Todos miran asombrados a su alrededor. No pueden creer que hayan viajado a la época en que el gran Egipto estaba en todo su esplendor, sobre todo las mujeres que solo lo habían visto por la historias y los cuadros que existían en la casa del Alfa. Por estar invisibles pueden introducirse sin problemas en el gran palacio. Mat los guía atravesando los grandes salones, llenos de estatuas y adornos lujosos, hasta llegar al hermoso jardín detrás.

“¿Por qué nos has traído aquí Mat?” —pregunta Jacking.

“Quiero cambiar algo Jacking. Ya te lo dije.”

“No podemos cambiar la historia Mat, lo sabes. No podemos salvar a nuestros padres.”

“Eso lo sé Jacking, pero sí podemos cambiar imágenes.”

“¿Qué quieres decir?”

“Quiero que la mujer de la que me enamore en esta época sea mi Luna.”

¡Nuestra! ¡Y no puedes hacer eso! ¿Quieres que la bruja Isfet tome la apariencia de mi Luna?”

¡¡Nuestra Jacking! ¡Nuestra! ¡Y sí, quiero que sea la imagen de mi Luna en mi memoria! Eso no quiere decir que ella va a ser