La lluvi a seguía cayendo, casi como un eco de la tormen ta emocional que arre molinaba en el corazón de Amaris. Su mente y su corazón estaban en un caos, atormentados por la incertidum bre de lo que le depara ba el futuro para su m adre.Dave, el ancla que la mantenía en pie, la sostuvo con fuerza mientras las lágrimas seguían corriendo por sus mejill as. No había palabras que pudieran mitigar el dolor que sen tía, pero su presencia significaba más de lo que cualquier palabra podría expresar r.Dave insistía en pasar a la cabaña para protegerse de los rayos, Amaris se levantó a duras penas y caminaban en dirección a la cabaña, tenía la cabeza llena de dudas.Antes de que Amaris pudiera encontrar un atisbo de calma, un portal oscuro se abrió detrás de ellos, rompiendo el aire con una presencia ominosa. La figura que emergió de ese portal estaba envuelta en una rabia profunda y malévola. Era Eromaug, el ser que había sido responsable de tantos sufrimientos y caos en sus vidas.La voz d
El lanza miento audaz de Amaris por parte de Dave demostró la confianza que tenían el uno en el otro. El aire se llenó de una mezcla de emoció n y anticipación mientras Amaris se abalanza ba hacia Eromaug en su forma humana, sus garras relucientes y afi ladas como cuchillas.La reina trans formada en loba había demostrado su poder en muchas ocasiones, pero esta vez su habilidad veloz para transformarse en humano le daba una ventaja estratégica que Eromaug no espera ba. Sus garras se hundie ron en el ojo derecho de Eromaug con precisión quirúrgica, arrancándole un grito de agonía que llenó el ambiente del bosque. La sangre salpicó en todas direcciones, un símbolo visual del poder que Amaris estaba dispuesta a emplear para detener la amenaza.Eromaug cayó al suelo en un torbellino de dolor y furia. Su aura oscura parecía tambalearse, y sus palabras maldicientes se entrelazaban con los gritos de agonía. "¡Esto no pudo pasar!", gritó, sus palabras resonando con incredulidad y rabia. "¡Tú
"¿Dónde está?" exclamó Amaris con urgencia, dirigiendo su mirada hacia Greyson y Ben. Ambos estaban sumidos en sus propias preocupaciones, incapaces de captar el significado de las palabras apresuradas de Amaris.No se podía culpar a ninguno de ellos por su falta de conocimiento. Los guardias habían llegado apenas hacía media hora, mucho antes que Greyson y Ben, y su responsabilidad no se centraba en resguardar las puertas del castillo, y tampoco en llevar un registro de las personas que entraban y salían. La identidad de aquellos que habían traído a la madre de Amaris era un misterio incluso para ellos."Me refiere a mi mamá", soltó Amaris con una expresión que sugería que todos deberían entender sus pensamientos sin necesidad de explicación."Es un asunto que será discutido en su momento", intercedió Dave en nombre de Amaris, percibiendo su inquietud.Casi como si estuvieran leyendo los pensamientos de Amaris, un guardia se acercó corriendo en su dirección."Su majestad, la señora...
Lord Brarthroroz salió de la habitación con una evidente ansiedad, y Dave, que lo siguió de cerca, notó que estaba visiblemente tenso. La preocupación se reflejaba en su rostro mientras se adentraban en un pasillo oscuro de la mansión.— ¿Está usted bien, Lord Brarthroroz? —preguntó Dave con preocupación.Lord Brarthroroz suspiró profundamente antes de responder, su voz cargada de angustia. —Sí, lo mejor que puedo estar en esta situación. Ese bastardo tiene a mi hija y a mi mujer, y durante tanto tiempo, pensé que mi esposa ya no estaba conmigo. Me siento fatal por no haberla rescatado antes y por hacer que Lexi creciera sin una madre.Dave colocó una mano solidaria en el hombro de Lord Brarthroroz. —No te culpes a ti mismo. La situación es complicada, y estás haciendo todo lo que está a tu alcance para recuperar a tu familia. Todos cometemos errores, pero lo importante es que estás aquí ahora, luchando por ellos.Lord Brarthroroz agradeció el gesto de Dave con una mirada de gratitud.
Lexi comenzó a recobrar la conciencia lentamente, sus sentidos despertando uno a uno en medio de una confusión abrumadora. Cada parpadeo era como si un velo se retirara de sus pensamientos, y a medida que las sombras de la inconsciencia se desvanecían, una oleada de dolor se apoderó de ella. Su cabeza latía con insistencia, mientras su cuerpo se sentía pesado y entumecido.Con esfuerzo, Lexi logró incorporarse en el oscuro recinto en el que se encontraba, solo para darse cuenta de que no reconocía su entorno en absoluto. Las frías y húmedas paredes de piedra se alzaban a su alrededor, proyectando una sensación de opresión que la hacía sentir como si estuviera atrapada en una pesadilla. Inquieta, murmuró para sí misma: "¿Dónde diablos estoy?". Sus palabras resonaron en el espacio vacío, pero no obtuvo respuesta. Trató de recordar cómo había llegado allí, pero su mente parecía ser un enigma sin resolver en ese momento, con los recuerdos escurriéndose como agua entre sus dedos.La confus
La soledad del calabozo envolvió a Lexi, dejándola a merced del silencio que la rodeaba. Los pasos apresurados del demonio se desvanecieron gradualmente, sumiendo a la joven en una profunda inquietud. La incertidumbre y el miedo se mezclaban en su mente mientras se preguntaba quién era y por qué estaba allí.Sin previo aviso, el silencio fue roto por unas pisadas lentas y tenebrosas que resonaron en el suelo de piedra. El corazón de Lexi latió con fuerza cuando sintió que esas ominosas pisadas se acercaban a ella. Cada paso era como un eco siniestro que la hacía estremecerse de pavor.Los escalofríos recorrieron su espalda cuando la presencia desconocida se acercó aún más. Lexi estaba completamente indefensa, atada y despojada de sus recuerdos, enfrentándose a un enigma aterrador. La ansiedad y el temor se apoderaron de ella mientras esperaba, con el corazón en la garganta, para descubrir quién era el dueño de esas aterradoras pisadas que se acercaban sigilosamente.Justo cuando la te
El hombre atravesó la puerta con determinación, llevando a Lexi en brazos hacia una habitación que emanaba un aire de misterio. La penumbra de la estancia se veía intensificada por la seda negra que cubría la cama en el centro, creando un ambiente lúgubre que no hacía más que agravar los nervios de Lexi. La falta de iluminación parecía emular la oscuridad que rodeaba sus recuerdos perdidos.Con cuidado, el hombre intentó depositar a Lexi en la cama, pero ella se resistió, aferrándose a él como si temiera perderse en la negrura que la rodeaba. Se sentó con ella en sus piernas, procurando ofrecer un atisbo de consuelo en medio del desconcierto que la envolvía.—No me dejes, no recuerdo nada —susurró Lexi, aferrándose con fuerza a la ropa del hombre como si él fuera el único ancla en un mar de incertidumbre.Las palabras de Lexi resonaron en la habitación silenciosa, creando una atmósfera cargada de angustia y desesperación. El hombre, sintiendo la fragilidad de la situación, acarició su
Amaris caminaba de la mano de Dave, su mirada reflejando la seriedad del momento mientras se dirigían hacia donde se encontraba Lord Brarthroroz. El ambiente parecía cargado de tensión, como si el destino de todos estuviera suspendido en el aire.Al llegar, Dave abrió la puerta con gesto caballeroso, permitiendo que Amaris entrara primero antes de seguir detrás de ella. La habitación estaba sumida en una penumbra que parecía reflejar la gravedad de la situación. Lord Brarthroroz, con el semblante entre las manos, alzó el rostro al escuchar la entrada de los dos.—Mi reina —intentó sonreír para Amaris, aunque su expresión revelaba la carga emocional que llevaba.Amaris le devolvió la mirada, reconociendo la tensión en los ojos de Lord Brarthroroz. —Mi lord, tengo cosas que contarle —declaró con voz firme, pero su tono revelaba la preocupación que albergaba.Dave cerró la puerta tras de sí, creando un pequeño espacio íntimo donde los tres se encontraban. La habitación estaba decorada co