Cap:03

LUCIANA :

—Perfecto, estaré allá en media hora. 

Digo y cuelgo con una sonrisa maravillosa en el rostro. 

Salgo del baño y me comunico con mi hermano a través del link. 

—Tenemos que irnos, te espero en el auto. 

Digo y cierro el link. 

Cuándo llevo unos minutos en el auto llega mi hermano haciendo rabietas como niño pequeño. 

—Yo qué iba casi a llevármela y tú nada más… 

—Nuestra madre llamó Esteban. 

Digo y eso lo friza. 

—¿Qué dijo? ¿Nos descubrió? 

Pregunta adentrándose de copiloto en el auto. 

—Supongo que no… Pero te llamé porque ya encontraron a la rata. 

Hablo y los ojos de Esteban brillan. 

—Vamos allá Lucí ¿A quién estamos esperando? 

Dice emocionado y arranco a toda velocidad. 

—Otra cosa, debemos partir a Rusia la semana que viene. 

—¿Ma te lo pidió? 

Me pregunta. 

—Así es, nos tienen un encargo al parecer. 

Digo mientras trato de imaginar de qué se trata. 

En media hora llegamos a una vieja cabaña y mi hermanito y yo nos colocamos guantes y tomamos nuestras armas. 

—¿Lista para la diversión hermana? 

Me pregunta Esteban con una sonrisa de oreja a oreja. 

—Por supuesto. 

Digo y salgo del auto junto a él. 

Mis hombres hacen una reverencia cuándo me ven llegar, todos son lobos, entre ellos omegas y lobos exiliados de su tierra.

—Sígame mi señora. 

Dice mi segundo al mando y lo seguimos. 

Al llegar a la cabaña bajamos unas escaleras hasta el sótano. 

Dos hombres que custodiaban una gran puerta negra lo abren para que pasemos. 

En medio de la habitación está la rata, ya golpeado y amarrado en una silla. 

—Pero miren… Sí, es el chico nuevo que necesitaba trabajo urgente. 

Digo tomando asiento en una silla qué parece un trono y mis hombres se colocan detrás de mí. 

El chico que le calculo unos treinta y cinco años me mira con burla. 

—Al parecer te subestimé ¿No es así?

Dice mirándome a los ojos. 

—JAJAJA. 

Me río con ganas al ver su atrevimiento ¿Pero quién se cree que es? 

—Hermana, se ha atrevido a faltarte al respeto con solo mirarte a los ojos… ¿Le doy cariñitos? 

Dice mientras me hace ojitos. 

—Claro que sí, enséñale qué debe de respetar a tu hermana mayor. 

Digo y Esteban sonríe. 

Se acerca al hombre, saca sus garras y se los clava en el abdomen, rasgandolo, pero sin dañar su parte interna para no matarlo. 

—Qué rayos… Aaahh

Grita el hombre como niña y asustado de ver garras salir de una persona. 

—¿Qué clase de monstruo eres? 

Le dice a mi hermano y este solo sonríe de lado sacando las garras de su cuerpo y se acerca a mí con una sonrisa. 

—Te haré unas preguntas Josh y más te vale responder… ¿Para qué querías entrar a la base de datos? Bueno esa no es la pregunta ¿Quién te mandó a entrar en la base de datos? ¿Para quién trabajas?

Le pregunto y se queda callado. 

—Esteban… ¿Me echas una mano? 

 Le pregunto y asiente dirigiéndose al hombre con una daga. 

Empieza a hacer pequeños cortes profundos en la parte que más le duelen y solo escucho sus gritos que son música para mis oídos. 

Levanto mis manos y detengo toda sangre que sale de su cuerpo… Es el don de poder dominar el agua, gracias a mi madre soy la única que puedo dominar todos los elementos como ella. 

—¿Hablaras? 

Le pregunto y aún permanece callado. 

Así que me coloco de pies y camino hacía él. 

—No quiero seguir perdiendo el tiempo, bajen sus pantalones y ponerlo de pies. 

—Sí señora. 

Dicen mis hombres y hacen lo que les digo. 

Cuándo bajan sus pantalones. 

—También su bóxer. 

Digo con una sonrisa y el hombre me mira aterrado. 

Todos empiezan a reír incluyéndome cuándo vemos la pequeña cosita qué tiene. 

—¿Cuánto mide? ¿Tres centímetros? 

Me burlo y este me mira con odio. 

Tiendo mi mano y mis hombres me pasan una daga muy filosa. 

¿—Qué vas hacer lunática? 

Pregunta con miedo en sus ojos. 

—¿No es obvio? Voy a cortarte esa pequeña cosa centímetro por centímetro, pero será rápido ya qué no es grande. 

Le digo con burla. 

—Sujetarlo fuerte. 

Digo y mis hombres hacen lo que le digo. 

Aún con el guante tomo su cosita con dos dedos y cuándo pego la daga qué hizo un pequeñito corte… 

—Hablaré, hablaré… 

Dice con el corazón latiendo a mil por segundos. 

—Habla. 

Digo mirándolo a los ojos. 

—Mario… Marío Vázquez  me mandó… 

Dice casi temblando. 

—¿Mario Vázquez? 

—Sí, Sí… Quiere descubrir tus debilidades y con todo lo que cuentas… 

—Ya veo… No cortaré tu pirulin. 

Digo despegándome de él. 

—Matenlo. 

Hablo y Esteban y yo salimos y desde afuera podemos escuchar sus gritos por la sensibilidad de nuestros oídos. 

—Mario quiere ser hombre muerto. 

Dice mi hermano mientras entramos al auto. 

—Ese estúpido, no sabe con quién se está metiendo… Creo que debo de darle una lección ¿Qué dices? 

—Sí, pero luego de hacer todas las entregas, dejar todo listo e ir a Rusia. 

—Bueno, creo que tendré que esperar para ver ese idiota arrastrándose como la serpiente qué es. 

Digo mientras arranco hacía mí suit para descansar 

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