Hola mis amores, he decidido con mi editora, agregar a esta misma novela Un Marido para la princesa, dejen comentarios y espero la disfruten.
Christian GoldmanNo sabía en lo que estaba pensando ese día, quizás era la tristeza, ese dolor que me carcomía hasta lo más profundo de mis huesos, o tal vez soy un cobarde o muy valiente, porque vivir representaba para mí un tormento más grande a la muerte. En el último segundo desvié el disparo y lo pegué de la pared, aparté el arma. Me puse las manos en mi cabeza, apoyando mis codos en la superficie del escritorio, cerré los ojos con fuerza tratando de encontrar una calma que desde hacía muchas horas había perdido; mas era en vano, no podía luchar contra la corriente, ¿Cómo iba a tener paz? Si desde el momento en que fui a la cena de los Johnson todo resquicio de la felicidad que palpé con Lynda, se esfumó, mi sexto sentido no me falló, por el contrario, me advirtió que no era buena idea… nunca debimos ir a ese lugar, pero ella se empeñó y todo para demostrarme su inocencia, la cual no pude ver… dejándome llevar por las apariencias y destruyendo lo más maravilloso que tuve en mi
Christian GoldmanAbrí los ojos lentamente, sentí mi lengua pegada a mi paladar, mis labios secos adheridos uno a otro, mi cuerpo era un amasijo de dolor, tristeza, sufrimiento, lamentaba que eso significaba que seguía con vida y yo no quería continuar, porque ya nada tenía valor para mí, pero era demasiado cobarde para intentar privarme yo mismo de ella y para mi desgracia, la muerte me huía. Mi conciencia me torturaba día y noche de manera incesante por haber destruido lo único hermoso que tuve en mi vida, lloraba porque cada recuerdo era una puñalada clavada en mi pecho.—L-linda —pude articular en un tono apenas audible, era más bien un pequeño alarido de dolor, salido desde las profundidades de mi alma.Intenté levantarme, se me hizo dificultoso, no tenía un solo espacio de mi cuerpo ileso, todo me dolía, fue allí cuando me di cuenta de que estaba en el piso duro, no sabía cuántos días había pasado allí encerrado en una pequeña habitación, de apenas dos por dos, oscura y húmeda
Christian Goldman Sentía mi cuerpo temblar, el ardor en mi estómago era insoportable, como si alguien me taladrara o enterrara un objeto punzante y se dedicara solo a seguir moviéndolo en mi herida, de repente escuché unos pasos y voces que no quise identificar a quien pertenecían, porque la bruma en mi mente me impedía pensar.—Llevémoslo para que lo atiendan. Se ve muy débil —dijo uno de los hombres.—¿Cómo no va a estar así? Mira sus labios están por completo agrietados, al parecer ni agua le han dado, mucha menos comida. ¡Ayúdenme a levantarlo! —pronunció el otro, mientras yo luchaba por no caer en la inconsciencia.Tiempo después, no podría decir cuánto, porque perdí por completo la noción del tiempo, abrí los ojos y estaba en la enfermería, con un suero conectado a mis venas y una enfermera, intenté moverme y ella me lo impidió.—Por favor, no se mueva, manténgase quieto, está muy débil, el doctor Isaac ya viene, él ha estado pendiente de usted, incluso gracias a su intervención
Tres años despuésChristian Goldman Observé a todos lados sin poder evitar el miedo que se instalaba en la boca de mi estómago, no era para menos, no podía dejar de sentir angustia, de solo imaginar enfrentarme al mundo exterior, durante este tiempo sucedieron tantas cosas, sufrí penurias, castigos, desprecios, las peores humillaciones, la mayoría de las veces me encerraban en una especie de cubículo donde no podía acostarme, apenas era un pequeño espacio de uno 1X1,5 metros, en el cual debía dormir sentado, desprovisto de baño, dónde hacia mis necesidades en el mismo espacio donde comía.Terminé acostumbrándome a ese repugnante hedor, duraba varios días encerrados, sin razón aparente porque no cometía ninguna indisciplina, creo que lo hacían con profundo placer, me sacaban después de muchos días al patio, exponiéndome al sol y al no estar acostumbrado, se maltrataban mis ojos. Yo no tenía esperanzas, sabía que esos años de sentencia se podían convertir en los últimos de mi vida, y e
Christian GoldmanYa estábamos en el corredor, cuando ella empezó a hablar y ante sus palabras de ruego detuve mis pasos, me quedé viéndola… siempre fui solo, a pesar de tener a mis amigos y estar rodeado de gente, les huía porque me sentía cómodo estando en mi soledad, toda mi vida pensé que no tenía familia y encontrarme ahora con una situación distinta, me dejaba en shock, no sabía cómo reaccionar. —Hace tres años supe de nuestro parentesco, no niego que me tomó por sorpresa, aunque también sentí una emoción indescriptible, siempre creí que éramos mi mamá y yo, y de repente también estabas tú. Lamento mucho no haberme podido acercar en ese momento, no pude hacerlo, debía permanecer bajo perfil, estaba embarazada y en un principio tenía que ocultar mi embarazo por mi seguridad y la de mi hijo, porque temía a ciertas represalias. Pese a ello, nunca te dejé solo, he mantenido contacto con Isaac, quise apoyarte económicamente, sin embargo, él y Jared no me lo permitieron. De hecho, s
Lynda SkaroskyMe miré al espejo, dándome los últimos toques de maquillaje en mi rostro, no podía evitar sentirme nerviosa, por más intentos de controlarme, era imposible hacerlo; me habría gustado no estar en ese momento allí, mas no tuve ninguna otra alternativa, sino aceptar el pedido de mi tío Salvatore, príncipe regente de Balaica, quien tomó la decisión de presentarme al pueblo, y reconocerme como la única hija y heredera de la princesa Margareth, quien renunció al trono tras enamorarse de Jonás, mi padre, el hombre que más daño me ha hecho en la vida.Era increíble como mi vida había cambiado en los últimos años, primero pasé por un largo proceso de sanación de las terribles heridas provocadas por el espantoso accidente que casi me cuesta la vida. Duré meses en coma, siendo atendida por mi tío Leo y un grupo de personal médico especializado, que fueron traídos de diversas partes del mundo para tratarme especialmente.De mi accidente, solo sabía lo que me habían contado, porque
Lynda SkaroskyLas palabras de mi tío hicieron eco en mi interior, causándome un poco de malestar, no podía entender cómo aún podían existir esas leyes tan injustas.—Tío, me pregunto ¿Cómo eres príncipe regente, si aún no estás casado? —interrogué aunque sospechaba ya su respuesta, me hice la que desconocía el tema, aunque por su forma de mirarme sabe que estoy fingiendo desconocimiento, sin embargo, me mantuve firme para no darme por aludida.—Porque —tuvo la decencia de sentirse un poco avergonzado—. Soy hombre y esa ley aplica solamente para las mujeres, si nosotros somos solteros no tenemos ese inconveniente, en cambio, la mujer debe casarse antes o en un lapso de seis meses luego de tomar posesión, su esposo debe pertenecer a la nobleza, si no lo hace en ese lapso, debe nombrarse un regente hasta que la condición que impide su ascenso al trono, deje de existir.Mientras lo escuchaba, no podía dejar de mover la cabeza con incredulidad.—¿Qué han hecho tú o mi abuelo para cambiar
Christian Goldman La emoción en mi pecho era indescriptible, el corazón me latía como si quisiera salirse, la respiración se me aceleró, debí pellizcarme varias veces en las palmas de las manos, clavando mis uñas para comprobar que nada era un sueño, y aún haciendo eso la duda se mantenía en mi interior, porque tenía tanto tiempo de no saber que era la felicidad que me parecía increíble ahora que veía a Lynda, mi esposa.—Abby, di que no estoy equivocado, ¿Verdad que se trata de mi esposa? —vi el rostro de mi hermana bañado en lágrimas mientras asentía de forma seguida.—Es ella hermano, es nuestra Lynda y ¡Está viva! —exclamó feliz, los dos nos abrazamos, ambos sentíamos que la vida nos estaba dando un hermoso regalo, después de todo, ella era hermana de Abby por parte de padre y siempre estuvieron muy unidad.—Tengo que ir a verla, debo hablar con ella, pedirle perdón, retomar la vida Abby, tengo que volver a vivir para recuperar su amor —. Estaba tan feliz que por ni un solo momen