Con el primer rayo de sol asomando entre las copas de los árboles, Lucian se preparó para dejar la pequeña aldea. La noche había sido larga y tensa, con los aldeanos aún recelosos y vigilantes. A pesar de las palabras de Aldric, Lucian sentía la necesidad de moverse rápido, de continuar su viaje antes de que más dudas surgieran entre los habitantes del lugar.Con su bastón firme en la mano y las vestiduras de hechicero aún sobre sus hombros, Lucian se dirigió hacia la salida de la aldea. El aire fresco de la mañana llenaba sus pulmones, dándole una renovada sensación de propósito y determinación.Sin embargo, antes de que pudiera dar un paso más allá de los límites de la aldea, una figura familiar se interpuso en su camino. Aldric, el jefe de la aldea, lo estaba esperando, con una expresión tranquila pero decidida.—Lucian, antes de que te vayas —dijo Aldric, levantando una mano en señal de saludo y deteniéndolo en su marcha.Lucian se detuvo, inclinando la cabeza en un gesto de respe
Los elfos se movían con una agilidad silenciosa, sus pasos apenas dejando huella en el suelo del bosque. Lucian los seguía de cerca, consciente de la gravedad de la situación. Aunque las copas de los árboles se espesaban y el aire se hacía más frío, señalando la cercanía de la montaña de hielo, algo extraño comenzó a captar su atención. El entorno estaba cambiando de una manera que no podía atribuir únicamente al clima.Los árboles, que antes estaban llenos de vida, ahora parecían marchitos y despojados de su vitalidad. Las hojas, que normalmente habrían sido verdes y frondosas, colgaban secas y quebradizas de las ramas, sus colores apagados y desprovistos de la chispa de vida. El suelo, que solía estar cubierto de un suave manto de musgo y hierba, se había transformado en una alfombra de polvo gris y ceniza. Un silencio inquietante lo rodeaba todo, roto solo por el crujido ocasional de ramas secas bajo los pies de los caminantes.Lucian frunció el ceño, sintiendo una opresión en el p
Lucian avanzaba con determinación, pero el bosque marchito seguía proyectando una atmósfera de inquietud y desasosiego. De repente, el crujido de ramas bajo el peso de algo grande llamó su atención. Levantó la vista y vio, emergiendo de las sombras, a un majestuoso lobo negro. Su pelaje brillaba con un extraño resplandor bajo la luz tenue, y sus ojos, de un amarillo intenso, lo miraban con una mezcla de curiosidad y desafío.El lobo se detuvo frente a él, y para sorpresa de Lucian, una voz profunda y resonante llenó el aire, aunque la boca del lobo no se movió.—Así que aquí estás, escondido en tu forma humana —la voz del lobo era cargada de desprecio—. Un lobo que no puede controlar su propia forma básica. ¿Qué clase de líder es ese?Lucian se tensó, sintiendo una punzada de vergüenza. Sabía que su incapacidad para transformarse era una vulnerabilidad. El hechizo de Seraphina lo había obligado a permanecer en su forma humana, incapaz de liberar al lobo que llevaba dentro. Era como si
Lucian se encontraba atrapado en la cueva, rodeado por la densa oscuridad que emanaba de las profundidades. El aire se sentía pesado, cargado de una maldad palpable que lo presionaba desde todas direcciones. A pesar de su forma de lobo, con todos sus sentidos agudizados, la negrura era tan absoluta que ni siquiera sus ojos podían penetrarla. Cada intento de avanzar hacia una salida parecía llevarlo más adentro de la negrura, atrapándolo en un laberinto sin fin. Desesperación y frustración comenzaron a apoderarse de él. La sensación de estar completamente solo en medio de esa oscuridad le pesaba en el alma. Sus pensamientos volvían a Elena, a su manada y al peligro que había desatado sin querer. Tenía que salir de allí, encontrar una manera de detener el mal que se extendía. Pero, ¿cómo? La oscuridad era sofocante, como una prisión intangible. En su desesperación, cerró los ojos e intentó calmar su mente. Inspiró profundamente, buscando en su interior algún indicio de claridad o espe
Lucian se quedó boquiabierto cuando el bastón en su mano comenzó a emitir un resplandor cegador. El brillo lo envolvió rápidamente, formando una barrera de energía que le impedía avanzar más hacia la entrada de la montaña. Intentó dar un paso adelante, pero la barrera lo empujó hacia atrás, haciéndolo tropezar. Antes de que pudiera reaccionar, la luz se intensificó, envolviéndolo por completo en un remolino de energía. En un instante, todo se volvió blanco y luego se desvaneció en la oscuridad.Cuando Lucian recobró la conciencia, estaba de nuevo en el bosque. La familiaridad del entorno no trajo consuelo, pues una sensación de malestar se apoderó de él. Sentía que algo no estaba bien, una sombra parecía posarse sobre su corazón, aumentando su inquietud. Se levantó lentamente, observando los árboles conocidos y el suelo bajo sus pies, pero todo parecía distorsionado, como si una neblina oscura cubriera el bosque.—¿Cómo... cómo es posible? —murmuró, con la voz llena de confusión. Esta
Los árboles se espesaban y las sombras se alargaban, pero nada podía detenerlo. A cada paso, la conexión con Elena se hacía más fuerte, más clara. Finalmente, llegó a un claro iluminado por la luz de la luna. Allí, en el centro, vio una figura familiar, pero la escena lo dejó sin aliento.Elena yacía en el suelo, rodeada por un aura de energía oscura que fluctuaba y pulsaba. A pesar de la distancia, podía ver que estaba luchando, su cuerpo temblaba mientras intentaba resistir la opresiva fuerza que la rodeaba. Su pelaje, una vez brillante, ahora parecía apagado, como si la vitalidad se estuviera drenando de ella. La escena era desgarradora.—¡Elena! —gritó Lucian, dando un paso adelante, pero una barrera invisible lo detuvo.Era como si una pared invisible se hubiera levantado entre ellos, una fuerza que lo empujaba hacia atrás cada vez que intentaba acercarse. Gritó de frustración, golpeando la barrera con sus puños.—¡No! ¡No puedes hacerme esto! —gritó, desesperado. Sentía su impot
Eldric apareció entre las sombras del bosque, su rostro marcado por la preocupación. Sus pasos eran pesados, como si cada uno llevara consigo el peso de la oscuridad que ahora envolvía el mundo. Lucian y Elena se giraron para enfrentarlo, sus miradas llenas de incertidumbre y temor.Eldric alzó una mano en un gesto de saludo, pero su expresión era grave.—Lucian, Elena —dijo con voz ronca—. Me alegra ver que están a salvo, aunque las circunstancias sean tan oscuras. Algo ha cambiado, algo en el pasado ha sido alterado de una manera que no debía suceder. La oscuridad que enfrentamos ahora es mucho más poderosa de lo que habíamos anticipado.Lucian frunció el ceño, sintiendo un nudo en su estómago. Sabía que su viaje al pasado no había sido como lo había planeado, pero no entendía cómo sus acciones podían haber causado un cambio tan drástico.—¿Qué quieres decir con que algo cambió? —preguntó, su voz cargada de ansiedad—. Intenté seguir el camino que me señalaron, pero... fui engañado.
Lucian y Eldric caminaban en silencio por el sendero nevado, el aire frío mordiendo sus rostros. La tensión en el ambiente era palpable, y la preocupación de Lucian se reflejaba en sus ojos. Finalmente, rompió el silencio con una voz baja y cargada de incertidumbre.—Eldric, —comenzó Lucian, sin mirarlo directamente— tengo miedo de transformarme. Me gustaría poder asumir mi forma real, pero el miedo... el miedo me detiene. No sé cómo controlarlo.Eldric lo observó con calma, comprendiendo la lucha interna que Lucian enfrentaba. Se detuvo y señaló la espada que Lucian llevaba consigo, una hoja brillante y perfectamente forjada que colgaba a su lado.—Mira esa espada, Lucian —dijo Eldric con tono firme—. Esa espada es un símbolo de valentía. Solo puede ser empuñada y desenvainada por aquellos que tienen verdadero valor en sus corazones. Quizás la persona que te la dio quiso probarte, ver si realmente eres digno de esa confianza.Lucian bajó la mirada hacia la espada, recordando el momen