Christian se quedó por un momento viendo a Lyn, atender la llamada, los gritos del hombre eran tan fuertes que se lograban escuchar de manera clara, sin activar el alta voz.
Estuvo tentado a quedarse a escuchar toda la conversación entre padre e hija, pues le mortificaba esa actitud déspota del hombre para con la chica, sin embargo, se dio cuenta de que eso sería una medida de violación de su privacidad, no podía comportarse tan absorbente, por muchos deseos de protegerla. Salió a regañadientes de la sala de baño y se fue a buscarle el té.
—¡Maldita sea Lynda! ¿Acaso estás sorda? Te pregunté dónde diablos te habías metido, y me tienes aquí como un estúpido esperando tu respuesta —la chica cerró los ojos, respiró profundo. Y contó hasta tres antes de responderle.
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Christian no pudo evitar observarla de pies a cabeza, una corriente de excitación le recorrió el cuerpo, su pene se irguió dentro del pantalón, sus ojos se nublaron producto del deseo, era hermosa, frágil, tenía la piel tan blanca como un copo de nieve, sus pezones sonrosados resaltaban en sus dos cúspides, como jugosas cerezas maduras.Una parte de él, la salvaje, quería brincarle encima, abrir sus piernas, enterrarse en lo más profundo de su cuerpo, sentir como la carne perforaba la de ella, hacerla gemir de placer y marcarla como suya para siempre, pero la parte racional, le decía que no estaba bien, quizás Lyn estaba tomando esa decisión en un acto impulsivo y no estaba bien aprovecharse.Se acercó a ella, se acuclilló en el suelo para recoger la toalla que había arrojado y poder cubrirla, no es porque no la deseara, sino porqu
Estaban sumidos en esas sensaciones tan devastadoras, cada roce los elevaba, a un estado para ninguno conocido, a ella porque nunca tuvo ningún contacto íntimo con ningún hombre, no le había llamado la atención alguien lo suficientemente, para querer llegar tan lejos como le estaba permitiendo llegar a Christian en ese momento. Por otra parte, lo que conocía del tema, era porque leyó sobre ello e incluso, un par de veces por curiosidad, vio películas subidas de tono.Él, porque a pesar de haberse acostado con varias mujeres a lo largo de su vida, solo fue sexo, mecánico, donde no permitía que lo tocaran, aunque tampoco él las exploraba mucho; jamás le hubiese permitido a ninguna de ellas, hacer lo que estaba haciendo en ese momento, la hermosa princesa sentada a horcajadas encima de él.Christian siguió chupando como poseso, uno de
Abby sintió hambre, desde el momento que comió con Lynda no había vuelto a probar bocado, ni siquiera un vaso de agua se tomó. Por eso, aun cuando no estaba muy convencida, terminó bajando a la cocina a regañadientes, entró al acogedor lugar, por un momento se quedó observando sorprendida, definitivamente era un lugar en extremo lujoso, con una cantidad impresionante de mobiliarios y aparatos eléctricos, serían la sensación o la locura de un chef, nunca imaginó ver un lugar tan maravilloso, personalmente, aunque lo vio en televisión.Cuando reaccionó, caminó a la nevera, se quedó con la boca abierta, customizada con dispensador de hielo, pantalla plana de televisión y máquina de café, una Meneghini La Cambusa, un diseño italiano, con tres puertas de enormes dimensiones y diferentes compartimentos.
Christian se bajó enfurecido, aunque la pelo rosa no le era muy simpática, al final era la mejor amiga de Lyn, y si esta estaba perturbada, su mujer terminaría sufriendo también y no estaba dispuesto a que ella sufriera en lo más mínimo, porque la amaba y solo quería verle el rostro lleno de felicidad, eso lo llenaba de forma increíble.Caminó por los pasillos de la mansión con destino al despacho de Leonard, para su buena suerte nadie lo detuvo, al llegar frente a la puerta, la abrió de una sola patada, haciéndola golpear de manera violenta contra la pared, cuando el moreno escuchó el golpe se levantó del escritorio enfadado, donde hasta hace pocos minutos, se estaba arrepintiendo de su comportamiento tan miserable con Abby.—¡¿Qué demonios haces en mi casa?! ¿Por qué te atreves a entrar de esa mane
Lynda se despertó, se estiró con lentitud, mientras a su mente llegaban los recuerdos del sueño que había tenido con Christian, nunca imaginó sentir tanta felicidad, giró la vista hacia la cama de Abby queriendo conversar con ella, se acostaron tarde contándose lo sucedido, su amiga estaba muy triste por cómo Leo la trató y a decir verdad, ella estaba desconcertada por esa actitud, porque le pareció un caballero al momento de conocerlo y no lo creyó capaz de comportarse de esa forma, frunció el ceño al no verla, tal vez se levantó temprano a desayunar, pensó.Antes de poder salir a recorrer la casa a ver dónde la encontraba, su celular repicó y se levantó de un salto a atenderlo, cuando miró en el identificador de llamadas, se trataba de Christian, lo atendió con rapidez.—Aló mi amor —saludaron los dos al mismo tiempo y se echaron a reír.—¡Tú primero! —De nuevo intentaron hablar y lo hicieron al mismo tiempo.
Christian apretó sus manos enojado, debía controlarse frente a la arpía, le provocaba tomarla por el cuello y apretárselo hasta quebrárselo, pero no podía hacer eso, Lyn no le perdonaría acabara con la vida de su hermana por muy perra que está fuera. Había salido tan venenosa como su padre, no entendía como la mujer a quien amaba llevaba la sangre de esos malparidos. —Entonces mi prometido ¿Lo tomas o lo dejas? Estoy esperando tu respuesta, puedo sentarme aquí, y esperar la llegada de mi hermanita con tranquilidad y te arriesgas a como reaccione y por más amor o ilusión que sienta por ti, terminará echándote a un lado, porque así es ella. Pese a sus palabras, por dentro estaba aterrada, rogaba en silencio para que su hermana no se le ocurriera salir, porque quien terminaría siendo descubierta sería ella. Esperaba la decisión de Christian antes de verla salir, para su alivio, así fue. —¡Tú ganas Lynda! En una semana
Lynda encerrada, miraba a todos lados buscando una manera de salir, le habían quitado su celular y ahora estaba allí, sin ninguna posibilidad de poder escapar, por eso debía enfrentar a su destino, el de casarse con quien sabe quien, para servir a los propósitos de su padre. No pudo evitar pensar en Abby, si ella estuviese en la ciudad, seguro la habría buscado y ayudado, pero ahora no tenía idea de dónde estaba, enseguida muchas inquietudes empezaron a rondar en su cabeza, ¿Por qué habría huido? ¿Será que Leonard le había hecho algo? ¿La echó? Lamentó no haber tenido el teléfono disponible al momento de su llamada, porque así le habría podido hacerle todas las preguntas que la inquietaban. Tomó un cuaderno y un lápiz y comenzó a dibujar, a veces cuando se sentía agobiada le daba por hacerlo, de hecho ese era su pasatiempo preferido, sin darse cuenta dibujó el rostro de Christian, se lo llevó a su pecho
Christian salió de su oficina y condujo a su casa, tenía intenciones de cambiarse para salir con Lyn, había preparado una noche romántica en el apartamento que le obsequiaría y estaba muy emocionado con ese encuentro.Por otra parte, tenía dos días sin ir a la mansión, quería darle una vuelta, saber cómo estaba Sally, su amigo lo había llamado, muy preocupado para decirle que ella se sentía sola, y deseaba regresarse a su casa, sin embargo, ante su situación de salud no era recomendable.Al entrar a la casa, le llamó mucho la atención la presencia de Sally en la antesala, como si hubiese estado esperándolo.—¡Sally! ¿Cómo estás? ¿Sabías que vendría hoy a la casa? —preguntó curioso, aunque sospechaba que su amigo pudo haberle co