
Aitana se sentó en su oficina, la luz del monitor iluminaba su rostro mientras revisaba los correos y mensajes que se acumulaban. De repente, un tono diferente llamó su atención: un mensaje encriptado de Adrián. Su corazón se aceleró. Abrió la aplicación de mensajería con cautela, y comenzó a leer:“Aitana, la situación es más grave de lo que imaginabas. No solo Samuel está implicado. He recibido información sobre tu padre. Su colaboración con Zaldivar y la Sombra ha despertado un interés particular en ti. Tienes que tener cuidado. No te fíes de nadie.”Un escalofrío recorrió su espalda. La idea de que su padre, quien siempre había sido una figura de autoridad y protección en su vida, estuviera involucrado en todo esto era devastadora. Pero Aitana sabía que la verdad era más importante que el dolor que sentía.A medida que procesaba la información, un plan comenzó a tomar forma en su mente. No podía confrontar a Samuel sin pruebas concretas; eso solo alertaría a sus enemigos. Sin emba