CAPÍTULO 83: COMPLOT EN LAS SOMBRAS.Y antes de que Greta pudiera procesar lo que acababa de escuchar, Svetlana se lanzó sobre ella con una velocidad inesperada. En cuestión de segundos, Greta estaba contra la pared, intentando inútilmente protegerse mientras Svetlana le daba un derechazo que la hizo tambalearse.—¡¿Qué demonios haces?! —gritó Greta, tratando de apartarse, pero Svetlana no le dio respiro.—¡Esto es por meterte con mi bebé! —gritó Svetlana mientras la sujetaba del cabello y le daba un empujón que la hizo caer al suelo.Greta gritaba como una loca, moviendo los brazos sin ningún tipo de coordinación, pero Svetlana estaba completamente fuera de control. Se subió sobre ella y comenzó a darle pequeños puñetazos mientras Greta seguía chillando.—¡Jamás! —gritó Svetlana, dándole una bofetada en la cara—. ¡Vuelvas! —Otra bofetada—. ¡A hablar de mi hijo!—¡Estás loca! —chilló Greta, tratando de zafarse, pero solo logró que Svetlana la sujetara con más fuerza.—¡¿Quién es la lo
CAPÍTULO 84: SOMBRAS EN LA MANSIÓN.La mansión respiraba un aire denso, preñado de secretos y mentiras. Mientras Enzo, a miles de kilómetros, se encontraba lejos y ajeno a la tormenta que se avecinaba.De un momento a otro, la silenciosa mansión se transformó en un infierno. Los disparos resonaron como ecos de muerte, mezclados con los gritos desgarradores de los sirvientes y el retumbar de botas pesadas.Svetlana se despertó con el corazón martillándole en el pecho. Apenas podía procesar lo que estaba sucediendo. Cada disparo era una advertencia de que el peligro estaba cada vez más cerca. Y cuando la puerta de su habitación se abrió de golpe, el tiempo pareció detenerse.En el umbral, Boris apareció como una sombra siniestra, su rostro iluminado por la tenue luz del amanecer. Pero no era la luz lo que llamaba la atención, sino la expresión cruel que deformaba su rostro. Sus ojos brillaban con una mezcla de ira y satisfacción, y su sonrisa torcida parecía una promesa de sufrimiento.
CAPÍTULO 85: ¡MÁS TE VALE QUE ME MATES!La habitación estaba cargada de tensión; el aire pesaba como una losa sobre los hombros de Svetlana mientras luchaba frenéticamente contra Boris. Él, un hombre alto y corpulento, apenas se inmutaba ante sus intentos desesperados por apartarlo. Su mano la inmovilizó con facilidad, y la sonrisa cruel que deformaba su rostro parecía alimentarse del miedo en los ojos de ella.—¿Eso es todo lo que tienes, Svetlana? —se burló, acercándose tanto que su aliento rancio golpeó el rostro de la mujer. Svetlana apartó la cara, asqueada, mientras él soltaba una carcajada seca—. Vamos, ¿dónde está la fiera que me amenazaba hace un momento?Con todas sus fuerzas, Svetlana intentó liberarse, pateando y arañando, pero Boris no cedía. Su voz salió entrecortada, cargada de furia y desafío.—¡Te cortaré las bolas, Boris! ¡Y Enzo te las hará tragar!La risa de Boris retumbó en la habitación, una explosión gutural que parecía llenar cada rincón.—¿Escucharon eso, chic
CAPÍTULO 86: ¿VINISTE A VER SI ESTABA MUERTA?La presencia de Cassio llenó la habitación como una tormenta; su mirada era fría y calculadora, y en su mano sostenía un arma que apuntaba directamente a Boris. Su voz resonó como un trueno.—Si pensaste que Enzo dejaría desprotegida a su esposa, eres más estúpido de lo que pareces —dijo, soltando una risa corta y desviando la mirada hacia Svetlana, como si quisiera tranquilizarla—. ¿Sabes lo que me dijo antes de que viniera? Que si algo le pasaba a su Lana, él mismo incendiaría el maldito mundo. Así que, sí, está hasta las malditas bolas de amor por ti.El corazón de Svetlana se hinchó de emoción y amor, mientras que la furia de Boris se encendió como una chispa en un barril de pólvora. Apretó los dientes y trató de hablar, pero Cassio no le dio oportunidad.—¿Quieres saber cómo supe de tu pequeña rebelión, maldito traidor? —continuó, dando un paso más hacia él—. Fue fácil. Tus hombres son tan leales como ratas en un barco que se hunde. U
CAPITULO 87: PRONTO CON PAPÁ.En cuanto Greta salió de la habitación, Lana se quedó mirando a Cassio con los ojos entrecerrados, claramente confundida.—¿Qué pasa con ella? —preguntó, cruzándose de brazos.Cassio le devolvió una mirada breve, antes de apartarse de Boris y caminar hacia un rincón más apartado. Bajó la voz, pero su tono seguía siendo claro.—Sí, tiene no sé qué m*****a enfermedad, pero sucedió hace un año... —se detuvo un momento, como si las palabras fueran difíciles de decir—. Específicamente el día que... bueno, el día que te fuiste. El día que tu padre atacó a Enzo.Lana lo miró con incredulidad. Su mente viajó rápidamente a ese día, recordando cada detalle. Negó con la cabeza casi de inmediato, como si rechazara la idea por completo.—No, hay un error, Cassio. Mi padre... él no hizo nada ese día. Yo había regresado por Enzo, pero entonces lo vi con ella y...Cassio asintió lentamente, como si ya supiera lo que Lana iba a decir.—Lana, Greta y Enzo sí tuvieron algo e
CAPÍTULO 88: ESTE ES MI HIJO.Enzo cruzó el portón de hierro que protegía la propiedad de Fiodor, flanqueado por sus hombres. El aire estaba cargado de tensión, y el crujir de la grava bajo sus botas parecía resonar con más fuerza de lo normal. Apenas habían dado unos pasos cuando los hombres de Fiodor surgieron de las sombras, armados y con semblantes hostiles.—¡Alto ahí! —gruñó uno de ellos, apuntando con su rifle—. Aquí no se negocia con el enemigo.Enzo sonrió con frialdad, una sonrisa vacía que no alcanzaba sus ojos. Dio un paso al frente, ignorando cómo los rifles se alzaban en su dirección.—Enemigo... —murmuró—. Ese enemigo del que hablas es el marido de la hija de tu jefe.Las palabras cayeron como un martillo. El hombre frente a él frunció el ceño, pero antes de que pudiera responder, Enzo lo miró directamente a los ojos, su voz firme y glacial.—Exijo ver a Fiodor. Ahora.Un silencio tenso se apoderó del lugar. Los hombres intercambiaron miradas, inseguros, pero ninguno ba
CAPÍTULO 89: SEI MIO BAMBINO. Enzo sostuvo al bebé contra su pecho, asegurándose de protegerlo con su cuerpo mientras retrocedía con cuidado. Los pasos eran lentos, calculados, y sus ojos permanecían fijos en Ivan, quien todavía lo apuntaba con una pistola. —Devuélveme al niño, Enzo. —Su voz temblaba ligeramente, cargada de ira contenida—. No tienes derecho a él. Enzo arqueó una ceja; su mirada se volvió fría como el acero. Bajó los ojos hacia el pequeño en sus brazos, y su expresión se suavizó apenas un instante antes de volver a enfrentar al hombre con la misma frialdad de siempre. —Es mi hijo. Es un Bianchi. —Las palabras fueron tajantes, casi como una sentencia. Ivan apretó los dientes con tanta fuerza que parecía que iba a partirlos. En su interior, un torbellino de emociones se desató. «Un Bianchi», pensó con asco. «No tiene derecho a llamarlo así. No después de lo que hizo. No después de la sangre que derramó…» Su voz se alzó, cargada de odio: —Estás rodeado, Enzo. No ha
CAPÍTULO 90: TE ESTA ESPERANDO. El caos había terminado de repente. El pasillo, que momentos antes había sido un escenario de gritos y violencia, quedó en un silencio sepulcral. En medio de esa calma inquietante, los pasos de unas botas pesadas comenzaron a resonar, cada golpe firme acercándose más.Dima apareció al final del corredor, acompañado de varios hombres. Su presencia llenaba el lugar de una tensión helada. Su rostro era una máscara de indiferencia, completamente inescrutable, mientras sus ojos recorrían la escena. Pero al ver a Iván tendido en el suelo, su mirada cambió. Sus ojos se entrecerraron al notar la sangre fluyendo lentamente del cuerpo de su hijo. De pronto, una voz temblorosa rompió el silencio:—¡E… el… Él fue herido, señor! Y ese otro hombre… se llevó al bebé. Era la niñera, quien, a pesar de estar aterrorizada, había reunido algo de valor e intentaba acercarse a Iván. Su respiración era rápida y entrecortada, sus manos temblaban al extenderlas hacia el jove