Capitulo 115

Amaris no tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado desde que la trajeron aquí. Aparte de Amanda y Jess, no parecía haber más señales de vida aquí abajo.

Por mucho que se esforzaba por oír más allá de la puerta cerrada, no llegaba ningún sonido, por lo que rechinó los dientes con frustración. El silencio era abrumador y ya no sentía los brazos.

Sin embargo, el entumecimiento seguía siendo preferible al dolor ardiente que la había atravesado antes.

Su madrastra había regresado no mucho después de que ella y Jess sacaran a Fernando de su celda y se lo llevaran a lugares desconocidos. Entró canturreando para sí misma, empujando una mesa con ruedas que tenía delante y una televisión encima.

En el estante inferior había una bandeja con unos cuantos vasos y una jarra de algún tipo de bebida. Fuera lo que fuese, Amaris no pensaba aceptarlo de inmediato. Lo más probable era que acabara muerta de un sorbo si se atrevía a ceder a su sed.

Observó a Amanda con los ojos entrecerrados. Siguiendo
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