—Te marcharás en el plazo acordado, muchacho —le dijo con ira el comisario— No me busques las cosquillas porque no te irá bien. —amenazó.Brian miró hacia donde estaba el viejo Rufus Reynolds.—Señor Reynolds —le dijo en voz alta para que lo escuchara bien— Usted sabe que yo no secuestré a Lottie, y también sabe que la amo y que ella me ama a mí.—No menciones ese diminutivo ni el nombre de mi hija con tu sucia boca, pedazo de escoria —la rabia se le notaba aún sin hablar— Por tu culpa tuve que darle unas bofetadas a mi hija, pero eso me lo vas a pagar, al igual que el atrevimiento de llevártela, como si hubieras podido ofrecerle algo de valor, no eres más que un pobre e inmundo ladronzuelo.—Quizás sea pobre, “conde” Reynolds —al escuchar el título sarcástico el viejo Rufus se puso lívido de la rabia— Pero saldré adelante, y usted y sus esbirros me la van a pagar algún día.—¿Me estás amenazando, porquerizo? —rugió el comisario, usando el término despectivo de los que criaban cerdos,
Dos días tuvo que estar Brian en cama, aunque la tarde de ese mismo día había querido levantarse de la cama, pero se había mareado y su padre hizo que se recostara de nuevo, bajo amenaza de amarrarlo para que no intentara tratar de levantarse de la cama otra vez.La señora Clara le daba comida, en especial consomés y caldos para que se recuperara rápido. Al segundo día se levantó de la cama y le dijo a su madre que se sentía mucho mejor aunque se sentía bastante adolorido aún.—Quiero salir un rato —dijo Brian mientras trataba de ponerse una camisa.—Creo que es mejor que no salgas, hijo —le replicó su madre.—¿Por qué, madre?—Ya no somos bien vistos aquí, Brian. Los Reynolds se encargaron de que queramos como una familia de malas personas, y a ti te acusan de secuestrador.Brian cerró los ojos y apretó los labios con fuerza. Sabía que esa había sido una estrategia de Rufus Reynolds para que no se quedara en el pueblo. Pero quería saber más sobre Lottie y así se lo dijo a su madre.—
Brian caminó por el centro del poblado como si en lugar de su mochila llevara centenares de kilogramos a la espalda… tanto pesaba el dolor.Muchas personas lo miraban con conmiseración, como queriendo decir: “Pobre muchacho” Otros lo miraban con cierta aprensión, no en vano el comisario Brown y sus esbirros habían hecho correr el rumor de que Brian había secuestrados Charlotte con engaños y se la había llevado para seducirla a la fuerza en otro poblado.Los que lo conocían más de cerca, desechaban esos comentarios porque sabían lo apegados que eran los jóvenes, el uno con el otro. Pero la mayoría tenían dudas si en verdad eso no había sucedido así, y algunos más citaban el célebre refrán “Cuando el río suena… es porque piedras trae”Pero a Brian le tenían sin cuidado los comentarios, su dolor era al mismo tiempo una motivación y una coraza. Los más conocidos le decían palabras de despedida o le hacían señas para ello.Entre la gente “bien”, los que se consideraban con más fortuna o di
La ceremonia estuvo elegante, las flores y la decoración de la iglesia no podía estar mejor. Las familias de los contrayentes se habían esmerado para que cada detalle fuera perfecto, y casi lo era.Pero los asistentes pudieron notar dos cosas: primero, que la novia había llorado mucho, pero su rostro era, ahora, poco menos que inexpresivo. Y segundo, la novia se echó, ostensiblemente, hacia atrás cuando el novio levantó el velo y se inclinó para besarla, incluso algunos notaron que apartó la boca y el beso masculino alcanzó una de sus mejillas.Pero el novio tenía una sonrisa deslumbrante y la novia… la novia se cubrió de nuevo con el velo, algo que cada quien interpretó como quiso. Pero todo lo demás parecía todo normal.Los novios regresaron en el coche de la familia del novio, el que ahora mostraba un rostro aburrido, como cuando alguien es invitado obligado a un evento. Y todos los demás tampoco decían nada, el ambiente era tenso en el vehículo.Sin embargo, cuando llegaron al clu
Jamás algo se le había hecho tan difícil a Brian Lancaster como subir aquella empinada cuesta para salir de su terruño, cuando llegó a la parte más alta, aún se podía ver la iglesia, y más allá se veía gran parte de la creciente ciudad. Apretó las mandíbulas, le dio la espalda a lo que dejaba atrás y encaró el camino que tenía por delante, al igual que lo haría en los años posteriores.Se dirigió derecho hacia la carretera nacional, donde tomaría el bus que lo llevaría a la capital. Brian sentía el dolor, pero ya no lo padecía. Era como si su mente se negara a quedarse en ese lugar de dolor, entonces, al igual que su cuerpo, su mente dejó atrás todo, menos el dulce recuerdo de Charlotte.En lugar del dolor nació el odio, el deseo de venganza, las ganas de justicia, de desquitar el mal que habían hecho, aunque no tenía idea de todo lo que le faltaba padecer por ello.Las primeras semanas en la capital fueron desafiantes, pero él se enfrentó con valor a cada obstáculo que se le ponía ad
Charlotte lloraba quedamente en la casa de los Taylor. La luna de miel había sido una amarga experiencia para ella, Reginald se había dedicado a beber todos los días que duró el viaje, haciendo que ese lapso de tiempo fuera lo más parecido a un infierno.Su flamante esposo bebía hasta que tenían que sacarlo de los locales y llevarlo hasta la suite que habían tomado en un lujoso hotel en una isla de Grecia, las pocas veces que habían compartido la cena siempre se las arreglaba para terminar antes y regresar a la suite. Por fortuna para ella, esta constaba de dos habitaciones, por lo que había podido evitar dormir en la misma cama con él, aunque en más de una ocasión había aporreado la puerta de su habitación para que le abriera.Se sentía agradecida porque su suegro había intervenido para que regresaran antes de terminar la semana, pero el día anterior al regreso, Reginald se mantuvo al borde de la sobriedad y cuando terminaron la cena, aunque ella se levantó primero, no pudo evitar qu
Después del regreso de la luna de miel, Charlotte estaba más tranquila, aunque la tristeza la envolvía a cada momento, pero apenas llegó, su suegro puso en cintura a su hijo. Nada más la cara que puso cuando vio el moretón que ella tenía en la cara, producto del golpe que él le había dado, hizo que Reginald se arrepintiera de haberlo hecho.—¿Cómo pudiste? —le dijo con el rostro congestionado por la ira— No hagas que te de los golpes que nunca te di cuando eras niño. ¡Es una niña, por el amor de Dios!Reginald Taylor sabía que su padre no bromeaba. Descendiente de una noble casa, con un carácter más bien afable, pero intransigente con la justicia.—Lo siento, padre —dijo temeroso— Fue cuestión de tragos.—¡No te atrevas a justificarte! —le dijo alzando el látigo que tenía en las manos, porque había regresado de cabalgar, como acostumbraba— Lárgate a tus habitaciones —le dijo con enojo.Cuando se volteó hacia Charlotte su rostro había cambiado a uno avergonzado y triste al mismo tiempo
Charlotte leyó una y otra vez el resultado de los exámenes para ver si había sido un error.«¡No puedo estar embarazada! —se repetía en su mente»Pero la evidencia estaba allí. Denise la abrazaba con fuerza procurando darle apoyo, porque Charlotte le había confiado algunas de las cosas por las cuales había pasado, aunque nunca le había dicho toda la verdad.—¿Charlotte? —le dijo su amiga al ver que estaba paralizada sin decir palabra.Cuando levantó la mirada de la hoja de los exámenes, su rostro era una especie de máscara de incredulidad y sorpresa.—Esto no puede ser, Deni —le dijo con la voz estrangulada por la angustia.—Pero eres una mujer casada, amiga —le respondió— Eso es normal.—No para mí, Deni. Yo nunca he estado con Reginald, ¿Me entiendes?Por unos segundos, Denise no entendió lo que su amiga le decía, pero no tardó en hacerse la luz en su mente, entonces abrió la boca de par en par por la sorpresa.—¡Oh por Dios, Lottie! —le dijo poniéndose de frente hacia ella— Entonce