Caimanes del mismo pozo.

—Ven hija, —insiste Mauro.

Antonella mira confundida a todos lados, recibiendo los aplausos de los invitados, mientras Claudia es fotografiada por los paparazzi en su peor versión: la de mujer ignorada y rechazada.

—Ve, mi amor. Lo mereces. —Angelo la insta a levantarse e ir hasta la tarima.

Antonella se pone de pie, camina hasta donde están su padre y su hermano. En tanto, Claudia se apresura y va detrás de ella, justo cuando la pelirrubia se dispone a subir, siente que alguien la toma del brazo con fuerza.

—Nunca serás una Moretti, bastarda.

—¡Suéltame! —dice tratando de zafarse.

Al ver la acción agresiva de Claudia con su hija, Mauro da la orden para que sus guardaespaldas la detengan. Rápidamente, los dos hombres se acercan y la toman de ambos brazos.

—Sáquenla de aquí. —ordena con firmeza.

—Suéltenme animales. No se les ocurra tocarme —grita resistiéndose a salir de allí.— Hijo, no puedes hacerme esto. Y tú, Mauro te juro que te voy a hundir, nadie va a querer ser
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