Gabriela dejó salir un pequeño jadeo, su respiración iba en aumento, al igual que el deseo de estar con Alan.Alan rozó suavemente su nariz, en el cuello de Gabriela, haciendo que todo su cuerpo se tensara por completo.—¡Es mejor que salgas de mi habitación! —musitó Gabriela. Lo deseaba, claro que si, solo se debatía entre la razón y el corazón.—No me pidas que me vaya, ¡Gabriela!, ¿Pídeme que me quede está noche junto a ti?, sé que tú también me amas, lo sé, tu cuerpo no miente —dijo Alan acariciando con la yema de sus dedos las mejillas de Gabriela.Gabriela lo miró a los ojos, dejó salir un suspiro, alzó sus manos y las llevó al cuello de Alan, y acercó sus labios a los de él, abriendo paso al anhelado beso, su corazón palpitaba a mil, era como un caballo a punto de desbocarse por una pendiente.Alan se apoderó por completo de sus labios, su lengua se movió ágilmente al igual que sus manos viajaron al trasero de Gabriela.Alan la arrastró hasta su cama y la puso con mucho cuid
Gabriela frunció el ceño, por lo visto al frente de ella estaba un completo loco—Está bien, si no vienes conmigo a las buenas, vas a venir a las malas…—¡Qué!...—exclamó Gabriela, abriendo sus ojos de par en par. Alan caminó hasta ella, la tomó de la cintura y la colocó sobre su hombro.—!Lo siento señoritas, es mi hermana y está medio loca, no se asusten! —dijo Alan, al ver varías mujeres aterradas al ver llevar a Gabriela sobre sus hombros .Alan caminó por la parte trasera del restaurante, por supuesto que no iría por la parte central, de lo contrario Maximiliano se daría cuenta.—¡Alan bájame!, ¡Alan! —gritó Gabriela al ver que estaban caminando hacia la zona de parqueo.—Tus deseos son órdenes —exclamó Alan bajando a Gabriela de sus hombros.—¡Eres un bruto! —vociferó ella, dobló sus nudillos y golpeó fuertemente el pecho de Alan, quien rodó sus ojos, alzó sus manos y tomó las muñecas de Gabriela en sus manos.—Te dije que vendrías conmigo, y es lo que harás, así que sube al aut
Gabriela, caminó en busca de algo para poder escapar, Alan había colocado seguro y debía quitarle las llaves de la manera que fuera.—Si intentas escapar, te aseguro que no lo vas a lograr, te quedarás está noche en esta habitación —vociferó él, llevando bebiendo todo de un solo sorbo.Gabriela abrió sus ojos y alzó una de sus cejas, definitivamente Alan aparte de ser un troglodita era también un brujo.—¡Eres un imbécil! —Si, soy un maldito imbécil que te salvó el trasero antes que el idiota que tienes como novio te drogara —dijo Alan aflojando un poco su corbata.—¡Que!, es mentira, Maximiliano nunca me habría hecho daño, todo lo que estás diciendo es una completa mentira —musito Gabriela.—Para tu información el muy imbécil te echó algo en la bebida, y si yo no te traigo conmigo el muy desgraciado te estaría haciendo quien sabe que cosas, así que en lugar de tratarme como lo estás haciendo deberías estar agradecida —dijo Maximiliano.Caminó hasta el enorme sofá que había en la ha
Gabriela tiró el celular contra la pared, haciendo que Alan alzó la vista hacia ella.—¡Déjame salir! —exclamó Gabriela colocándose de pie.Alan la miró fijamente, se colocó de pie, llevó las manos a su bolsillo y caminó hacia ella.—Está bien, solo tengo una condición —dijo él.Gabriela alzó una ceja, y asintió qué más daba.—¿Qué quieres? —dijo ella.Alan sacó las manos de sus bolsillos, tomó las manos de Gabriela, tragó saliva, solo esperaba que ella hablara con la verdad.—¡Mírame a los ojos y dime qué no es verdad!, ¿Dime si Sofía es mi hija? —exclamó Alan, alzó su mano tomó el mentón de Gabriela y así poder observar su mirada.Gabriela movió su cabeza, y negó absolutamente todo, no podía permitir que él supiera que en verdad Gabriela era su hija.Alan sonrió internamente, jalo a Gabriela acercándola a él, una de sus manos la llevó a su cuello y sin pensarlo un segundo acercó sus labios a los de ella.Ahora no tenía ganas de discutir, solo quería sentirla, solo la quería a ella.
Maximiliano arqueo una ceja, y sonrió, estaba tan herido que no le importaba absolutamente nada.—Te advierto que si intentas meterme ideas en mi cabeza lamento decirte que no pienso escuchar lo que dices. Alan me ama, siempre me lo ha demostrado, y mi hija siempre ha sido un estorbo en mi vida, desde pequeña me ha hecho la vida imposible, así que no confundas las cosas —exclamó Amelia.—¡Hay Amelita!, que equivocada estás, definitivamente eres un ilusa, ¿Me imagino que no sabías que tú hijita y tu esposo siempre te vieron la cara?, das lastima —dijo Maximiliano caminando de nuevo hacia el auto.—¿A qué te refieres? —vociferó ella caminando detrás de Maximiliano.—Que hace falta tener dedos en la frente para no darse cuenta que tú hija y tu esposo siempre te vieron la cara, ¿Acaso no te has preguntado quien es el padre de Sofía? —exclamó Maximiliano.—¡Tu, desde luego que eres tu! —musito Amelia.—¡No, querida!, yo no soy el padre de tu adorada nieta, escasamente soy el mejor amigo de
Gabriela caminó hacia el auto, miró y vio que no había nadie dentro del auto, así que decidió ir dentro de la casa.—¡Hasta que por fin te atreves a regresar! —exclamó Maximiliano llamando la atención de Gabriela.—¿Qué haces aquí?, y lo peor ebrio —dijo Gabriela.—?No crees que las preguntas las debería hacer yo?. Me dejaste solo a tu espera, preocupado sin saber que te había sucedido, sin saber si alguien te había hecho daño, pero veo que no, estás perfectamente —dijo Maximiliano tambaleándose de lado a lado.Gabriela sintió como toda su gira subía a la cabeza, Maximiliano era un descarado al hacer reclamos y más al ser él quien intentaba hacerle daño.—En efecto, alguien trataba de hacerme daño, por eso hui. ¡Nunca pensé que fueras capaz de tanto! Te creí mi amigo, mi hermano, y resulta que trataba de drogarme para hacerme daño —dijo Gabriela mirándolo fijamente a los ojos.Sentía dolor, tristeza, desilusión, saber que ella le confío su más profundo secreto a una persona que no me
Amelia lo miró con superioridad, debía ser fuerte y más ahora que Maximiliano había disipado todas su dudas —¡Que rápido aprendes, pero no puedes quitarme algo que nunca ha sido tuyo —dijo Alan con una sonrisa triunfal.La cara de Amelia cambió de colores, al igual que sus piernas retrocedieron varios pasos hacia atrás.—¿De qué demonios estás hablando? —titubeo Amelia.—Lo que acabas de escuchar, nada de lo que dices que tienes es tuyo, todo absolutamente todo es del hijo de Jacob, y en estos documentos tengo las verdaderas pruebas. Ah, solo espero que ahora que sabes que nada te pertenece te largues de esta casa —exclamó Alan, estiró sus manos y entregó los documentos que guardaba en la mesa del estar.—¿Esto es una broma verdad?, en primer lugar yo me case contigo, y en segundo lugar, Jacob dejó todo a mi hija y por supuesto a mi, a ese bastardo no le dejó absolutamente nada —dijo Amelia.—¡Te equivocaste cariño!, yo no estoy casado con un ser tan despreciable como tú, y en cuanto
Amelia movió sus manos desesperadamente, su respiración se agitaba cada segundo más mientras Maximiliano apretaba su cuello con mucha más fuerza.—¡Suélteme…. —exclamó Amelia mientras trataba de empujarlo, sus esfuerzos eran cada vez más débiles, eran en vano.—No maldita zorra, te voy a matar, por tu culpa, Gabriela me odia, no me quiere cerca, por tu maldita culpa —exclamó Maximiliano apretando cada vez más.—Yo te puedo ayudar, yo tengo la solución para que ella vuelva a ti, y de paso quitar de tu camino a Alan.Maximiliano bajó la mirada, movió la cabeza varias veces, frunció el ceño y soltó el cuello de Amelia.—¡Habla! —bufo Maximiliano.Amelia se sentó con las pocas fuerzas que le quedaban, llevó sus manos a su cuello, mientras trataba de respirar.—¡Casi me matas maldito! —exclamó ella.—¡Habla! O voy a seguir dónde estaba exclamó Maximiliano.Amelia negó rápidamente, mientras se colocaba de pie y caminaba en círculos.—No, tengo un plan, solo debes seguirlo al pie de la letra