Fernando gruñó por lo bajo mientras giraba la cabeza y miraba nervioso a su alrededor, notando un buen número de ojos entrecerrados dirigidos hacia él. Respiró hondo y giró los hombros, obligándose a relajarse mientras se pasaba la mano por el pelo. La furia seguía ardiendo en sus ojos, pero al menos su agresividad estaba bajo control. ‘Escucha, sobre Jess…', exclamó, pero Minerva no se dio por aludida y levantó la mano para silenciarlo. ‘Me importan una m*erda tus excusas y estoy segura de que a Amaris tampoco le interesa oírlas', siseó. ‘Amaris, por favor... ¡Escúchame!’, suplicó mientras se giraba hacia un lado para intentar llamar su atención. 'Creo que deberíamos escuchar lo que tiene que decir’ Intervino Maena Contemplativa. ‘¿En serio? ¿Quieres escucharlo?’, replico Amaris con incredulidad. ‘Si. Entonces podré decidir cuanto dolor quiero hacerle sufrir cuando lo castre a la fuerza a él y a su cobarde lobo’ gruñó, enseñando los colmillos. Amaris suspiro pesadamente y se
‘O tal vez llegué en el momento perfecto', continuó con una pizca de diversión. Los ojos de Amaris se abrieron de par en par. Había reconocido aquella voz. De todos los momentos en que podría haber llegado, Alfa Nocturne eligió ahora. ‘¡No sé quién d*monios te crees que eres, pero esto no tiene nada que ver contigo, así que apártate!’, gruñó Fernando mientras se daba la vuelta lentamente. Amaris oyó un chillido de excitación y, al mirar a Minerva, se dio cuenta de que tenía una expresión de horror mientras miraba expectante a los dos hombres que tenía delante. Deseó que el suelo se la tragara entera mientras se giraba con morboso interés para ver cómo acababa todo aquello. Dave se mantuvo firme, mirando impasible la figura temblorosa de Fernando que se volvía hacia él. Una sonrisa irónica se dibujó en su rostro cuando este lo miró fijamente y se quedó inmóvil. ‘Qué... esto no tiene nada que ver contigo Alfa Nocturne. Es simplemente una riña entre dos compañeros, eso es todo. No
‘Si mantuvieras tus manos quietas no necesitaría...’ ‘¿No necesitarías qué, chico? ¿Hacer el ridículo y dar a la gente razones para dudar de tus capacidades como Alfa?’, resopló Dave. ‘¡Haré que te arrepientas!’. ‘Me encantaría que volvieras a intentarlo cuando hayas reflexionado un poco más sobre esto... lo que sea que haya sido’. Fernando gruñó mientras finalmente se quedaba quieto bajo su agarre. Estaba furioso. ¿Cómo se había dejado poner en ridículo? Su reputación sufriría mucho por ello. El Alfa Nocturne ya se había ganado una reputación de Alfa poderoso y Fernando estaba deseando aplastar su arrogancia cuando ascendiera al trono. Ahora, no solo se había mostrado incapaz de ello en un momento de furia, sino que además había conseguido enemistarse con la única persona realmente capaz de ayudarle a subir al trono. Jess no era nada comparada con Amaris, ni siquiera tenía un lobo por el amor de Dios. Las manadas nunca la aceptarían. Ella nunca gobernaría y ahora él estaba atas
'No. Maena y yo estamos de acuerdo en esto. No hay nada para mí en casa. Por alguna razón, la relación entre mi padre y yo se ha roto, y no me llevo bien con mi familia ensamblada. Mi madrastra y su hija son muy parecidas'. '¿Qué hay de tu madre?'. Amaris agarró con fuerza el cinturón de seguridad, y frunció el ceño. Hizo todo lo posible por evitar que la voz le sonara hostil, pero no pudo evitar que revelara un poco de irritación. 'Murió. Todavía no me siento lista para hablar de eso contigo; si no te importa, alfa'. Dave la miró de soslayo y volvió a asentir, despacio. '¿Y tu amiga? ¿La del café?', preguntó como quien no quiere la cosa. 'Oh, esa es Minerva. La conozco desde la escuela. Ella no está afiliada a ninguna manada'. '¿Una insurrecta? ¿Una loba solitaria?', preguntó Dave con curiosidad. 'No', respondió Amaris lacónicamente. No quería entrar en demasiados detalles porque conocía la reputación de los híbridos Daemon. Las manadas los odiaban por sus antiguos lazos con
El coche de Dave pasó por la portería, fuertemente custodiada, sin tener que Detenerse. Los guardias, en firmes, saludaron respetuosamente al verlo pasar. Mientras conducían por las concurridas Calles de la ciudad autónoma, Amaris sintió que Maena le daba el visto bueno. Las casas estaban bien conservadas, una rápida mirada a los edificios Y, con Circundantes, pudo ver que los campos de entrenamiento estaban siendo bien utilizados y que, al menos desde esa distancia, parecían estar en buen estado. Amaris arrugó el entrecejo cuando vio un par de escuelas. 'Alfa…', comenzó a decir. 'Dave, por favor. Amaris'. La interrumpió con firmeza, dejando ver el vestigio de una sonrisa. 'Si, por supuesto. Lo siento, Dave' se apresuró a disculparse. '¿Tienes tus propias escuelas dentro de la manada?'. 'Sí. Sé que es poco convencional y que no se adhiere a las normas, pero quiero que mi manada pueda pensar con cabeza propia'. Habló con firmeza mientras salía de la carretera y entraba por un ca
Dave esperó en la parte superior de las escaleras, que conducían desde la entrada de la casa hasta el corredor, el cual ocupaba todo el ancho del edificio. A Amaris la había impresionado un poco el tamaño de la casa principal. Sus ladrillos grises y blancos eran realzados por las losas negras de los tejados, así como por los pilares blancos que se extendían a lo largo del corredor. Varias plantas de flores, lánguidas y atractivas, trepaban sobre las pantallas, colocadas a intervalos entre los pilares. Probablemente, tenía más en común con un pequeño palacio que con una mansión, solo por su gran tamaño. Desde luego, le recordaba al palacio real, aunque la arquitectura y el diseño de esta casa eran mucho más modernos. Amaris tenía un poco de curiosidad acerca de por qué era necesario tener una casa de cuatro pisos, Empero, después de la fría acogida que tuvieron sus preguntas sobre la educación, pensó que era mejor esperar un poco antes de preguntar. Dave estaba un poco distante. Pa
Dave la condujo por el pasillo, dobló la esquina y, una vez que estuvieron fuera del campo visual de los empleados, le soltó la mano de manera abrupta. Amaris ladeó ligeramente la cabeza, se irguió y le lanzó una mirada penetrante, con una sonrisa apenas perceptible. 'Dave, ¿estás enojado conmigo?', preguntó, con un leve matiz de hilaridad en la voz. 'No', respondió él secamente, sin mirarla. Amaris contuvo las ganas de sonreír al tiempo que él lanzaba resoplidos y aceleraba el paso para adelantársele unos pasos. Ignoró a Maena, que la reprendió por irritarlo, y optó por girar la cabeza para mirar la decoración. Todo había sido decorado con buen gusto. Era una mezcla rara, aunque placentera, de diseño moderno y tonos elegantes. Las estilosas líneas y los accesorios originales parecían combinarse a la perfección, y el lugar estaba impecablemente limpio. Si bien el ambiente no era precisamente cálido y acogedor, transmitía la impresión de que uno sería bien atendido. Amaris espera
Amaris fue fiel a su palabra y no salió de la suite en toda la noche. Terminó quedándose profundamente dormida en aquella cama suave y lujosa. Tuvo un abrupto despertar debido a un fuerte golpe en la puerta y, al menos durante unos segundos, se olvidó por completo de dónde estaba. 'Amaris, son casi las once. ¿Quieres desayunar en tu habitación o quieres bajar conmigo?', oyó decir a Dave, en su tono apático, desde el pasillo. Amaris soltó unas palabrotas en voz baja, y rápidamente comenzó a librarse de las sábanas que la tapaban. 'Estaré ahí dentro de un minuto...', gritó. Cuando abrió la puerta, estaba un poco nerviosa. Fue recibida por Dave, que, apoyado en la pared frente a ella, la miraba con los brazos cruzados sobre el pecho, de un modo relajado, y con una sonrisa irónica. 'No creo que deba preguntarte si dormiste bien, ¿verdad?'. Dave sonrió de satisfacción, y sus ojos brillaban con picardía. Amaris lo miró y cruzó los brazos, imitando su pose. 'Supongo que tampoco teng