5 Fiebre.

Daren

Estoy en una inmensa habitación del palacio, al menos dos docenas de personas me rodean, están aquí para prepararme para la coronación.

Me encuentro de pie, hay tres inmensos espejos frente a mí, éstos me permiten ver mi transformación, desde ahora ha comenzado el ritual, me estoy convirtiendo en el alfa de la manada HochFinster.

Ya me pusieron una túnica y un cinturón dorado que mide quince centímetros de ancho, con grabados que aluden a las proezas de nuestros ancestros en los campos de batalla por la liberación de nuestra manada de sus opresores. Este cinturón les recuerda al alfa y a todos los políticos que debemos mantener en la memoria los héroes del pasado y seguir como ejemplo su amor por la manada.

Intentaré recuperar todo lo que hemos perdido en la última batalla y vengaré la muerte de todos nuestros líderes, las manadas enemigas van a pagar con sangre el daño que nos han causado, eso es lo que tengo en mente hacer ahora que tan de repente me tocó asumir este cargo honorable; jamás pedí ser el alfa, estoy seguro de que es un designio de la diosa, ella así lo quiso, no la voy a desobedecer, ya una vez lo hice, y estoy pagando con el luto de mi alma, con tanta infelicidad que siento, por no seguir su designio estoy roto, rodeado por muchos, pero sin mi compañera.

Dos chambelanes se acercan con una capa blanca, junto con una pequeña tiara con diamantes azules, representa el linaje de la dinastía blauer-Mond. En la ceremonia serán sustituidas, la tiara por una corona y la capa por otra de color azul rey y con bordados en oro y piedras preciosas.

Levanto mis brazos para que me pongan dicha capa, de repente Libeyka interrumpió la preparación, ha llegado con Draco, Tala, la niñera lo carga en sus brazos, Libeyka jamás ha cargado a su pequeño, excepto cuando nació.

—¿Por qué Tala carga al niño? Draco ya está grande y puede caminar. —Libeyka se nota exasperada.

—Está llorando desde hace rato y no se calma, no sé qué le pasa justo hoy que estoy tan ocupada.

Draco me miró y extendió sus brazos, no se supone que deba cargarlo en este momento en que me están preparando, pero sus ojos llorosos y sus mejillas rojas me indican que algo le pasa. No sé por qué, pero sus ojos marrones me recuerdan los de Aurora, su mirada se parece a la de ella, sé que suena a locura lo que digo, estoy consciente de que Aurora no tiene parentesco con Libeyka, todos dicen que Draco tiene el color de los ojos de mi abuela, creo que en realidad anhelo ver a Aurora en mi pequeño, él es quien le da razones a mi existencia, y quizás me aferro al recuerdo de mi mate, quien yace en una tumba, pero yo siento que ella está viva.

Me bajé del estrado y cargué al niño.

—¿Qué tienes? —Con su tierna vocecita en son de ruego respondió:

—Me quiero ir a la mansión, no quiero estar aquí. —Libeyka lo miró con recelo y le habló con voz autoritaria.

—Ya te dije que no podemos ir a casa ahora.

—Papá, llévame a mi habitación.

—Te llevaré más tarde, solo debes esperar que me pongan la corona.

—No quiero estar aquí.

—¿Por qué no vas a jugar con tus primos? —Miré a Tala.

—¿Dónde están Ethan y Lycan?

—Están en la habitación de juegos con su sobrina Ariel.

Le dije al chambelán principal que llevaría a mi hijo al cuarto de juegos.

—En diez minutos regreso.

Se que no debería interrumpir el momento en que todos están preparándome, pero no me agrada cuando mi hijo está afligido, intentaré calmarlo un rato.

—¿A dónde vas? —preguntó Libeyka como si yo estuviera haciendo algo irracional.

—Llevaré al niño al cuarto de juegos.

—Pero perderás mucho tiempo.

—¿Y qué?

—Debes prepararte, mi tía…

—Mi hijo está primero y lo sabes.

Camino hacia la puerta, ella me sigue.

—Déjalo con la niñera, nosotros tenemos que estar listos en menos de una hora.

—No pierdas más el tiempo, ve y alístate, yo iré con Draco.

Salí al pasillo, ella agregó con enojo en su voz.

—Nunca me escuchas.

Me detuve y volteé a mirarla con una dura expresión, después di algunos pasos y me acerqué a ella, en voz baja le susurré cerca del oído:

—Y tú no escuchas a tu hijo, tengo que hacer tu trabajo. —ella en voz alta respondió:

—¿Insinúas que no lo cuido? Estoy partiéndome el lomo para que todo salga bien en tu coronación, ¿te parece que actuo mal?

—Hay muchos empleados del palacio con mucha más experiencia que tú organizando eventos políticos.

—Soy la esposa del alfa, tengo derecho…

—No es eso lo que quiero de ti, ya te he dicho mil veces que nuestro hijo es lo más importante, pero ahora no vamos a discutir delante de él.

De pronto Draco se quejó.

—Me duele la cabeza. —Noté que sus mejillas estaban más rojas que hace minutos atrás, me preocupé.

—Tiene fiebre, hay que llevarlo a la enfermería. —Libeyka tocó su frente.

—Si, le diré a tía Valka que se haga cargo de llevarlo a la enfermería, tú tienes…

—Yo lo llevaré, tú mejor ve y dígale al chambelán que lleve todo lo que falta al bastidor del salón ceremonial.

Ella respondió algo molesta:

—Está bien, te estaré esperando en los bastidores.

—Mejor atiende al público.

***

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