CAPÍTULO 86: ¿VINISTE A VER SI ESTABA MUERTA?La presencia de Cassio llenó la habitación como una tormenta; su mirada era fría y calculadora, y en su mano sostenía un arma que apuntaba directamente a Boris. Su voz resonó como un trueno.—Si pensaste que Enzo dejaría desprotegida a su esposa, eres más estúpido de lo que pareces —dijo, soltando una risa corta y desviando la mirada hacia Svetlana, como si quisiera tranquilizarla—. ¿Sabes lo que me dijo antes de que viniera? Que si algo le pasaba a su Lana, él mismo incendiaría el maldito mundo. Así que, sí, está hasta las malditas bolas de amor por ti.El corazón de Svetlana se hinchó de emoción y amor, mientras que la furia de Boris se encendió como una chispa en un barril de pólvora. Apretó los dientes y trató de hablar, pero Cassio no le dio oportunidad.—¿Quieres saber cómo supe de tu pequeña rebelión, maldito traidor? —continuó, dando un paso más hacia él—. Fue fácil. Tus hombres son tan leales como ratas en un barco que se hunde. U
CAPITULO 87: PRONTO CON PAPÁ.En cuanto Greta salió de la habitación, Lana se quedó mirando a Cassio con los ojos entrecerrados, claramente confundida.—¿Qué pasa con ella? —preguntó, cruzándose de brazos.Cassio le devolvió una mirada breve, antes de apartarse de Boris y caminar hacia un rincón más apartado. Bajó la voz, pero su tono seguía siendo claro.—Sí, tiene no sé qué m*****a enfermedad, pero sucedió hace un año... —se detuvo un momento, como si las palabras fueran difíciles de decir—. Específicamente el día que... bueno, el día que te fuiste. El día que tu padre atacó a Enzo.Lana lo miró con incredulidad. Su mente viajó rápidamente a ese día, recordando cada detalle. Negó con la cabeza casi de inmediato, como si rechazara la idea por completo.—No, hay un error, Cassio. Mi padre... él no hizo nada ese día. Yo había regresado por Enzo, pero entonces lo vi con ella y...Cassio asintió lentamente, como si ya supiera lo que Lana iba a decir.—Lana, Greta y Enzo sí tuvieron algo e
CAPÍTULO 88: ESTE ES MI HIJO.Enzo cruzó el portón de hierro que protegía la propiedad de Fiodor, flanqueado por sus hombres. El aire estaba cargado de tensión, y el crujir de la grava bajo sus botas parecía resonar con más fuerza de lo normal. Apenas habían dado unos pasos cuando los hombres de Fiodor surgieron de las sombras, armados y con semblantes hostiles.—¡Alto ahí! —gruñó uno de ellos, apuntando con su rifle—. Aquí no se negocia con el enemigo.Enzo sonrió con frialdad, una sonrisa vacía que no alcanzaba sus ojos. Dio un paso al frente, ignorando cómo los rifles se alzaban en su dirección.—Enemigo... —murmuró—. Ese enemigo del que hablas es el marido de la hija de tu jefe.Las palabras cayeron como un martillo. El hombre frente a él frunció el ceño, pero antes de que pudiera responder, Enzo lo miró directamente a los ojos, su voz firme y glacial.—Exijo ver a Fiodor. Ahora.Un silencio tenso se apoderó del lugar. Los hombres intercambiaron miradas, inseguros, pero ninguno ba
CAPÍTULO 89: SEI MIO BAMBINO. Enzo sostuvo al bebé contra su pecho, asegurándose de protegerlo con su cuerpo mientras retrocedía con cuidado. Los pasos eran lentos, calculados, y sus ojos permanecían fijos en Ivan, quien todavía lo apuntaba con una pistola. —Devuélveme al niño, Enzo. —Su voz temblaba ligeramente, cargada de ira contenida—. No tienes derecho a él. Enzo arqueó una ceja; su mirada se volvió fría como el acero. Bajó los ojos hacia el pequeño en sus brazos, y su expresión se suavizó apenas un instante antes de volver a enfrentar al hombre con la misma frialdad de siempre. —Es mi hijo. Es un Bianchi. —Las palabras fueron tajantes, casi como una sentencia. Ivan apretó los dientes con tanta fuerza que parecía que iba a partirlos. En su interior, un torbellino de emociones se desató. «Un Bianchi», pensó con asco. «No tiene derecho a llamarlo así. No después de lo que hizo. No después de la sangre que derramó…» Su voz se alzó, cargada de odio: —Estás rodeado, Enzo. No ha
CAPÍTULO 90: TE ESTA ESPERANDO. El caos había terminado de repente. El pasillo, que momentos antes había sido un escenario de gritos y violencia, quedó en un silencio sepulcral. En medio de esa calma inquietante, los pasos de unas botas pesadas comenzaron a resonar, cada golpe firme acercándose más.Dima apareció al final del corredor, acompañado de varios hombres. Su presencia llenaba el lugar de una tensión helada. Su rostro era una máscara de indiferencia, completamente inescrutable, mientras sus ojos recorrían la escena. Pero al ver a Iván tendido en el suelo, su mirada cambió. Sus ojos se entrecerraron al notar la sangre fluyendo lentamente del cuerpo de su hijo. De pronto, una voz temblorosa rompió el silencio:—¡E… el… Él fue herido, señor! Y ese otro hombre… se llevó al bebé. Era la niñera, quien, a pesar de estar aterrorizada, había reunido algo de valor e intentaba acercarse a Iván. Su respiración era rápida y entrecortada, sus manos temblaban al extenderlas hacia el jove
CAPÍTULO 91: CON TODO EL DOLOR QUE MERECE. Ella avanzó, sintiendo que su corazón se llenaba hasta desbordarse. Al llegar junto a ellos, Enzo extendió ligeramente al bebé, permitiéndole tomarlo con cuidado. Svetlana lo sostuvo entre sus brazos, sus dedos temblando mientras acariciaba la diminuta mejilla del niño. Una risa suave y nerviosa escapó de sus labios mientras las lágrimas finalmente caían, y sintió que el mundo entero desaparecía. —Mi amor... —susurró. Svetlana levantó la vista y encontró los ojos de su esposo, que la miraban con una intensidad que casi la hacía olvidar cómo respirar. Y en ese instante, supo con certeza que todo lo que había soportado, todas las batallas que había librado valían la pena. Tenía a su hijo en sus brazos y al hombre que amaba junto a ella. Enzo la observó con esa mirada que solo él tenía, feroz pero cargada de una ternura que pocos veían. Y su voz grave llenó la habitación con una suavidad inesperada. —Como te prometí, vita mia, aquí está nues
CAPITULO 92: PORQUE TE AMO.El beso fue todo menos calmado, una explosión de deseo contenido. Las manos de Enzo se movieron instintivamente por la espalda de Svetlana, deslizándose bajo la tela que ahora le parecía un obstáculo insoportable.—Dios, Svetlana, me vuelves loco —susurró contra sus labios, mientras sus dedos desabrochaban con urgencia los botones de su blusa—. Necesitaba esto... a ti.Ella respondió con una sonrisa traviesa, aunque sus respiraciones eran ya erráticas.—¿Así que pensaste en mí todas esas noches? —bromeó, mientras sus manos empezaban a deshacerse de la camisa de Enzo, sin dejar de mirarlo a los ojos.—Cada segundo —respondió él sin dudar —. Pero no eran solo pensamientos. Lo sentía... te sentía.Ese último comentario fue suficiente para romper cualquier barrera que pudiera quedar entre ellos. Svetlana deslizó su chaqueta por sus hombros y empujó la tela al suelo, mientras Enzo la levantaba ligeramente del suelo para acercarla aún más a él. Tropezaron con el
CAPÍTULO 93: AUNQUE HAYA BOMBAS.RUSIA.Iván abrió los ojos lentamente. La luz tenue lo desorientó al principio, y su cabeza palpitaba con un dolor sordo que parecía venir desde lo más profundo de su ser. Fue entonces cuando los recuerdos de su enfrentamiento con Enzo golpearon su mente como un rayo. Las imágenes eran confusas pero intensas: los gritos, el choque de golpes y, finalmente, la oscuridad que lo envolvió por completo.—Matteo... —murmuró con la garganta seca, apenas audible, sintiendo el nombre atrapado en su boca como un susurro desesperado. Tragó con dificultad, el sabor amargo de la incertidumbre invadiendo su lengua.De pronto, escuchó pasos que se acercaban. El sonido era firme, metódico, y su corazón empezó a latir con fuerza. Cerró los ojos de nuevo con rapidez, fingiendo estar inconsciente, mientras su mente se llenaba de un único pensamiento: ¿Enzo?La posibilidad de estar bajo el control de su peor enemigo lo aterraba. Pero entonces una voz cortó el silencio, y n