Capítulo 3 — Mi hija.

¿Cómo demonios le digo a Logan Walker que tenemos una hija después de seis años de no habernos visto?

Faltaban dos semanas para que mi hija terminara sus clases y entrara en período de vacaciones, pero sus clases de baile sí las tuve que suspender. No podía seguir permitiendo que sus compañeras la siguieran molestando. Su maestra me entendió y nos deseó lo mejor.

Liv se había estado sintiendo un poco mejor y eso ocurrió cuando le dije que visitaríamos a su tía Yinah en la capital. Ella, por obvias razones, no la conocía en persona, pero yo me había encargado de contarle todo sobre su ella. Eso la había animado casi de inmediato, además de que mi pequeña jamás había salido del pequeño pueblo donde vivíamos. Estábamos por vivir una nueva aventura.

Un día antes del viaje, fuimos una vez más con su pediatra y confirmamos que su estado de salud se encontraba en perfectas condiciones. Con un gran peso menos encima, tomé todo el valor que poseía y empaqué nuestra vida en unas maletas, llena de miedo y dudas. No me sentía nada bien.

Al contrario de Liv, quien estaba emocionada. De nuevo tenía a mi pequeña niña de antes. Su humor también mejoró gracias a Evan y a su manera poco normal de recogernos en la terminal de pasajeros. Ya era oficial, el viaje desde el pequeño pueblo hasta la capital era un hecho. La ciudad que dejé atrás hace tantos años me saluda de nuevo y no sé cómo sentirme al respecto. Desde hace días no sé nada de nada.

—Tío Evan, ¿podemos comer helado de chocolate? —La dulce y pequeña voz de mi niña nos hace sonreír a ambos.

—Lo que mi pequeña princesa quiera —le responde él mientras conduce.

—Después de comer, señorita —digo yo con voz severa y mi pequeña se cruza de brazos y me hace el puchero más tierno de la vida.

Cuando hace eso me recuerda tanto a… ¡Basta, Larissa!

Después de un rápido almuerzo, cortesía de Evan, nos dirigimos a mi nuevo departamento. Mientras estuve planeando las vacaciones en la capital, le pedí ayuda a Evan para encontrar un lugar dónde quedarme; no quería pasar todo este tiempo en un hotel. El departamento era bastante grande y bonito, también el vecindario. Pude ver a varios niños corriendo por un pequeño parque cercano, al menos mi hija no se aburriría si todo esto llegaba a salir mal.

Ahora mismo me alegraba de haberme preparado económicamente para estos gastos. Creo que en el fondo sabía que esto pasaría algún día… Evan ayudó mucho también. Como siempre.

—Todo está listo y no te preocupes por la renta, ya te dije que pagué los tres meses que te quedarás aquí —dice mi mejor amigo y yo ruedo los ojos.

—Oye, déjame resolver las cosas por mí misma —le digo—. Sé que tener un amigo millonario ayuda mucho, pero es que simplemente tú lo exageras todo.

—Larissa…, piénsalo así; parte de todo este enredo es mi culpa. Si yo no hubiera bebido esa noche, nada de esto habría pasado y seguramente estarías viviendo con Logan y Liv como una hermosa familia feliz. —Evan está afectado, sé lo mucho que le duele lo que pasó. Siempre se culpa por todo, pero yo también estaba ahí, yo tuve la culpa también—. Ya que no puedo acercarme a Logan Walker, al menos puedo ayudarte con la renta y con algo de comida. Además, no es como si estuviera en banca rota, ¿sí recuerdas quién soy?

Me río y asiento para luego agradecerle. Mi mejor amigo, Evan Park. Un joven actor ya reconocido en la industria que se estaba tomando un largo descanso de su ajetreada vida o bueno, casi porque aún seguía yendo a algunos eventos y entrevistas, pero ya no era tanto como antes.

—¡Yo sí sé quién eres! —mi pequeña y emocionada niña sale de un pasillo con una enorme sonrisa—. ¡Eres el tío más genial del mundo!

—¿Alguna vez te he dicho que amo a tu hija? —bromea conmigo y luego llena a Liv de besos y abrazos.

Él adoraba a su sobrina y ella lo adoraba a él.

Poco tiempo después, Evan se marcha ya que tenía que cumplir con un compromiso importante y promete volver mañana, pero antes de irse me deja escrito en un papel la dirección de la nueva casa de Yinah. Ella ahora era la esposa del abogado y socio legal de Logan, Thomas Price y la madre de una pequeña bebé de apenas cuatro meses. Realmente me sentía feliz por ella; que superara mi partida y fuera feliz era todo lo que necesitaba para continuar, pero ahora necesitaba su ayuda. Ella era la única persona que me podía escuchar antes de juzgarme.

O eso creo... Espero.

[...]

El taxi me deja frente a la casa de Yinah. Bueno, yo no la llamaría casa, más bien, mansión… Me bajo del auto con mi hija en brazos y camino hasta la entrada donde presiono un botón y me responde una voz monótona preguntando mis datos y a quién deseo ver. Pongo a Liv en el suelo y le proporciono a aquel intercomunicador todo lo que me pide y doy a conocer mi relación con Yinah. Sé que ella no me dejará afuera, pero sí que se está tardando en autorizar mi entrada.

Apenas la puerta se abre, un guardia me dice que lo siga y eso hago. Luego me deja sola frente a la puerta principal y me dice que espere ahí a que Yinah me reciba. Mientras espero, las manos comienzan a temblarme y me pongo nerviosa. Iba a ver a mi mejor amiga después de seis años sin comunicación alguna, esperaba que pudiera escucharme, entenderme y ayudarme, porque si ella no lo hacía, dudaba mucho que Logan lo hiciera.

—¡Mami, perrito! —exclama Liv para luego salir corriendo hacia una especie de jardín muy bien cuidado.

—No, Liv… Hija, ven…

—¿Larissa? —escucho una voz a mis espaldas y entonces me congelo. Jamás pensé escuchar esa voz de nuevo…

Me giro lentamente y miro a la persona frente a mí con una pequeña sonrisa que no es retribuida en ningún momento.

—Hola, Yinah… —la saludo en voz alta—. Ha pasado mucho tiempo.

—Sí, seis años. —dice ella de una—. Seis años sin saber absolutamente nada de ti… ¿Qué haces aquí, Larissa?

—Yo… Yo, necesito tu ayuda.

—¿Qué? ¿Necesitas dinero? —pregunta con indignación y yo frunzo el ceño para luego negar con la cabeza—. ¿Entonces dime a qué viniste después de seis años? No tiene sentido venir a mi casa sin avisar, a quién sabe qué…

—Mami…, mira el perrito. —las palabras de Yinah son interrumpidas por la pequeña voz de mi hija. Ella se pone a mi lado, sosteniendo a la mascota de mi amiga en sus pequeños brazos. Se veía viejo y cansado, pero el perrito seguía siendo hermoso. Yinah, por otro lado, estaba bastante confundida con esta escena. Jamás se imaginó que traería una niña conmigo.

—¿Quién es...? ¿Quién es ella? —pregunta mi amiga realmente confundida. Toda expresión de enojo ha abandonado su rostro.

—Oh, ¿es suyo el perrito? —pregunta con inocencia Liv, y Yinah como puede asiente— Es muy lindo. Hola, soy Liv.

—¿Liv? —Susurra Yinah mirándome fijamente. Ella sabía la historia detrás de ese nombre.

—Sí, ella es Olivia… Mi hija.

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