Ella había estado en la cama sin esperar la llegada de Oliver, creía que el millonario estaba ocupadísimo dentro de su oficina, pero la realidad es que había regresado de la farmacia. —¿Puedo pasar, Pam? —Oh —se miró, asegurándose de poder estar presentable, no exhibía nada, de manera que no habría ningún problema con dejarlo entrar. —¿Pam? No me digas que te has quedado dormida, solamente vine a traerte algo. —No, no estoy dormida. Puedes pasar.No hizo falta más. Ya estaba ahí. Ella clavó los ojos en la bolsa que traía consigo. Sabía cuál era el contenido. —Bien... Fui a la farmacia. Estoy seguro de que no te sientes bien, así que mira los medicamentos, espero te sean de provecho —anunció, dejando la bolsa en la mesita de noche —. Por cierto, ¿necesitas algo más? —No, así estoy bien. —Bien, entonces me retiro. Sigo con trabajo por hacer, no es demasiado, así que espero desocuparme pronto —le informó. —Vale, y muchas gracias —emitió sintiendo como sus mejillas ya se ponían col
Una vez se encontraba en su habitación a solas, se dio cuenta de lo mal que le sentaba haber recibido ese anillo de su parte, como si nada, no tenía que estar sorprendida o algo parecido; sin embargo era más perfecto de lo que ella podía imaginar. Dio vueltas sin parar sobre esa enorme cama, sin poder conciliar el sueño, no le agradaba no poder dormir esa noche. Debía levantarse temprano en la mañana para ir a la universidad, no era como si podía permitirse otra vez estar ausente, menos cuando se venían los exámenes finales. Sí o sí debía presentarse. Bufó. Se bajó de la cama. Andaba con ropa cómoda, un camisón, uno de los tantos que había comprado Oliver. Es que, al ver el interior del armario había quedado boquiabierta, eran demasiadas prendas, no sé imaginaba la fortuna que invirtió solo en ese ropero. Desinfló sus mejillas. Se miró la mano, ni siquiera se sentía cómoda luciendo ese anillo, ya que solo representaba la falsedad de su matrimonio, sinceramente de parte de su exno
La llegada de la mañana se sintió apresurada, así lo había percibido la muchacha que no se quería despertar, no deseaba soltarse de las sábanas. Ella solo quería seguir dormitando. Chasqueó la lengua al saber que eso sería imposible, sin perder más tiempo se levantó de la cama y se dirigió al baño para comenzar a ponerse decente, inevitablemente tendría que verle la cara a Oliver en cualquier momento, no importa cuánto estuviera retrasando el encuentro, se lo toparía a cada segundo. Haber tomado demasiado la alejó de sus sentidos, no le quería echar la culpa, tampoco lo estaba señalando, ella también tenía parte en todo eso. Creía incluso que le debía una disculpa por actuar impulsivamente. Sin embargo sus palabras se grabaron a fuego en su cabeza antes de que se marchara y la dejara allí, después de lo ocurrido. Así es, debía considerarlo un error. Olvidar y seguir. Dos palabras que combinadas se volvían difíciles. Volviendo del baño después de haber tomado una ducha, todavía seg
El cáncer es una enfermedad que te quita las ganas de vivir, que te arrebata lo bueno, una pequeña palabra que significa mucho y tiene demasiado peso. Pamela sabía lo que era estar en esa situación tan horrible y aguardar un milagro que de seguro nunca iba a llegar, sin embargo no perdía la esperanza de que sucediera uno y su madre ya no tuviera que cargar con una enfermedad tan m*****a como esa. Desde la muerte de su padre solo habían sido ellas dos, nadie más y ahora que la vida de su progenitora estaba colgando en un hilo se le cerraba la tráquea y no podía respirar, no podía imaginarse un futuro sin ella a su lado o una vida en la que solamente estaría su ausencia que nada ni nadie podría llenar. Permaneció en la cama por más de media hora, y ya oscurecía un poco, ni siquiera tenía ánimos de levantarse e ir a prepararse algo para cenar, el apetito había sido arrancado de su sistema en cuanto más pensaba en lo que estaba por ocurrir. Si bien ver a su madre la alegró, la miró más
Diana, se sirvió una copa de vino y bebió solamente un poco para iniciar, sentada sobre el sofá de su apartamento miraba con atención la pantalla iluminada de la enorme televisión que estaba ubicada en la sala; ideas tras ideas giraban en su cabeza y una sonrisa ya disparaba ese deseo prohibido por querer algo que probablemente estaba destinado a ser para ella.Ella desde que lo vio en esa foto no pudo sacárselo de su mente... Era tan apuesto y sensual que resultaba ser ese tipo de hombres perfectos. Él se volvió su objetivo, alguien quien estaba tirando de las cuerdas de su corazón sin saberlo, sin tener una mínima idea de su existencia. No perdería nada con intentarlo. Solo esperaría el momento idóneo para acercarse. Lo más importante ahora era mantener la amistad y esa relación que se estaba volviendo estrecha con Pamela, seguir lo que ambas estaban forjando, sería el pase directo a la meta. Encendió el teléfono. Lo tenía en el fondo de pantalla. ¿Como alguien como Pamela había l
—Todos tienen la oportunidad de su vida, la obra ganadora será expuesta en una galería, así que no deberían de perder una grandiosa oportunidad como la que se les presenta. ¡Suerte a todos! Ah, casi se me olvida. Un CEO importante vendrá a la universidad, no solo podrán ver su pintura en la galería de prestigio, también se les va a dar un premio. Ante la añadidura de la profesora, todos se quedaron expectantes y sorprendidos, ahora había otra razón más por la que debían ganar. Pamela pensó lo mismo, no podía perderse una oportunidad así. —Tengo una pregunta, profesora —había dicho uno de los estudiantes. —De acuerdo, adelante —expresó la misma.—¿Cuál es la recompensa? —Oh, la recompensa es una cifra que se manejará en secreto, suficiente con decirles que pongan el mayor empeño posible, así podrán ser uno de los ganadores. Valdrá la pena —guiñó un ojo antes de salir de ahí. Ella se quedó pensativa. Tal vez debía rendirse. Era buena en lo que hacía, pero no lo suficiente para gana
Jeans de tiro alto y una sudadera, su elección a la hora de salir. Ya que terminó su trabajo de la universidad, afortunadamente le había quedado un poco de tiempo para ir por allí y distraer su mente, ella lo que no se esperaba era toparse de repente con Oliver afuera puesto que todavía lo creía llegar tardíamente. —¿A dónde vas? —es lo primero que le dijo sin siquiera darle un saludo y ella deslizó una sonrisa forzada, no entendía la razón por la que ahora mismo le estaba cuestionando con ese tono posesivo, ella no le pertenecía, sin embargo la trataba como tal. Expiró hondo, a sabiendas de que debía calmarse. —Quiero dar un paseo solamente, me siento asfixiada estando aquí durante tanto tiempo, ahora que pude lograr acabar con el pendiente de la universidad, aprovecharé de dar una caminata, no será demasiado tiempo, sé que pronto oscurecerá —agregó sin darle demasiada relevancia al hecho de que actuara así con ella. —Vale, debería decirte que no porque puede ser demasiado pelig
Se despertó con dolor de cabeza, consecuencia de beber demasiado, era la resaca martillando embravecidamente su cabeza.Se quedó sentada sobre la cama sin abrir los ojos, aferrándose a cada costado intentando aligerar ese dolor que ya se extendía y debía ser atacado. Como una especie de castigo, al momento no recordó absolutamente nada de la noche anterior y eso hizo que se asustara al darse cuenta de que estaba acostada en una cama completamente desconocida, al respirar profundamente y atrapar ese perfume masculino que poco a poco fue reconociendo; abrió los ojos de par en par. Miró a todas direcciones tratando de escapar de eso que ella pensaba se trataba de solo un sueño. Era la realidad.—No puede ser... —exclamó pensando que otra vez habiendo tomado mucho, se había acostado con alguien, desesperada se cubrió el rostro con ambas manos y gruñó contra sus palmas, plagada de enojo —. No es cierto...Tres toques en seco sobre la puerta la pusieron en alerta. No sabía si hacerse la do