Abby sintió hambre, desde el momento que comió con Lynda no había vuelto a probar bocado, ni siquiera un vaso de agua se tomó. Por eso, aun cuando no estaba muy convencida, terminó bajando a la cocina a regañadientes, entró al acogedor lugar, por un momento se quedó observando sorprendida, definitivamente era un lugar en extremo lujoso, con una cantidad impresionante de mobiliarios y aparatos eléctricos, serían la sensación o la locura de un chef, nunca imaginó ver un lugar tan maravilloso, personalmente, aunque lo vio en televisión.
Cuando reaccionó, caminó a la nevera, se quedó con la boca abierta, customizada con dispensador de hielo, pantalla plana de televisión y máquina de café, una Meneghini La Cambusa, un diseño italiano, con tres puertas de enormes dimensiones y diferentes compartimentos.
Christian se bajó enfurecido, aunque la pelo rosa no le era muy simpática, al final era la mejor amiga de Lyn, y si esta estaba perturbada, su mujer terminaría sufriendo también y no estaba dispuesto a que ella sufriera en lo más mínimo, porque la amaba y solo quería verle el rostro lleno de felicidad, eso lo llenaba de forma increíble.Caminó por los pasillos de la mansión con destino al despacho de Leonard, para su buena suerte nadie lo detuvo, al llegar frente a la puerta, la abrió de una sola patada, haciéndola golpear de manera violenta contra la pared, cuando el moreno escuchó el golpe se levantó del escritorio enfadado, donde hasta hace pocos minutos, se estaba arrepintiendo de su comportamiento tan miserable con Abby.—¡¿Qué demonios haces en mi casa?! ¿Por qué te atreves a entrar de esa mane
Lynda se despertó, se estiró con lentitud, mientras a su mente llegaban los recuerdos del sueño que había tenido con Christian, nunca imaginó sentir tanta felicidad, giró la vista hacia la cama de Abby queriendo conversar con ella, se acostaron tarde contándose lo sucedido, su amiga estaba muy triste por cómo Leo la trató y a decir verdad, ella estaba desconcertada por esa actitud, porque le pareció un caballero al momento de conocerlo y no lo creyó capaz de comportarse de esa forma, frunció el ceño al no verla, tal vez se levantó temprano a desayunar, pensó.Antes de poder salir a recorrer la casa a ver dónde la encontraba, su celular repicó y se levantó de un salto a atenderlo, cuando miró en el identificador de llamadas, se trataba de Christian, lo atendió con rapidez.—Aló mi amor —saludaron los dos al mismo tiempo y se echaron a reír.—¡Tú primero! —De nuevo intentaron hablar y lo hicieron al mismo tiempo.
Christian apretó sus manos enojado, debía controlarse frente a la arpía, le provocaba tomarla por el cuello y apretárselo hasta quebrárselo, pero no podía hacer eso, Lyn no le perdonaría acabara con la vida de su hermana por muy perra que está fuera. Había salido tan venenosa como su padre, no entendía como la mujer a quien amaba llevaba la sangre de esos malparidos. —Entonces mi prometido ¿Lo tomas o lo dejas? Estoy esperando tu respuesta, puedo sentarme aquí, y esperar la llegada de mi hermanita con tranquilidad y te arriesgas a como reaccione y por más amor o ilusión que sienta por ti, terminará echándote a un lado, porque así es ella. Pese a sus palabras, por dentro estaba aterrada, rogaba en silencio para que su hermana no se le ocurriera salir, porque quien terminaría siendo descubierta sería ella. Esperaba la decisión de Christian antes de verla salir, para su alivio, así fue. —¡Tú ganas Lynda! En una semana
Lynda encerrada, miraba a todos lados buscando una manera de salir, le habían quitado su celular y ahora estaba allí, sin ninguna posibilidad de poder escapar, por eso debía enfrentar a su destino, el de casarse con quien sabe quien, para servir a los propósitos de su padre. No pudo evitar pensar en Abby, si ella estuviese en la ciudad, seguro la habría buscado y ayudado, pero ahora no tenía idea de dónde estaba, enseguida muchas inquietudes empezaron a rondar en su cabeza, ¿Por qué habría huido? ¿Será que Leonard le había hecho algo? ¿La echó? Lamentó no haber tenido el teléfono disponible al momento de su llamada, porque así le habría podido hacerle todas las preguntas que la inquietaban. Tomó un cuaderno y un lápiz y comenzó a dibujar, a veces cuando se sentía agobiada le daba por hacerlo, de hecho ese era su pasatiempo preferido, sin darse cuenta dibujó el rostro de Christian, se lo llevó a su pecho
Christian salió de su oficina y condujo a su casa, tenía intenciones de cambiarse para salir con Lyn, había preparado una noche romántica en el apartamento que le obsequiaría y estaba muy emocionado con ese encuentro.Por otra parte, tenía dos días sin ir a la mansión, quería darle una vuelta, saber cómo estaba Sally, su amigo lo había llamado, muy preocupado para decirle que ella se sentía sola, y deseaba regresarse a su casa, sin embargo, ante su situación de salud no era recomendable.Al entrar a la casa, le llamó mucho la atención la presencia de Sally en la antesala, como si hubiese estado esperándolo.—¡Sally! ¿Cómo estás? ¿Sabías que vendría hoy a la casa? —preguntó curioso, aunque sospechaba que su amigo pudo haberle co
Lynnet se quedó observando a Christian un poco contrariada, porque pese a estar desnuda frente a él, no tuvo ninguna reacción, aunque la miraba no se acercó a ella como esperaba, pero si vio su gesto de duda dibujarse en su rostro, eso la hizo temer no solo su rechazo, sino que terminara descubriendo la verdad. Por eso sin dejarlo pensar un minuto más se le fue encima, haciéndolo caer en el sofá.Se sentó a horcajadas encima de él, comenzó a desabrocharle los botones, abriéndole la camisa y pasando sus dedos por su escultural torso, acercó a su boca a la suya y lo besó, se abrió paso, introduciendo su lengua con desesperación, mientras movía sus caderas y rozaba su pelvis con su miembr0, sin embargo, sintió que la reacción del hombre no era lo que esperaba.Dejó de besarlo y lo observó con curiosidad.
La rabia lo corroía por dentro como un ácido, abriéndose paso en su interior para explotar como un peligroso volcán, muy bien pudiera utilizar esa escena para romper ese compromiso y ser feliz con la mujer a quien realmente amaba, pero no, ahora más que nunca estaba dispuesto a hacer pagar a esa descarada por su comportamiento.Se acercó a ellos con rabia, sin decir nada agarró al tipo y le dio un par de golpes en el rostro, para luego agarrarlo con violencia por la solapa de su traje, mientras el hombre asustado, trataba de cubrirse el rostro. Sin embargo, ella no se alteró, solo sonreía satisfecha, como si estuviese disfrutando de la escena, lo cual hizo agitar más el enojo del hombre en su interior.—¿Cómo puedes ser tan descarada? —inquirió el hombre con desprecio, aunque no se esperaba el caradurismo de la mujer al responderle.
—Con la autoridad que me confiere la ley y la iglesia los declaro unidos en matrimonio civil y religioso, como marido y mujer.Al escuchar las palabras del sacerdote, Lynda sintió como un profundo miedo se instalaba en sus tuétanos, y tuvo la impresión de que le estaban dictando una cruel sentencia. Se giró hacia Christian, esperando le diera el beso que se daban los novios al terminar la ceremonia, lo vio inclinarse, más no se dirigió a su boca, sino a su oído, para quienes los veían pensarían se trataba de un gesto amoroso, más no fue así.—Bienvenida a tu infierno personal, esposa —agregó con sarcasmo.Ella sintió la sangre helarse en su interior, retrocedió un paso, pero al hacerlo se enredó con el ruedo del vestido, tropezándose y hubiese caído de bruces en el piso, si no es porque