Christian no podía evitar sentir ese miedo recorrerlo, como un invisible enemigo capaz de neutralizarlo y poner su mundo de cabeza, así fue cuando murió su padre, se sintió solo, abandonado, porque solo él había estado para atenderlo, jugar, hablar, se divertían tanto juntos, fue el único amor paternal recibido.
Su madre era la eterna ausente, casi nunca estaba, no tenía ningún interés en atenderlo y entablar algún vínculo con un chiquillo como él. Pocas veces recibió algún afecto de su parte, era dura, no mostraba ninguna empatía, su padre siempre la justificaba, diciéndole que debía entenderla, pues ella era una mujer muy joven, a quien le tocó ser madre y esposa a temprana edad, no vivió algunas etapas de su vida y por eso se comportaba de esa manera.
Mientras esos pensamientos lo conmoví
Christian la vio bajar del auto y sintió una opresión en el pecho, no quería dejarla ir, no cuando se sintió tan diferente después de compartir con ella, volvió a sonreír, a sentirse vivo en todos los sentidos, sin importarle el lugar, el tráfico, dejar su Ferrari abandonado, salió corriendo detrás de ella, mientras le pedía parar.—¡Lyn por favor! No te vayas, déjame y te explico, no hay nadie con quien quisiera pasar el resto de mi vida, sino contigo —habló en tono suplicante.A pesar de haberlo escuchado, ella seguía caminando, llevándose a los demás transeúntes por delante, era hora pico y estaban regresando de su trabajo, por eso caminaban aglomerados en exceso, giró su vista hacia atrás y vio a Christian, con una expresión de angustia en su rostro, al mismo tiempo, se encogí
Christian se quedó observándola por un par de segundos, sorprendido por su actitud, pensando cuáles palabras lo ayudarían a apaciguar la molestia de la chica.—Nunca te he dicho que deba contraer matrimonio con otra, dije fue que debía resolver unos asuntos antes, para poder estar contigo —respondió acercándose de nuevo a ella, quien no dudó en retroceder ante su cercanía.—Por tus palabras deduje era eso, ¿Ahora vas a retractarte de tu confesión e intentar negarlo? —preguntó la chica con un semblante de curiosidad.—Lyn —comenzó a decir suspirando—. Hay cosas muy complejas en la vida, muchas veces somos obligados por las circunstancias a actuar de una manera distinta a cómo podríamos pensar.—Ahora me vas a dar un discurso para convencerme, nadie pu
Christian se quedó por un momento viendo a Lyn, atender la llamada, los gritos del hombre eran tan fuertes que se lograban escuchar de manera clara, sin activar el alta voz.Estuvo tentado a quedarse a escuchar toda la conversación entre padre e hija, pues le mortificaba esa actitud déspota del hombre para con la chica, sin embargo, se dio cuenta de que eso sería una medida de violación de su privacidad, no podía comportarse tan absorbente, por muchos deseos de protegerla. Salió a regañadientes de la sala de baño y se fue a buscarle el té.—¡Maldita sea Lynda! ¿Acaso estás sorda? Te pregunté dónde diablos te habías metido, y me tienes aquí como un estúpido esperando tu respuesta —la chica cerró los ojos, respiró profundo. Y contó hasta tres antes de responderle.&nb
Christian no pudo evitar observarla de pies a cabeza, una corriente de excitación le recorrió el cuerpo, su pene se irguió dentro del pantalón, sus ojos se nublaron producto del deseo, era hermosa, frágil, tenía la piel tan blanca como un copo de nieve, sus pezones sonrosados resaltaban en sus dos cúspides, como jugosas cerezas maduras.Una parte de él, la salvaje, quería brincarle encima, abrir sus piernas, enterrarse en lo más profundo de su cuerpo, sentir como la carne perforaba la de ella, hacerla gemir de placer y marcarla como suya para siempre, pero la parte racional, le decía que no estaba bien, quizás Lyn estaba tomando esa decisión en un acto impulsivo y no estaba bien aprovecharse.Se acercó a ella, se acuclilló en el suelo para recoger la toalla que había arrojado y poder cubrirla, no es porque no la deseara, sino porqu
Estaban sumidos en esas sensaciones tan devastadoras, cada roce los elevaba, a un estado para ninguno conocido, a ella porque nunca tuvo ningún contacto íntimo con ningún hombre, no le había llamado la atención alguien lo suficientemente, para querer llegar tan lejos como le estaba permitiendo llegar a Christian en ese momento. Por otra parte, lo que conocía del tema, era porque leyó sobre ello e incluso, un par de veces por curiosidad, vio películas subidas de tono.Él, porque a pesar de haberse acostado con varias mujeres a lo largo de su vida, solo fue sexo, mecánico, donde no permitía que lo tocaran, aunque tampoco él las exploraba mucho; jamás le hubiese permitido a ninguna de ellas, hacer lo que estaba haciendo en ese momento, la hermosa princesa sentada a horcajadas encima de él.Christian siguió chupando como poseso, uno de
Abby sintió hambre, desde el momento que comió con Lynda no había vuelto a probar bocado, ni siquiera un vaso de agua se tomó. Por eso, aun cuando no estaba muy convencida, terminó bajando a la cocina a regañadientes, entró al acogedor lugar, por un momento se quedó observando sorprendida, definitivamente era un lugar en extremo lujoso, con una cantidad impresionante de mobiliarios y aparatos eléctricos, serían la sensación o la locura de un chef, nunca imaginó ver un lugar tan maravilloso, personalmente, aunque lo vio en televisión.Cuando reaccionó, caminó a la nevera, se quedó con la boca abierta, customizada con dispensador de hielo, pantalla plana de televisión y máquina de café, una Meneghini La Cambusa, un diseño italiano, con tres puertas de enormes dimensiones y diferentes compartimentos.
Christian se bajó enfurecido, aunque la pelo rosa no le era muy simpática, al final era la mejor amiga de Lyn, y si esta estaba perturbada, su mujer terminaría sufriendo también y no estaba dispuesto a que ella sufriera en lo más mínimo, porque la amaba y solo quería verle el rostro lleno de felicidad, eso lo llenaba de forma increíble.Caminó por los pasillos de la mansión con destino al despacho de Leonard, para su buena suerte nadie lo detuvo, al llegar frente a la puerta, la abrió de una sola patada, haciéndola golpear de manera violenta contra la pared, cuando el moreno escuchó el golpe se levantó del escritorio enfadado, donde hasta hace pocos minutos, se estaba arrepintiendo de su comportamiento tan miserable con Abby.—¡¿Qué demonios haces en mi casa?! ¿Por qué te atreves a entrar de esa mane
Lynda se despertó, se estiró con lentitud, mientras a su mente llegaban los recuerdos del sueño que había tenido con Christian, nunca imaginó sentir tanta felicidad, giró la vista hacia la cama de Abby queriendo conversar con ella, se acostaron tarde contándose lo sucedido, su amiga estaba muy triste por cómo Leo la trató y a decir verdad, ella estaba desconcertada por esa actitud, porque le pareció un caballero al momento de conocerlo y no lo creyó capaz de comportarse de esa forma, frunció el ceño al no verla, tal vez se levantó temprano a desayunar, pensó.Antes de poder salir a recorrer la casa a ver dónde la encontraba, su celular repicó y se levantó de un salto a atenderlo, cuando miró en el identificador de llamadas, se trataba de Christian, lo atendió con rapidez.—Aló mi amor —saludaron los dos al mismo tiempo y se echaron a reír.—¡Tú primero! —De nuevo intentaron hablar y lo hicieron al mismo tiempo.