Rufus Reynolds llegó a su casa molesto, lanzó con fuerza la puerta de la entrada y se dirigió a la salita interior donde su esposa acostumbraba a pasar el tiempo, ya sea en labores de costura o leyendo algún libro o revista como acostumbraba.—¿Qué te sucede, querido?Reynolds le contó a su esposa lo que estaba pasando con el regreso de Brian Lancaster. Manifestando su ira con gritos un poco altisonantes, algo que nunca había acostumbrado a hacer.Amanda Seymour Reynolds miró a su esposo con incredulidad.—¿En verdad te preocupa lo que ese piojoso pueda hacer, Rufus? —le dijo con menosprecio en la voz.—No es que me preocupe, Amanda —le replicó algo molesto— Es por la influencia que pueda tener sobre el inversionista.—¡Bah! —dijo su esposa en clara manifestación de desapruebo a lo que su esposo decía— Un hombre del nivel de ese inversionista, billonario y dueño de las empresas más grandes de la capital no creo que le haga mucho caso a un mocoso recién vestido. Deja ya de preocuparte
El día de la llegada del inversionista, Michael Hughes, dio la impresión de que se trataba de un día festivo. La junta directiva de la empresa minera, La Star Mining Corp, se había encargado de hacer una buena propaganda y había organizado una especie de recibimiento, por lo que la caravana de autos desde el aeropuerto hasta el hotel, se vio acompañada de una cantidad de personas que portaban globos y pañuelos para darle colorido a la visita.En la entrada del hotel estaba la junta directiva de la empresa minera en un lado, y al otro, estaba un grupo de ejecutivos de la KLD Enterprises, la empresa de Brian, que presidía en apariencia el señor Hughes.—Le damos una cordial bienvenida, señor Hughes —dijo Rufus Reynolds, quien llevaba la voz cantante de la comitiva.—Gracias, gracias, señores —dijo con toda la gracia de un caballero citadino— No tenían por qué haberse molestado.La apariencia de Hughes era impecable, y Brian lo había contratado porque tenía carisma y porque Hughes no era
Cuando estaba por salir de su casa su madre la llamó.—¿Para donde vas tan apurada, Charlotte? —le dijo.—De compras, mamá —le dijo a su madre que la miró sorprendida, porque su hija no era una mujer que acostumbraba a salir a gastar en compras por allí— ¿Los chicos no han regresado? —preguntó a su vez.—No lo creo —le respondió— Deben haberse quedado caminando por allí después de salir del colegio.—Bien, si los veo por allí los traeré conmigo —dijo y salió con rapidez para subir a su auto.Mientras en la ciudad…Brian Junior bromeaba con su hermana mientras caminaban despreocupados por el centro de la ciudad. Charlene le había dicho que pasaran por el hotel para ver la cara del supermillonario que visitaba la empresa de su abuelo, así que se dirigieron hacia el Hotel Grand para ver si tenían suerte.Cuando llegaron ya habían terminado la bienvenida y cada quien había regresado a lo suyo. Los dos jóvenes se acercaron a la entrada y le preguntaron a uno de los botones del hotel, quien
Charlotte había llegado al centro comercial mucho antes de que sus hijos se encontraran con Brian Lancaster. Había tiendas de marcas reconocidas con unas bellezas de vestidos y accesorios, pero Charlotte aún se sentía un poco extraña porque no estaba acostumbrada a comprar ropa de fiesta o cosas de lujo.Su suegro le había asignado una especie de mesada o salario por parte de la compañía, lo que le permitía cubrir sus gastos sin tener que molestar a su esposo o a su padre. Y valga decir que su padre también le daba una cantidad de dinero derivado de las acciones de la empresa junto con su sueldo por el trabajo en la administración de la minera.Así que la menor de las preocupaciones de Charlotte era el dinero. Más le preocupaba conseguir algo que le gustara y que fuera lo suficientemente atractivo por si se veía con Brian.Al recordarlo, sentía una especie de “sustico” en el corazón. Se le aceleraba el pulso de solo pensar que estaría ante el único hombre sobre la tierra al que ella a
Y allí estaba ella, majestuosa, elegante, sumamente hermosa y con un aire de sensualidad que le cortó la respiración.Brian Lancaster estaba literalmente embobado con la hermosa figura de Charlotte. Por supuesto que esperaba a encontrarse con ella en cualquier momento, pero nada de lo que había pensado o imaginado lo había preparado para este momento, sentía que su corazón aceleraba su ritmo, y los latidos le llegaban hasta la garganta.Como si fuera de nuevo un joven la miró a los ojos, sin poder ocultar el amor que sentía por ella. Pero Brian sabía que ella no era una mujer libre, tampoco sabía lo que ella le había enseñado a sus hijos, así que haciendo un gran esfuerzo serenó todos sus instintos. Había esperado estos momentos desde hacía muchísimos años, así que no estaba dispuesto a arruinarlos por dejarse llevar por sus instintos.Por su parte, Charlotte estaba con la boca entreabierta, mirando como sus hijos, y el hombre al cual amaba, su padre, por cierto, Compartían comiendo h
Charlene se quedó mirando a su madre con una mirada entre seria y pícara.—Te lo digo si me cuentas tu aventura con el hermoso señor Lancaster, mami —le dijo mientras se dirigían hacia el estacionamiento— Vale.Por fortuna Charlotte iba caminando adelante mientras luchaba con las bolsas con lo que había comprado ese día, porque un intenso rubor cubrió de nuevo sus mejillas al escuchar a su hija.—No, no vale, Charlene —le dijo en tono apurado— Son cosas de adultos y ustedes son muy jóvenes.—¿Tuviste sexo con él? —le preguntó Junior sin ambages.—¡Junior! ¿Cómo se te ocurre? —le dijo ella, aún más apurada.—Por favor, mamá —le dijo Charlene rodando los ojos en blanco— No somos tan chiquitos.—Cierto, mamá —corroboró Junior para apoyar a su hermana— Ya no somos unos críos.Charlotte se quedó callada por unos segundos, como ya estaba llegando al auto se detuvo y se puso de frente ante ambos para mirarlos a la cara.—Ya sé que no son unos niños, hijos —les dijo mientras tomaba aire con u
—¿Por qué dices eso? —dijo Charlotte cuando pudo recuperar el habla.—Porque es agradable —le respondió su hija— Se ve que es muy inteligente, es guapo y sabe tratar a las personas —hizo una breve pausa antes de continuar— Pero no es solo eso, es que… se siente bien estar con él.Charlotte le dio un beso a su hija antes de volver a arrancar el auto, pero prefirió no decir nada más porque la emoción la dominaba. Ahora más que nunca necesitaba hablar con Brian Lancaster, y rogaba porque él la amara todavía. Quizás habría una esperanza para ellos……………………….No fue nada fácil para Lancaster ver marchar a la chica de sus sueños, el amor de su vida, mientras él se quedaba allí, de pie, solo en medio de un centro comercial que sin ellos se volvió frío de repente.Y lo más difícil fue verla marchar con sus hijos. Brian se preguntaba si sería posible que sus hijos supieran que él era su padre, eran unos niños adorables, más bien unos jovencitos.La chica era muy vivaz e inteligente, y el chico
Después de llegar a casa, los chicos subieron corriendo a sus habitaciones como siempre acostumbraban. Charlotte también se retiró a sus habitaciones, no quería ver a su marido porque si se le ocurría preguntarle cómo le había ido, de seguro se le subirían los colores al rostro al recordar el encuentro con Brian Lancaster.¡Había sido todo tan extraño! Ella no pensaba encontrarse con él ese mismo día. Pero lo malo había sido que, mientras se medía los vestidos y se probaba la ropa interior y los accesorios, en ningún momento dejó de pensar en Brian, cada vez que lucía un vestido pensaba en si a él le gustaría.Y con la ropa interior había sido peor, porque se imaginaba quitándose el vestido y quedando en un hermoso sostén de blonda transparente, que dejaba entrever con bastante claridad sus pezones en un color rosa subido, y en el minúsculo bikini que había comprado a juego con el brassier.De solo recordarlo un extraño calor comenzaba a subir por sus piernas hasta llegara a su intim