El eficiente Larry Colton había estado reunido con Reginald Taylor por tan solo quince minutos, los cuales había utilizado tan eficientemente para pintarle un panorama oscuro a su interlocutor, si no se decidía a vender sus acciones, que al final de ese tiempo, Reginald ya estaba convencido de que tenía que venderlas.Y él también sabía que lo que más le convenía era deshacerse de unas acciones que no le reportaban ninguna ganancia, y menos conociendo, como conocía, la situación crítica por la que atravesaba la empresa minera. De hecho en la última junta de liquidación de ganancias nadie, ninguno de los accionistas, había ganado ni siquiera cinco mil dólares por lo que todos decidieron no tocar ese activo para dejarlo en las arcas de la empresa.Para Reginald, que era un pésimo administrador, esa fue una nefasta noticia porque las deudas se le habían acumulado peligrosamente y con algunas personas que no eran nada honorables. Por todo eso, estaba decidido a vender su parte de accion
—Hola, Reginald —lo saludó Brian con una sonrisa medio sardónica en la boca— O debo llamarte “señor Taylor” —enunció remarcando las palabras.—P - pe - pero… ¿Cómo es posible? —logró farfullar completamente desconcertado.—¿Me lo estás preguntando en serio? —Brian no había dejado de moverse, ahora firmaba los documentos que lo acreditaban como el dueño de uno de los grupos de acciones más importantes de la empresa minera Mining Star Corp— Entonces te lo diré —se volteó para encarar completamente de frente a Reginald— Esto se logra con mucho sacrificio, con esfuerzos casi sobrehumanos, negándote casi cualquier placer para lograr tus objetivos, manteniendo el enfoque aunque no estés cómodo, y con una gran dosis de astucia y determinación… ¿Me entiendes?Reginald escuchaba las palabras pero apenas si lograba captar algo de significado que pudiera aprovechar, porque la sorpresa lo tenía casi paralizado y absolutamente conmocionado.—No puede ser —fue lo único que logró contestar, al mismo
Cuando Reginald Taylor firmó las actas del divorcio, el juez hizo entrar a Charlotte, quien apenas si miró en dirección de Reginald. Con elegancia y clase caminó hasta el escritorio donde estaba el juez y firmó el acta de divorcio con soltura y luego levantó la vista y miró hacia donde estaba Brian, quien le sonreía con cariño.Los chicos se habían quedado en la puerta que daba a la habitación donde ellos estaban esperando, desde allí le hicieron señas de saludo a su padre quien les dedicó una cálida sonrisa. Luego Charlotte salió de la sala, dando las gracias.—Hay algo que debo notificarle, señor Taylor —la voz de Robert Harris era formal— Debe saber que sus… “amigos” no se quedarán quietos, sabemos de buena fuente que van a intentar atacarle muy pronto. Así que le aconsejo salir lo más pronto de la ciudad.—Pero usted no puede decirle eso a mi cliente —alegó el abogado poniéndose de pie— Eso no lo puede usted asegurar.—Bueno —dijo Richard encogiéndose de hombros y haciendo una mue
El comisario Brown se sentía inquieto. Brian Lancaster volvía a ser un dolor de cabeza para él, jamás se le había ocurrido que lancaster volviera a la ciudad, de hecho siempre había acariciado la idea de que este hubiera muerto tirado en cualquier callejón de alguna ciudad lejana.Pero no había sido así… y ahora con la desaparición de sus dos agentes más cercanos, las cosas se le estaban poniendo color castaño oscuro.«Pero qué demonios habrá ocurrido con ellos —se preguntaba»El comisario había puesto una alerta a nivel nacional sobre la desaparición de sus dos hombres y había mandado a fijar carteles por todo el condado con las fotos de ellos por si acaso alguien los hubiera visto.Pero ya habían pasado muchos días y no había ni la menor noticia acerca de ellos. Incluso le había escrito la policía nacional indicándole que enviarían a uno o dos agentes para abrir una investigación por parte de la policía federal.Sin embargo, nada de esto tranquilizaba a veterano policía. Y estaba ca
El comisario tomó un desvío apenas un par de kilómetros más adelante de donde había detenido a Brian, luego lo siguió por unos tres o cuatro kilómetros más, atravesando un pequeño bosque, el cual, unido a la distancia de la vía principal, lo hacía un sitio bastante aislado y solitario.Al pasar un recodo se abrió una amplia zona donde estaba enclavada una cabaña de gruesos troncos. El comisario estacionó la patrulla en una especie de cobertizo o enramada abierta en los costados.—Ya puedes bajar, Lancaster —le dijo el comisario con cara de complacencia— Y no pienses en huir de aquí, alrededor hay varios pantanos y podrías tener un “accidente”A pesar de la clara amenaza, Brian se veía tranquilo, aunque su expresión era dura y se notaba que estaba molesto, en especial al pensar en las víctimas que el comisario y sus secuaces habían torturado y matado allí mismo.Brown lo tomó por la esposas y lo empujó hacia la cabaña, luego de abrir la puerta lo hizo entrar con un fuerte empujón, y co
La palidez cadavérica del comisario Brown era proporcional a la sorpresa de ver al amigo de Brian Lancaster apuntándole con un arma mientras esgrimía una placa de agente federal con la otra.Y su sorpresa aumentó a niveles inconcebibles cuando aparecieron detrás de Robert, un par de agentes federales bien identificados con sus chalecos e insignias oficiales, y detrás de estos apareció nada más ni nada menos que el fiscal de distrito acompañado por un asistente.—U - u - usted… ¿qui - quién rayos es? —logró medio balbucear el comisario.—Soy el Marshall Robert Harris, comisionado nacional de la policía federal —le dijo con tono duro y oficial al mismo tiempo— Ahora deje caer ese cuchillo, con lentitud. Y dese la vuelta y tome el arma que tiene en la cintura con dos dedos y con mucho cuidado la deja caer al suelo, no me gustaría tener que dispararle aquí mismo.El comisario Brown estaba sudando frío y sentía la impotencia que debieron haber sentido sus víctimas al enfrentarse a él indef
Brian Lancaster llegó a la casa Taylor esa noche bastante contento. Ahora Charlotte era una mujer libre, y con ello podía hacerla su esposa de nuevo. Una sonrisa distendió sus labios cuando bajó de su auto, y esta vez se había llevado su auto, El Bugatti “La Voiture Noire” para que estuviera acorde con la ocasión.Bajó del auto y tomó una pequeña y elegante bolsa que había pasado buscando por el centro comercial.Con soltura caminó hasta las escaleras de la mansión y las subió con un pequeño trote. Cuando llegó arriba lo estaba esperando Charlotte, vestida con un sencillo traje de seda negra y un cinturón de cristales.—Amor… —Charlotte ahogó las palabras de Brian al sellarle la boca con un suave y cálido beso.Cuando al fin pudo respirar de nuevo miró a Charlotte con los ojos turbios del deseo y el amor entremezclados.—¡Wow! —Alcanzó a decir medio sofocado por los besos— Esto sí que es el recibimiento de un rey.—Y ahora es que faltan más recibimientos así —le dijo Charlotte.Luego
Esa mañana Brian se levantó con la mente alerta, este iba a ser un día muy importante en su vida y en la de las personas que tenían que ver con él.Sonrió al recordar la noche anterior, donde se había ganado a pulso el corazón de la anciana abuela Taylor. Habían salido a pasear y Brian se mostró obsequioso con la dama, para cumplir lo que ella le había dicho: Que tenía esos días para consentirla, y al final de esa noche, Viola Taylor no tenía ni la menor queja del comportamiento exquisito de su nuevo “nieto”.Pero hoy era un día aún más importante, la reunión de la junta directiva de la empresa minera y los accionistas. Todos se reunirían para presentar las propuestas que tenían para la empresa inversora y luego develar la compra de acciones, algo que sin duda no le gustaría para nada a Rufus Reynolds.Cuando salió de su habitación, la mayoría de sus ejecutivos lo esperaban en la sala de reuniones de la suite. Todos estaban listos para salir, así que después de los saludos todos salie