Lynnet se quedó observando a Christian un poco contrariada, porque pese a estar desnuda frente a él, no tuvo ninguna reacción, aunque la miraba no se acercó a ella como esperaba, pero si vio su gesto de duda dibujarse en su rostro, eso la hizo temer no solo su rechazo, sino que terminara descubriendo la verdad. Por eso sin dejarlo pensar un minuto más se le fue encima, haciéndolo caer en el sofá.
Se sentó a horcajadas encima de él, comenzó a desabrocharle los botones, abriéndole la camisa y pasando sus dedos por su escultural torso, acercó a su boca a la suya y lo besó, se abrió paso, introduciendo su lengua con desesperación, mientras movía sus caderas y rozaba su pelvis con su miembr0, sin embargo, sintió que la reacción del hombre no era lo que esperaba.Dejó de besarlo y lo observó con curiosidad.
La rabia lo corroía por dentro como un ácido, abriéndose paso en su interior para explotar como un peligroso volcán, muy bien pudiera utilizar esa escena para romper ese compromiso y ser feliz con la mujer a quien realmente amaba, pero no, ahora más que nunca estaba dispuesto a hacer pagar a esa descarada por su comportamiento.Se acercó a ellos con rabia, sin decir nada agarró al tipo y le dio un par de golpes en el rostro, para luego agarrarlo con violencia por la solapa de su traje, mientras el hombre asustado, trataba de cubrirse el rostro. Sin embargo, ella no se alteró, solo sonreía satisfecha, como si estuviese disfrutando de la escena, lo cual hizo agitar más el enojo del hombre en su interior.—¿Cómo puedes ser tan descarada? —inquirió el hombre con desprecio, aunque no se esperaba el caradurismo de la mujer al responderle.
—Con la autoridad que me confiere la ley y la iglesia los declaro unidos en matrimonio civil y religioso, como marido y mujer.Al escuchar las palabras del sacerdote, Lynda sintió como un profundo miedo se instalaba en sus tuétanos, y tuvo la impresión de que le estaban dictando una cruel sentencia. Se giró hacia Christian, esperando le diera el beso que se daban los novios al terminar la ceremonia, lo vio inclinarse, más no se dirigió a su boca, sino a su oído, para quienes los veían pensarían se trataba de un gesto amoroso, más no fue así.—Bienvenida a tu infierno personal, esposa —agregó con sarcasmo.Ella sintió la sangre helarse en su interior, retrocedió un paso, pero al hacerlo se enredó con el ruedo del vestido, tropezándose y hubiese caído de bruces en el piso, si no es porque
Lynda, sentía la boca furiosa de Cristian en sus labios, devorándolos con arrebato, aunque también sintió su cuerpo encenderse ante el contacto de las manos del hombre, pese a ello, no estaba dispuesta a que la trataran de esa manera, empezó a empujarlo con fuerza, para quitárselo de encima, pero él era más fuerte.Se aferró a su cuerpo, descendió por su cuello y como el vestido era obstáculo para tocarla, con las dos manos tomó los dos extremos del escote y lo empezó a destrozar.—¡No Christian! ¡Así no! —exclamó con un grito.—No te vengas a hacer la puritana conmigo, no recuerdas que te vi revolcándose con ese hombre el mismo día de nuestro compromiso y esta noche abrazada con ese niñato, seguramente si me tardaba unos minutos, te hubiese encontrado ret
Christian se quedó en la sala, escuchándola golpear la puerta con fuerza, aunado a sus gritos pidiendo ser sacada de allí, por un momento estuvo tentado a subir, abrazarla para calmar sus miedos, sin embargo, al final resistió el impulso, se quedó abajo con la mirada perdida.No sabía lo que le sucedía, su vida era un mar de confusión y aunque intentaba aclarar sus tan confusos pensamientos, estos terminaban cada vez más enmarañados “¿Cómo puedo sentirme de esa manera? ¿Se supone que amo a Lynnet ¿Por qué entonces siento esta necesidad de estar con Lynda y protegerla?” Se meció los cabellos en un gesto de frustración.Había decidió quedarse en la sala, sin embargo, sus planes quedaron frustrados, cuando su celular comenzó a sonar, por un momento lo vio como si de un animal v
Christian salió del departamento que le regaló a Lyn. Comenzó a conducir sin rumbo fijo, se sentía confundido, tenía la sensación de haberse perdido. Sin darse cuenta terminó en la cabaña donde estuvo por primera vez con ella, lo sucedido ese día inundó sus pensamientos, todo pasó en su mente como una especie de película, cuando terminó entregándose a él, seduciéndolo con sus ocurrencias, sus caricias, dándosela de atrevida cuando en realidad era inocente y nunca había estado con otro hombre.Paseo por cada rincón de la casa, terminó sonriendo en cada lugar donde recordó haber estado con ella.¿Será posible que Lynda fuera ella? Se preguntaba, sin embargo, recordó a la mujer que llegó a su oficina con aires de superioridad e insultó a todos en la oficina, esa era
Isaac vio a Lynda despertarse y cerrar los ojos de nuevo, para hacerse la dormida, justo luego de haber escuchado las palabras de Christian, sintió empatía por ella y decidió ayudarla.—¿Por qué no me haces un café? Es lo menos que puedes hacer por mí, vine ayudarte, aun cuando pasé toda la noche despierto, atendiendo un parto muy complicado, no me he podido tomar ni una sola taza, eso me produce dolor de cabeza y mal humor.Christian se quedó viéndolo con duda, porque no quería dejar a Lynda con su amigo, era uno de los hombres más peligrosos que conocía, solo se tardaba diez minutos en seducir a una mujer, extendió la mirada hacia su esposa, como la vio durmiendo afirmó con la cabeza, sin pronunciar palabra, salió de la habitación.Cuando Isaac vio que se quedaron solos,le habló a la
Christian caminaba de un lado a otro de la habitación con preocupación, esperaba con ansiedad la llegada de Isaac, su amigo no fue muy receptivo con él y era entendible después de lo sucedido, la angustia lo atenazaba por dentro, no desviaba la mirada de ella ni un solo momento, por más intentos de despertarla ella no lo hacía, desconocía si dormía o estaba inconsciente.Le puso pañitos de agua en la cabeza, cambiándolos cada cierto tiempo, así le bajaban la fiebre en el orfanato cuando estaban enfermos, pero en el caso de Lynda no era suficiente, la fiebre no cesaba.La llevó de nuevo a su habitación, no podía dejarla donde estaba antes, porque ya no era apta, se le encogió el corazón al pensar que terminó orinándose en la cama; ahora la tenía allí, luego de haberla aseado y peinado su cabello, parecía frágil, inocen
Christian no podía dejar de pensar en Lynda, sus palabras lo martillaban de forma continua. Llegó al edificio y no sentía ninguna emoción de ver a Lynnet, todo lo contrario, le provocaba malestar tener que estar allí, sacó las llaves del departamento, el cual estaba en completo desastre como si hubiese pasado un huracán, no pudo evitar sentir repulsión.Caminó a la habitación y allí la encontró acostada, tenía los ojos cerrados.—Mi amor, ¡Llegaste! Al fin, me tenía triste el no verte, no he dejado de vomitar, creo que pesqué algún virus, casi no he comido, no tolero nada en el estómago —respondió ella cariñosamente, iba a besarlo, pero Christian puso la mano en su boca para evitarlo.—¡No me beses! —ella frunció el ceño desconcertada—. Si tienes un virus puedes contagi&