Christian bajó en el ascensor privado de su oficina, y llegó al lobby del edificio, donde observó a la mujer, con el mismo aspecto a la chica que le gustaba, mas esta era altanera, grosera, mientras la otra era sencilla, tímida. Esta peleaba encimándosele a uno de los miembros de seguridad, amenazándolo con golpearlo, entretanto este se cubría el rostro para evitar el ataque.
—¡Maldito infeliz! ¿Sabes quién soy yo? Soy la futura esposa de Christian Goldman, tu jefe y cuando me case, lo primero que haré es despedirlos a todos ustedes, ¡Desgraciados bastardos! —espetó furiosa.
Justo cuando ella alzaba la mano para propinarle una bofetada al hombre, Christian llegó a su lado y la detuvo, sosteniéndole la mano con fuerza.
—¡No se te ocurra tocarlo! Porque te vas a arrepentir ¡¿Qui&
Lynda llegó a las instalaciones del emporio empresarial Goldman, un edificio bastante lujoso y uno de los más impresionantes de la ciudad, no obstante, no tuvo oportunidad de observar el vestíbulo, porque ingresaron por el estacionamiento del sótano. Inmediatamente se dirigieron al ascensor de servicio, junto con sus demás compañeras, todas mujeres. —¿Eres una de las chicas nuevas? —La joven respondió, moviendo su cabeza de forma positiva. » Estamos a la orden, cualquier cosa que necesites no dudes en acudir a mí y te ayudaré, por cierto, trata de mantenerte bajo perfil, el CEO de esta empresa es un déspota, mientras menos lo veas mucho mejor, su oficina debes limpiarla, solo cuando no se encuentre y verificar primero su ausencia, regularmente sale una hora al mediodía, por ello debes calcular tu tiempo y tardar lo justo, ni un minuto más. —Entiendo —respondió Lynda poniéndole atención a cada
Lynda se quedó observándolo, sintiendo una mezcla de desconcierto y alegría por su reacción, nunca nadie había tenido hacia ella, el mínimo indicio de posesión y darse cuenta de que inspiraba en un hombre como él ese sentimiento, la hizo sonreír emocionada, sin embargo, Christian malinterpretó esa sonrisa; como hasta ahora solo conocía mujeres manipuladoras, no entendía o mejor dicho, no conocía la naturaleza distinta de la joven. —¿Acaso te complace hacerme sentir celoso? —Ella alzó las cejas ante su pregunta—. Claro todas las mujeres buscan eso, embaucar a un hombre, hacerlos enloquecer y cuando lo tienen a su merced, usarlos y desecharlos para encontrarse una nueva víctima —expresó pensativo, mientras a su mente llegaban los recuerdos de su madre y como se había comportado con su padre. Una mueca de disgusto se le dibujó en el rostro, mientras pensaba que si Lyn era hija de un ser tan despreciable como Jonás y tenía una hermana
La mujer se puso pálida, al ver al mismo CEO de Goldman, allí frente a ella reclamándole la acción en contra de la chica de limpieza.—Disculpe señor —tartamudeó, apenas conteniendo los nervios— fue un accidente, yo solo quería tomar el cesto de b4sura y se me cayó.—¡¿Acaso me crees idiota?! —inquirió indignado—. Vi lo suficiente para saber lo sucedido, primero le cruzaste por el piso mojado, segundo, le arrojaste un vaso de agua, alegando un accidente y cuando viste que ella no se inmutó por tu comportamiento, te causó molestia y terminaste vaciando el cesto.La mujer hizo amago de defenderse, pero Christian estaba tan enfadado, no se lo permitió.—Recoge tus cosas y tienes exactamente —miró el reloj en su muñeca—. Tres minutos, ni uno
Christian no podía evitar sentir ese miedo recorrerlo, como un invisible enemigo capaz de neutralizarlo y poner su mundo de cabeza, así fue cuando murió su padre, se sintió solo, abandonado, porque solo él había estado para atenderlo, jugar, hablar, se divertían tanto juntos, fue el único amor paternal recibido.Su madre era la eterna ausente, casi nunca estaba, no tenía ningún interés en atenderlo y entablar algún vínculo con un chiquillo como él. Pocas veces recibió algún afecto de su parte, era dura, no mostraba ninguna empatía, su padre siempre la justificaba, diciéndole que debía entenderla, pues ella era una mujer muy joven, a quien le tocó ser madre y esposa a temprana edad, no vivió algunas etapas de su vida y por eso se comportaba de esa manera.Mientras esos pensamientos lo conmoví
Christian la vio bajar del auto y sintió una opresión en el pecho, no quería dejarla ir, no cuando se sintió tan diferente después de compartir con ella, volvió a sonreír, a sentirse vivo en todos los sentidos, sin importarle el lugar, el tráfico, dejar su Ferrari abandonado, salió corriendo detrás de ella, mientras le pedía parar.—¡Lyn por favor! No te vayas, déjame y te explico, no hay nadie con quien quisiera pasar el resto de mi vida, sino contigo —habló en tono suplicante.A pesar de haberlo escuchado, ella seguía caminando, llevándose a los demás transeúntes por delante, era hora pico y estaban regresando de su trabajo, por eso caminaban aglomerados en exceso, giró su vista hacia atrás y vio a Christian, con una expresión de angustia en su rostro, al mismo tiempo, se encogí
Christian se quedó observándola por un par de segundos, sorprendido por su actitud, pensando cuáles palabras lo ayudarían a apaciguar la molestia de la chica.—Nunca te he dicho que deba contraer matrimonio con otra, dije fue que debía resolver unos asuntos antes, para poder estar contigo —respondió acercándose de nuevo a ella, quien no dudó en retroceder ante su cercanía.—Por tus palabras deduje era eso, ¿Ahora vas a retractarte de tu confesión e intentar negarlo? —preguntó la chica con un semblante de curiosidad.—Lyn —comenzó a decir suspirando—. Hay cosas muy complejas en la vida, muchas veces somos obligados por las circunstancias a actuar de una manera distinta a cómo podríamos pensar.—Ahora me vas a dar un discurso para convencerme, nadie pu
Christian se quedó por un momento viendo a Lyn, atender la llamada, los gritos del hombre eran tan fuertes que se lograban escuchar de manera clara, sin activar el alta voz.Estuvo tentado a quedarse a escuchar toda la conversación entre padre e hija, pues le mortificaba esa actitud déspota del hombre para con la chica, sin embargo, se dio cuenta de que eso sería una medida de violación de su privacidad, no podía comportarse tan absorbente, por muchos deseos de protegerla. Salió a regañadientes de la sala de baño y se fue a buscarle el té.—¡Maldita sea Lynda! ¿Acaso estás sorda? Te pregunté dónde diablos te habías metido, y me tienes aquí como un estúpido esperando tu respuesta —la chica cerró los ojos, respiró profundo. Y contó hasta tres antes de responderle.&nb
Christian no pudo evitar observarla de pies a cabeza, una corriente de excitación le recorrió el cuerpo, su pene se irguió dentro del pantalón, sus ojos se nublaron producto del deseo, era hermosa, frágil, tenía la piel tan blanca como un copo de nieve, sus pezones sonrosados resaltaban en sus dos cúspides, como jugosas cerezas maduras.Una parte de él, la salvaje, quería brincarle encima, abrir sus piernas, enterrarse en lo más profundo de su cuerpo, sentir como la carne perforaba la de ella, hacerla gemir de placer y marcarla como suya para siempre, pero la parte racional, le decía que no estaba bien, quizás Lyn estaba tomando esa decisión en un acto impulsivo y no estaba bien aprovecharse.Se acercó a ella, se acuclilló en el suelo para recoger la toalla que había arrojado y poder cubrirla, no es porque no la deseara, sino porqu