Jess vio alejarse a su madre con una sensación de vacío en el corazón. Esto era por su futuro y el de su bebé. Eso era lo único que importaba. Respirando hondo y echando un rápido vistazo al lugar donde Amaris estaba retenida, sacó el teléfono del bolsillo y marcó una serie de números. Sonó varias veces mientras ella empezaba a caminar nerviosa, con la barriga revuelta. Finalmente, la persona al otro lado contestó. '¿Qué quieres, Jess?'. La voz fría y carente de emoción de Fernando carraspeó a través del teléfono. Ella se tragó el nudo que tenía en la garganta y se obligó a esbozar una sonrisa melosa y enfermiza, con la esperanza de que eso le quitara el temblor de la voz. '¿Aún no hemos superado esto, Fernando? ¿No quieres hacer esto civilizadamente, al menos?', canturreó. 'Jamás. Nunca te perdonaré por lo que sea que me hayas hecho para que…', respondió casi al instante antes de ser interrumpido bruscamente por el bufido burlón de Jess. 'Cállate, Fernando', soltó irritada. 'Tú
A Amaris se le encogió el corazón al recordarlo. ¿Cómo pudo ser tan estúpida? Cuando conducía por esa parte de la ciudad era plenamente consciente de que tenía mala fama, pero ver el estado de… lo que fuera que tenía delante le había tocado la fibra sensible. La zona era el hogar de adictos tanto para los humanos y sus drogas sintéticas como para los cambia formas y seres mágicos que o bien habían sucumbido al lado más oscuro de la magia y habían pagado el precio con su cordura, o se habían permitido demasiados brebajes de boticario que les habían dejado con un ansia insaciable. Todos ellos tenían algo en común: su escaso dominio de la realidad y su inflexible afán por asegurarse la fuente de su próxima dosis. A pesar de los consejos de su loba y de Minerva, había decidido que sabía más y pensó que la pobre alma que tenía delante había merecido al menos algo de atención médica. La herida de la cabeza tenía un aspecto horrible y Amaris no llevaba nada para curarla. Por pura ingen
Amanda se apoyó en el borde de la mesa mientras estudiaba a Amaris en silencio.El incómodo silencio se prolongó hasta que el apagado sonido de unas voces resonó débilmente desde el exterior del pasillo y se coló en la habitación.'¡Ah! ¡Parece que nuestro primer invitado está aquí!'.Amanda exclamó emocionada mientras se bajaba de la mesa y estiraba los brazos lánguidamente ante ella.'¡Ni una palabra princesita, no quiero que estropees la sorpresa!'.Mientras pasaba sus dedos por sus labios, esbozó una sonrisa.Amaris intentó abrir la boca para responder, pero de repente se dio cuenta de que era incapaz de moverse, y no solo eso, un doloroso ardor parecía correr por sus venas.Quiso gritar y sus músculos lucharon por retorcerse contra el sufrimiento, pero le fue imposible.Su madrastra sonrió satisfecha mientras se acercaba a ella. Pasándole un dedo por las mejillas y mirándola fijamente a los ojos.'¿Te gusta así, Amaris? ¿No es exquisito?', susurró con regocijo.'A Jess le queda mu
Amaris no tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado desde que la trajeron aquí. Aparte de Amanda y Jess, no parecía haber más señales de vida aquí abajo.Por mucho que se esforzaba por oír más allá de la puerta cerrada, no llegaba ningún sonido, por lo que rechinó los dientes con frustración. El silencio era abrumador y ya no sentía los brazos.Sin embargo, el entumecimiento seguía siendo preferible al dolor ardiente que la había atravesado antes.Su madrastra había regresado no mucho después de que ella y Jess sacaran a Fernando de su celda y se lo llevaran a lugares desconocidos. Entró canturreando para sí misma, empujando una mesa con ruedas que tenía delante y una televisión encima.En el estante inferior había una bandeja con unos cuantos vasos y una jarra de algún tipo de bebida. Fuera lo que fuese, Amaris no pensaba aceptarlo de inmediato. Lo más probable era que acabara muerta de un sorbo si se atrevía a ceder a su sed.Observó a Amanda con los ojos entrecerrados. Siguiendo
Amaris sintió que el corazón se le rompía en pedazos minúsculos mientras miraba absorta la imagen de Dave en el monitor que tenía delante. ¿Por qué estaba aquí? ¿Por qué parecía tan amigo de esa vil…? ¿Qué hacía en la habitación de Jess? La risa burlona de Amanda llenó sus oídos. 'No estás tan segura de ti misma ahora', dijo sonriendo con satisfacción mientras escupía a sus pies. 'Ninguno de ustedes es mejor que los animales que albergan en su interior… esclavos de sus instintos e impulsos básicos. No fueron hechos para gobernar, fueron hechos para ser gobernados por una mano firme. Todos necesitan un poco de disciplina primero… eso es todo'. Así que ese era su plan… apoderarse del reino y hacer que los lobos hicieran su voluntad o la de sus amos. Amaris simplemente estaba en su camino como heredera al trono y eso era exactamente lo que querían tanto Jess como Amanda… su propio lugar en el trono. 'Así que quieres el trono…' 'Claro que sí, niñita tonta. ¿Por qué si no iba a malgas
Amaris miro inexpresiva la puerta abierta frente a ella. Ya había tratado de huir una vez, con ayuda de Maena, pero Amanda se había acercado hasta la puerta y se había reído mientras ella hacía todo lo posible por librarse de sus ataduras. Le había resultado imposible y, cuando al fin se dio por vencida, Amanda simplemente desapareció por donde había venido. Resultaba bastante obvio que, incluso combinando fuerzas con Maena, resultaría imposible escapar de esa manera. Ya casi había perdido cualquier rastro de esperanza de que Dave pudiera encontrarla. Quizás Amanda tenía razón con respecto a los cambia formas masculinos, particularmente los lobos. A fin de cuentas, su padre había traicionado a su madre, Fernando lo había hecho con ella, y ahora Dave… 'No empieces a pensar así, Amaris. ¡No te atrevas! Hace solo unos días estabas muy confiada, ¿qué pasó con eso?' Maena gruñó furiosamente en su interior. Cuando todo esto había ocurrido. Maena se había sentido tan incrédula como ape
Los brazos de Amaris se sacudían dolorosamente con las vibraciones producidas por Fernando mientras intentaba pacientemente cortar los tornillos de la placa de metal por sobre ella. Las esposas estaban demasiado apretadas como para poder cortarlas, y además Fernando estaba seguro de que estaban hechas del mismo material que las cadenas. Solo se podían abrir con la llave, y, de no encontrarla, tendrían que recurrir al cerrajero que las había fabricado. Fue un arduo esfuerzo, pero, cuando Fernando por fin terminó, la placa se deslizó por sobre los tornillos, y las cadenas quedaron sueltas. Las piernas de Amaris estaban prácticamente insensibles, a causa de haber estado en la misma posición durante tanto tiempo. Cuando sus brazos fueron liberados, sus piernas no resistieron todo su peso, y cayó al suelo estrepitosamente. '¡Dios mío! ¡Amaris, lo siento mucho! ¡Debería haber pensado en eso! ¿Estás bien?' Fernando se disculpó mientras se precipitaba hacia ella, y la ayudo a ponerse de p
'¡No te atrevas a mentirme. Dave! ¡Lo vi con mis propios ojos! ¡Te acostaste con esa z*rra de Jess. Amanda nos lo mostró todo! ¡¿Cómo pudiste hacerlo?!' Amaris se enfureció aún más, y el pánico invadió el rostro de Dave. Minerva jadeó sorprendida. Agarró con firmeza los hombros de Amaris y la obligó a mirarla a los ojos. 'Amaris, necesito que me escuches' dijo con firmeza. Podía ver la furia incandescente de Maena brillando en sus ojos. 'Dave no te traicionó'. 'Pero Minerva, yo lo vi! Había cámaras y…' '¿Podrías cerrar la mald*ta boca y escucharme por una vez en tu vida?!' Rugió Minerva. Estaba desesperada por arreglar esta situación, y la negativa de su amiga a escucharla la llenaba de frustración. Maena gruñó, disgustada con el tono de Minerva, pero Amaris permaneció en silencio, frunciendo el ceño mientras esperaba que continuara. 'Te juro que Dave no se acostó con Jess. Desde que tú desapareciste, él estuvo conmigo cada minuto'. Amaris, en estado de shock, solo atinó a mirar