Júpiter Amato Habían pasado algunos días y la prensa ya no nos perseguía, ya no estaba afuera del restaurante de las chicas y ellas habían podido seguir con sus agendas, un viaje a Italia me había mantenido ocupado, haciendo lo posible por no irme, o tratando de que Esmeralda fuera conmigo. – Serán tres días – dije, mientras la seguía por la casa, ella estaba leyendo un libro de cocina – tendré dos juntas, estaremos en la casa de mi familia, podrías conocer y pasearemos, volvemos antes de la quincena – ella se me quedó viendo, se me acerco y beso mis labios, odiaba que hiciera eso, me hacía decir que si a todo – por favor. – Lo siento, pero sabes que mi respuesta es no – subía la escalera – no es que no quiera, la verdad si me gustarían unas vacaciones, pero tengo un compromiso el 14 por la tarde y he descuidado demasiado mi cocina, este es él en que hacemos un cambio de menú y tengo que apoyar a las chicas – sabía que su excusa era válida. – ¿Qué debes hacer el 14 por la tarde? –
Esmeralda Júpiter se había ido el día anterior a Italia, no lo acompañé porque quería tiempo para mí, quería pensar por algunos días, fuera de que el evento de Zafiro estaba a solo días, y jamás habíamos faltado a uno, eso me dejaba tranquila, solo quería que todo saliera bien. Estaba ordenando y viendo el cambio del menú para este año, cuando sentí que la puerta del local estaba abierta. – Aún no abrimos al público – dije en voz alta – disculpé. – me quedé en silencio, pero no escuché cuando la puerta de salida fue abierta para que quien haya entrado saliera, me di vuelta para verificar de quién se trataba y no lo podía creer - ¡TÚ! – grite. – ¡TÚ! – grito de vuelta y abrió sus brazos para que yo saltara hacia ellos y eso hice – ¿cómo estás, preciosa? – escondí mi rostro en su cuello, hace tiempo no lo veía y creo que esto me hacía falta. – ¡Bastardo! ¿Cómo no avisaste que venías? ¿Sabes cuán preocupadas habíamos estado? No habías dado señales – reclame, pero sin soltarlo. Darío
Júpiter Amato Un gran ruido en el baño me despertó, me levanté enseguida, la regadera se escuchaba y luego de eso la tos ronca de Esmeralda, ya había pasado esto antes y el pánico se apoderó de mí, entre de inmediato allí y la vi, de inmediato la tome en brazos y la lleve a la habitación, con la respiración entrecortada entendí que, su inhalador estaba en su carro, baje de inmediato, pero Sarah enseguida me dio uno, adelantándose a mi petición, era una mujer muy rápida y diligente. Poco a poco volvió a respirar con normalidad, me di cuenta de que tenía su teléfono al lado, las chicas la estaban llamando y apenas pudo hablar les contestó, inquiero de que ellas tenían algún código o algo así para este tipo de situaciones, ella solo las calmó y pude escuchar cuando le advertían que apenas llegara, a su casa estimo, la llevarán a consulta médica. – ¿Estás bien? – pregunte cuando la contemplo colgar la llamada – hace tiempo te digo que no puedes entrar en la ducha sin decirle a nadie, es
Esmeralda El día se había pasado en un abrir y cerrar de ojos, luego de irme de la casa que compartía con júpiter, tome una hora a médico, estaba cansada, la cabeza parece que me iba a estallar y con lo ocurrido recientemente no tenía la mente clara, luego pase el rato con mis amigos, pero al llegar a casa me lo encontré de frente, ni siquiera me dio un día libre, y esto ya me estaba sobrepasando. Sabía que debíamos hablar, sabía que había cosas que estaban en el aire, fuimos pareja por un par de meses, nos llevamos bien, de hecho, puedo reconocer que me enamore de él, como una quinceañera, ruedo los ojos y me quedo pensando, hasta que escuchó la puerta de mi habitación abrirse. – ¿estás bien? – pregunta Rubí y yo asiento. – ¿saldrás? – pregunto al verla bien vestida. – Sí, voy a divertirme un rato – se sienta en frente de mí – sin embargo, si quieres que me quede contigo lo hago, prefiero una noche de chicas que otra cosa. – Eso quiere decir que saldrás con alguien – levante las
Júpiter Amato Esperé todo lo que pude esperar, cuando vi en la prensa que se había hecho daño quise correr a ver qué pasaba, pero cuando la vi en compañía de sus amigas y algo cansada no quise agregarle más carga emocional, ella estaba bien y había hecho legalmente lo correcto, una perimetral para la prensa, sobre todo para los que habían causado su accidente. En menos de dos días yo había conseguido dejarlos sin trabajo y casi eche abajo la revista que les habían enviado, como era posible que se lavaran las manos luego de que casi mataron a mi mujer. Mi hermano era un excelente abogado, por eso no me preocupé cuando dijo que todo estaría bien, aunque no podía evitar pensar en ella, estuve muchas veces fuera de la que sería nuestra casa, incapaz de entrar solo iba a ver cómo seguía todo, como el personal se comportaba. – ¿quiere un café? – preguntó Sarah cuando me observó recargado en mi carro, negué con la cabeza – se siente vacía, pero debería entrar, aquí está haciendo frío. –
Esmeralda Manejé hasta el restaurante, me sentía liviana y relajada, aunque me dolían las piernas, me reí sola recordando todo lo que habíamos hecho la noche anterior, mi día fue normal, fue algo rápido, pero no todo podía ser perfecto, llevaba algunas semanas tratando de contactarme con mis hermanos y no lo había logrado, se habían mudado, vendido la casa y nadie sabía de ellos en donde vivíamos antes. Por eso le había pedido a Darío que investigara por su cuenta, y las noticias que tenía tampoco eran alentadoras, debería viajar a México, pero este mes estaba muy copada de trabajo como para hacerlo, esa noche nos reunimos con los chicos en el bar de nuestro propio restaurante, debíamos hacer el horario de mayo, el año estaba pasando demasiado rápido. – Me gusta tu carro nuevo – Rubí no pudo evitar comentarlo y hacernos reír a todos. – La que puede, puede – dije, zafando de dar cualquier tipo de explicaciones. Nuestra conversación se centró en los eventos especiales que tendríamos
Júpiter Amato Mi despacho estaba lleno, últimamente mi padre, mi hermano y mi primo se la pasaban a mi lado, había muchos empresarios demandando nuestros servicios, siendo sincero mis negocios en Europa eran mucho más beneficiosos que los que mantenía en América, pero aún no quería moverme de aquí, necesitaba que las cosas con Esmeralda llegaran a un punto en el que me sintiera lo suficientemente seguro como para marcharme o llevarla conmigo. – Definitivamente, tendremos que asistir a estas reuniones – indico mi padre, él era quien sabía, sin embargo, al parecer tampoco se le estaba haciendo fácil dejar el país – debemos turnarnos – mi cabeza estaba en cualquier lado, menos en los documentos que estábamos leyendo. – ¡Júpiter! – mi hermano llamó mi atención, me le quedé viendo. – Necesito tu atención, hijo – volteé a observar a mi padre – debemos turnarnos, tu hermano no puede moverse de aquí por su contrato como profesor, Venus se encargará de los rusos de ahora en adelante – asent
Esmeralda Veía los diversos titulares, estábamos en la oficina del restaurante, pero ya no nos afectaba, habíamos pasado el día tratando de evitar a los periodistas, por suerte ya no éramos tan extrañas con la prensa, y Diamante era una maestra para manejar este tipo de situaciones. – ¿Vamos a ver casas? – preguntó Rubí entrando al despacho donde estaba Diamante y yo – el día está delicioso, estamos con el ánimo – nos carcajeamos. – Nos servirá – declaré y todas estuvieron de acuerdo. La tarde estaba de lujo, dejamos a unas de las administradoras junto a un par de guardias de seguridad a cargo del local, mis tres amigas y yo nos montamos en uno de los carros, mientras que Darío y Vodka nos seguían en otro carro. Nos fuimos directo hacia la inmobiliaria, allí una chica muy agradable nos atendió, se dio el tiempo de darnos varias posibilidades y las discutimos hasta que solo quedaron tres y en uno de los mejores barrios de NY. Acordamos contemplarlas todo ese mismo día, y mientras l