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Capítulo cuarenta y siete 

Frío. 

Lo único que puedo sentir en donde me encuentro. 

Me remuevo incómoda en donde estoy y es ahí cuando caigo en cuenta de que no estoy en casa. 

Subo la vista al cielo ahora todo estrellado y la luna en su punto más alto.

¿Cuántas horas me he quedado dormida?

Me levanto de suelo y observo mi teléfono sin carga. 

¡Genial! 

Ahora como se supone que volveré si no deje rastro alguno y solo la luna me alumbra. Sin dirección empiezo a caminar hacia atrás para llegar a la carretera, pero mientras más avanzo más siento que me estoy perdiendo. 

Escucho y veo grillos, sapos y arboles por todos lados que no me dejan saber con precisión en el lugar

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