Christian se quedó en la sala, escuchándola golpear la puerta con fuerza, aunado a sus gritos pidiendo ser sacada de allí, por un momento estuvo tentado a subir, abrazarla para calmar sus miedos, sin embargo, al final resistió el impulso, se quedó abajo con la mirada perdida.
No sabía lo que le sucedía, su vida era un mar de confusión y aunque intentaba aclarar sus tan confusos pensamientos, estos terminaban cada vez más enmarañados “¿Cómo puedo sentirme de esa manera? ¿Se supone que amo a Lynnet ¿Por qué entonces siento esta necesidad de estar con Lynda y protegerla?” Se meció los cabellos en un gesto de frustración.
Había decidió quedarse en la sala, sin embargo, sus planes quedaron frustrados, cuando su celular comenzó a sonar, por un momento lo vio como si de un animal v
Christian salió del departamento que le regaló a Lyn. Comenzó a conducir sin rumbo fijo, se sentía confundido, tenía la sensación de haberse perdido. Sin darse cuenta terminó en la cabaña donde estuvo por primera vez con ella, lo sucedido ese día inundó sus pensamientos, todo pasó en su mente como una especie de película, cuando terminó entregándose a él, seduciéndolo con sus ocurrencias, sus caricias, dándosela de atrevida cuando en realidad era inocente y nunca había estado con otro hombre.Paseo por cada rincón de la casa, terminó sonriendo en cada lugar donde recordó haber estado con ella.¿Será posible que Lynda fuera ella? Se preguntaba, sin embargo, recordó a la mujer que llegó a su oficina con aires de superioridad e insultó a todos en la oficina, esa era
Isaac vio a Lynda despertarse y cerrar los ojos de nuevo, para hacerse la dormida, justo luego de haber escuchado las palabras de Christian, sintió empatía por ella y decidió ayudarla.—¿Por qué no me haces un café? Es lo menos que puedes hacer por mí, vine ayudarte, aun cuando pasé toda la noche despierto, atendiendo un parto muy complicado, no me he podido tomar ni una sola taza, eso me produce dolor de cabeza y mal humor.Christian se quedó viéndolo con duda, porque no quería dejar a Lynda con su amigo, era uno de los hombres más peligrosos que conocía, solo se tardaba diez minutos en seducir a una mujer, extendió la mirada hacia su esposa, como la vio durmiendo afirmó con la cabeza, sin pronunciar palabra, salió de la habitación.Cuando Isaac vio que se quedaron solos,le habló a la
Christian caminaba de un lado a otro de la habitación con preocupación, esperaba con ansiedad la llegada de Isaac, su amigo no fue muy receptivo con él y era entendible después de lo sucedido, la angustia lo atenazaba por dentro, no desviaba la mirada de ella ni un solo momento, por más intentos de despertarla ella no lo hacía, desconocía si dormía o estaba inconsciente.Le puso pañitos de agua en la cabeza, cambiándolos cada cierto tiempo, así le bajaban la fiebre en el orfanato cuando estaban enfermos, pero en el caso de Lynda no era suficiente, la fiebre no cesaba.La llevó de nuevo a su habitación, no podía dejarla donde estaba antes, porque ya no era apta, se le encogió el corazón al pensar que terminó orinándose en la cama; ahora la tenía allí, luego de haberla aseado y peinado su cabello, parecía frágil, inocen
Christian no podía dejar de pensar en Lynda, sus palabras lo martillaban de forma continua. Llegó al edificio y no sentía ninguna emoción de ver a Lynnet, todo lo contrario, le provocaba malestar tener que estar allí, sacó las llaves del departamento, el cual estaba en completo desastre como si hubiese pasado un huracán, no pudo evitar sentir repulsión.Caminó a la habitación y allí la encontró acostada, tenía los ojos cerrados.—Mi amor, ¡Llegaste! Al fin, me tenía triste el no verte, no he dejado de vomitar, creo que pesqué algún virus, casi no he comido, no tolero nada en el estómago —respondió ella cariñosamente, iba a besarlo, pero Christian puso la mano en su boca para evitarlo.—¡No me beses! —ella frunció el ceño desconcertada—. Si tienes un virus puedes contagi&
Lynda llegó a la otra habitación acompañada de Isaac, cuando entraron, las lágrimas comenzaron a rodar a borbotones por su rostro, por más intentos de controlarse no pudo evitarlo, se sentía demasiado triste, no podía entender por qué Christian la trataba de esa manera, “¿Cómo puede ser tan idiota ese hombre, para no darse cuenta de la verdad?”, pensó, por segundos estuvo debatiéndose en su interior, si intentar hacerlo entender, buscando prueba de su identidad o simplemente pasar la página y ya.Isaac se giró, vio su expresión de tristeza, nunca le había sucedido, mas sus instintos lo impelían a protegerla, se acercó a ella y la abrazó, no obstante, terminó quebrándose entre sus brazos, por varios minutos, su cuerpo se estremeció producto del llanto, al punto de no quedarle ni una sola lágri
El cuerpo de Lynda se tensó al escuchar las estupideces dichas por Christian, no podía creer sus palabras, para empezar no tenía ningún derecho de dirigirse a ella de esa manera, porque si pensaba que ella no era la mujer de quien se había enamorado, a pesar de estar casada con él, podría hacer como se le diera la gana y a él no debería importarle con quien se acostaba o no. Sin embargo, prefirió no responderle eso, porque causaría más complicaciones, entonces optó por insultarlo.—Christian Goldman, tú no tienes derecho a llamar bastardo a mi hijo, porque sin importarme lo que tú pienses, te puedo asegurar, fue concebido con amor, aunque después su padre haya resultado un reverendo animal —pronunció con indignación.Entretanto, él se acercó a ella de forma peligrosa y con su rostro cercano a
Christian sintió sus muslos arder al sentir la sopa en su regazo, aunque para su buena suerte no estaba muy caliente, solo tibia porque de lo contrario las consecuencias serían desastrosas. En un principio, se molestó muchísimo, porque no lo esperaba, mas ahora no podía dejar de reírse a carcajadas al recordar la cara de Lynda, y en su interior se sintió satisfecho, porque todo eso le indicaba que su rabia fue producto de los celos.Se levantó de la mesa sacó su cartera y entregó la tarjeta al mesonero.—Por favor, pague las dos cuentas y pida un servicio de taxi —ordenó con firmeza.—¡Dios! No puedo creer lo que ha sido capaz de hacer esa descarada ¡Está loca! —expresó tomando los cubiertos para alimentarse, tarde se dio cuenta de su error, cuando vio la mirada severa del hombre sobre él.
Christian los escuchó llegar, al momento de abrir la puerta y cuando Isaac, le pidió que lo llamara, ella le respondió con una broma y en ese instante se acordó que debía comprarle un celular, sin embargo, en menos de dos minutos, el hombre salió y le buscó uno, debió contenerse para no salir en ese momento a partirle la cara, respiró profundo. La escuchó traer unas bolsas a la cocina, pero él se escondió para evitar ser visto, salió fue cuando ella se colocó de espaldas, al girarse se puso pálida, casi se desmaya al darse cuenta de su presencia, no pudo evitar mirarla con deseo, era hermosa, sin embargo, ella no se sentía muy agradada, pudo observar como en su rostro pasaba de una expresión a otra en milésimas de segundos. —¡¿Qué estás haciendo aquí?! ¿Por qué te escondes cómo un vulgar delincuente? ¿Acaso quieres matarme de un infarto? Claro entiendo, amas tanto a tu Lynnet que deseas enviudar para casarte con ella y… —no la dejó segui