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5. MANADA LA MAAT RA

Jacking mantiene su mirada fija en Amet, su expresión es severa, pero sus ojos reflejan la tormenta emocional que está viviendo. Baja la vista hacia el pequeño cachorro que mueve la cola con alegría y lo levanta en sus brazos. El cachorro responde lamiéndole la cara con afecto. Jacking cierra los ojos, concentrándose en tratar de sentir la conexión con su lobo. Siente algo, pero parece que viene desde muy lejos.

— No Amet, no es mi lobo. No es mi Mat, lo siento muy lejos de aquí —dice con tristeza. Al escucharlo, el cachorro comienza a llorar, sus sollozos llenan el silencio.

— Jacking, puede que hayan hecho que siempre lo sientas lejos, pero confía en mí. Este es Mat —insiste Amet.

— Amet, sé que todos tenemos grandes deseos de que Mat regrese, pero ese cachorro no es mi lobo —responde Jacking con un tono final.

— Está bien, si no quieres creerme, haz algo que solo tú y Mat saben hacer —sugiere Amet. Pero antes de que Jacking pueda responder, son interrumpidos por Isis, que se acerca junto al Alfa Costel y Velkan.

— ¿Algún problema con el cachorro mi Alfa? —pregunta Isis con curiosidad.

— No mi Luna, todo lo contrario —responde Amet rápidamente— estábamos valorando la posibilidad de que el Alfa Velkan nos lo dé para entrenarlo bien. No queremos que sus enormes poderes caigan en manos erróneas y le enseñen a hacer el mal.

— Eso es verdad —asienten Isis y Costel en acuerdo, aunque Velkan parece no estar convencido.

— Con su permiso mi Alfa, yo cuidaré de mi cachorro —declara Velkan con firmeza, poniendo fin a la discusión.

Velkan se adelanta y toma a Mat en sus brazos, el cachorro llora, sus ojos se fijan en Jacking. Aunque Jacking está convencido de que no es su lobo, algo en su interior se resiste a dejar que el cachorro se quede con los cazadores.

— Alfa Velkan, no creo que usted tenga el poder de controlar a su hijo, y mucho menos de entrenarlo. ¿Cuántos son en su manada? —cuestiona Jacking.

— Somos una manada pequeña, mi Alfa —responde Velkan.

— Pues, hasta que su cachorro domine sus poderes a plenitud, se irán todos a mi manada. Es una orden, ya que no quiere separarse de él, eso es lo que haremos. Ustedes entrenarán con Bennu —dicta Jacking con autoridad.

— Muy bien mi Alfa Supremo, haremos como usted diga —acepta Velkan, aunque algo molesto.

Bennu se acerca a Velkan con una sonrisa y le extiende la mano.

—Será un placer entrenar a cazadores legítimos —dice Bennu.

La reacción de Velkan es de asombro. Es sabido que Bennu es reservado y apenas habla con nadie. A pesar de esto, todos lo admiran, lo respetan y le temen; es una leyenda entre los cazadores.

—Es un honor, Celta Bennu, entrenar con usted. Será un gran honor para mi manada —responde Velkan con respeto.

Al escuchar esto, Mat se pone feliz. Salta de los brazos de Velkan y vuelve junto a Jacking, quien lo mira pensativo. La presencia del cachorro a su lado parece despertar en él una mezcla de emociones; duda, preocupación, pero también una extraña sensación de alivio.

La boda de la hija del Alfa Costel es todo un éxito. Jacking, como Alfa Supremo, es quien los casa, un gran honor concedido a su amigo Costel. Lo ha hecho por la gran estima que le tiene y porque necesita que todos los Alfas de Rumanía sepan que Costel tiene todo su apoyo.

En la noche, los aullidos lastimeros de un cachorro no lo dejan dormir. Se levanta y sale de la casa silenciosamente hasta el centro de la plaza, donde Mat aúlla a la Luna. Jacking se sienta a su lado y el cachorro lo mira, pero no se alegra. Mat está triste porque Jacking no lo reconoce. Sabe que es parte de su castigo, pero su corazón se contrae de dolor.

—¿Qué tienes cachorro? ¿Por qué llamas a la madre Luna? —le pregunta Jacking, pasando su mano por la cabeza de Mat. El cachorro se echa a su lado, disfrutando de la caricia de su humano como en los viejos tiempos.

—Sabes cachorro, yo también extraño a mi lobo, lo extraño tanto que siento que mi alma está rota. ¿Quieres ir a correr conmigo? Yo no puedo transformarme en lobo, pero puedo correr a tu lado —le propone Jacking. Mat se levanta feliz, se le ha ocurrido una idea para que Jacking lo reconozca.

— ¿Quieres? Está bien, vamos —dice Jacking y comienza a correr despacio para no dejar al cachorro atrás. Pero Mat, con una energía sorprendente, le pasa a gran velocidad por el lado. El juego de persecución acaba de comenzar y con él, una nueva oportunidad para que Mat demuestre quién es realmente.

Mat se sienta jadeando frente a Jacking, quien se detiene para mirarlo. Era algo que Mat solía hacer cuando corrían juntos. Pero Jacking le pasa por el lado esta vez, acelerando su ritmo. Mat vuelve a correr y se sienta delante de Jacking, quien se acerca a gran velocidad. Pero esta vez, Mat lanza un rayo de luz directamente a los ojos de Jacking, algo que también solía hacer. Esta vez, Jacking se detiene.

—¿Eres tú, Mat? ¿Eres mi lobo? ¿Por qué no puedo sentirte? —le pregunta, agachándose frente al cachorro.

Se le ocurre algo a Jacking y recita el conjuro de unión. Sin embargo, solo consigue que Mat se eleve y comience a llorar como si algo le doliera mucho. Jacking lo abraza, lo abraza fuertemente contra su pecho, llorando.

—No sé si eres tú, mi lobo, pero te cuidaré, te mantendré a mi lado —promete.

Mat está exhausto, habiendo gastado mucha energía vital. Se duerme en los brazos de Jacking, quien lo lleva de vuelta a la casa y lo acuesta entre Isis y él. Mat coloca la cabeza en el vientre de Isis, quien murmura dormida.

—Te amo, mi lobo —le susurra.

Mat ronronea felizmente al escuchar las palabras de Isis. Aunque todavía hay incertidumbre y dolor en su corazón, por ahora se siente seguro y amado en los brazos de aquellos que una vez fueron su familia.

Mat despierta en los brazos de su madre, Oana. Su padre, Velkan, no está y se encuentra en un lugar desconocido. Mirando a su alrededor, se concentra tratando de sentir a Jacking, pero lo siente muy lejos.

Jacking se fue y me dejó, no me reconoció, piensa Mat con tristeza y se echa en el suelo al lado de su madre que se ha sentado. Ve cómo sus dos hermanas vienen corriendo y comienzan a morderle la cola y las orejas, intentando que vaya a jugar con ellas. Le recuerdan a su hermanita Merytnert cuando era niña. Pero se alegra cuando las entiende perfectamente.

—Dale Ionut, vamos a jugar. Enséñanos cómo sacar también electricidad de la frente —le dice la mayor.

—Déjalo Viorica, que no quiere, está muy cansado —lo defiende la más pequeña.

—Jenica, tú eres la que tienes que dejarlo —le grita la mayor mordiéndola.

Mat se levanta y le gruñe a su hermana mayor. Se pone delante de Jenica, que se acurruca del miedo a su hermana, detrás de Mat.

—Viorica, deja a Jenica tranquila y a mí también, si no quieres que te demuestre quién es el que manda.

—Ja, ja, ja, ja, te crees que porque aprendiste esos trucos te tengo miedo —le grita Viorica enseñando sus colmillos.

Oana solo los mira. Eso quiere decir que ella quiere ver si Mat es capaz de dominar a su hermana. Viorica se lanza contra Mat, que la esquiva de un salto y se le prende del cuello mordiéndola duro, sujetándola contra el piso mientras gruñe furioso. Ella se resiste, pero él no la suelta hasta que oye la voz de Oana.

—Ya está bien Ionut, ya aprendió la lección. Viorica, eso es para que te des cuenta de que tu hermano es el futuro Alfa. Si vuelves a retarlo, no lo detendré. Bravo Ionut, pero no olvides que debes defender a tus hermanas —le dice Oana mientras le pasa la mano por el lomo a Mat.

Este se transforma en niño, pero un poco más fornido.

—Vaya hijo, creces por horas —comenta Oana con una sonrisa en su rostro. Por un momento, Mat siente un poco de alivio en medio de la confusión y el dolor de su separación de Jacking. Aunque su mundo ha cambiado drásticamente, aún tiene familia que lo ama y protege.

—Mamá, ¿dónde estamos? —se atreve a preguntar Mat.

—Estamos en la manada La Maat Ra —responde Oana.

—¡¿De veras?! —exclama Mat, lleno de alegría.

—Sí, el Alfa Supremo nos teletransportó bien temprano. Pero todavía no pueden andar por ahí. Tienen que esperar a que Velkan venga por nosotros. El Beta Amet vino a buscarlo.

Mat se sienta, sus pensamientos girando en su cabeza. A pesar de la alegría de estar en la manada La Maat Ra, no puede evitar sentir un vacío en su pecho. La conexión que una vez compartió con Jacking, una conexión que era tan vital como el aire que respiraba, ahora estaba ausente. Se sentía como si una parte de él estuviera perdida, arrancada. ¿Acaso Jacking realmente no lo reconocía? ¿O era algo más?

Se pregunta si Jacking también siente esta desconexión. ¿Está también Jacking luchando con la ausencia de su vínculo? ¿O ha encontrado a otro lobo para compartir su vida? Las preguntas son como cuchillas que cortan su corazón. Y su Luna, ¿se habrá olvidado de él? ¿Será feliz solo con el humano Jacking?

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