Capitulo 118

Los brazos de Amaris se sacudían dolorosamente con las vibraciones producidas por Fernando mientras intentaba pacientemente cortar los tornillos de la placa de metal por sobre ella.

Las esposas estaban demasiado apretadas como para poder cortarlas, y además Fernando estaba seguro de que estaban hechas del mismo material que las cadenas. Solo se podían abrir con la llave, y, de no encontrarla, tendrían que recurrir al cerrajero que las había fabricado.

Fue un arduo esfuerzo, pero, cuando Fernando por fin terminó, la placa se deslizó por sobre los tornillos, y las cadenas quedaron sueltas.

Las piernas de Amaris estaban prácticamente insensibles, a causa de haber estado en la misma posición durante tanto tiempo. Cuando sus brazos fueron liberados, sus piernas no resistieron todo su peso, y cayó al suelo estrepitosamente.

'¡Dios mío! ¡Amaris, lo siento mucho! ¡Debería haber pensado en eso! ¿Estás bien?' Fernando se disculpó mientras se precipitaba hacia ella, y la ayudo a ponerse de p
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