Rebecca se detiene frente a la puerta de la oficina de Natan y suspira, reuniendo coraje para entrar y hablar con él. Ella golpea la puerta y espera una respuesta, su corazón latiendo fuertemente de ansiedad.– Puedes entrar. – Responde Natan con un tono profesional.– Buenos días, Sr. Plaenge. – Saluda con una sonrisa tímida, su mirada revela la complejidad de las emociones que la afligen.– Mi guapa, qué bien verte. – Responde con una sonrisa emocionada. Se levanta, se acerca y, de repente, la besa inesperadamente, haciendo que su corazón se acelere. – Llegas tarde.– Lo sé, discúlpame. – Responde, apartándose y dándole la espalda. – Tuve una cita médica.– ¿Y cómo estás, mi amor? – Pregunta, con un toque de preocupación en su voz.– ¿Qué me llamaste? – Pregunta, dándose la vuelta para mirarlo, sus ojos revelando sorpresa.– Mi amor. – Responde, acercándose y acariciando su rostro con ternura. – Rebecca, te amo. – Dice, observando la expresión sorprendida de ella. – Sé que pediste q
Susan y Rebecca pasaron el día inmersas en conversaciones en el apartamento, y la presencia y consejos de Susan gradualmente disiparon la inseguridad y el miedo que Rebecca estaba sintiendo. Por la noche, se unieron a sus amigos en la casa de Camila y Saulo.– Amiga, ¿cómo estás? – Pregunta Camila, sus ojos llenos de empatía.– Me siento mejor. Gracias por el apoyo.– Rebecca, necesitamos tener una conversación seria. – Afirma Ryan, golpeando ligeramente los dedos en la mesa.– Ryan, por favor, dame un tiempo para organizar mis pensamientos. – Responde, con una expresión irritada.– Rebecca, ¿hablaste con él? – Insiste, mirándola seriamente.– Sí, anoche. Si quieren saber, soy la culpable del último arrebato de Alex. Lo resolveré, no se preocupen...– No aguanto más, necesito saber. – Dice Luiza, interrumpiéndola con ojos ansiosos. – ¿Estás embarazada?– Richard, no puedes guardar un secreto, ¿verdad? – Bromea Rebecca, y una ola de risas recorre la habitación. – Sí, estoy embarazada,
A medida que los días avanzan en el calendario, Rebecca se encuentra envuelta en una creciente telaraña de frustraciones. Los días, que inicialmente se arrastraban, ahora se han convertido en meses que cuentan la historia de su incansable búsqueda de Alex. Su agotamiento es evidente, un manto de agotamiento que la rodea, y su ánimo oscila entre el efímero brillo de los días soleados y las sombras que se ciernen en las horas más solitarias. La desesperación se ha convertido en su compañera constante, una sombra que susurra la imposibilidad de ponerse en contacto con el padre de sus hijos.Sin embargo, en medio de este torbellino de emociones, los pequeños milagros que crecen en su vientre se elevan como faros de esperanza en su vida. Se han convertido en su prioridad incuestionable.En una tarde de agosto, Rebecca se encuentra frente a un espejo en una tienda de artículos de lujo para bebés. Sus ojos se pierden en la visión de su vientre, una esfera de vida que ya lleva casi seis meses
En un hotel junto al mar en Nassau, Bahamas, Alex se asoma al balcón y observa las centelleantes aguas del océano ante él. Con su teléfono celular en mano, accede al perfil falso que meticulosamente construyó en el pasado, después de su encuentro con Rebecca. Las fotos de ella aparecen en la pantalla, mostrando su radiante belleza en medio de su embarazo. Con una mirada decidida, Alex marca el número de teléfono y realiza la llamada.– María, buenas noches. – Dice cuando le contestan. – ¿Lograste terminar todo a tiempo? – La impaciencia en su voz es innegable.– Alex, sí, lo logré. Dejé el paquete que enviaste en su apartamento, con rosas y globos. Todo está perfectamente preparado, tal como lo planeaste.– Excelente, agradezco enormemente por todo, María. – La gratitud en su voz es innegable.– ¿Y cuándo regresarás a Boston?– Llegaré mañana por la noche, alrededor de las 10.María sonríe con entusiasmo, compartiendo la anticipación de la felicidad de Rebecca al finalmente revelar a
Rebecca desborda de alegría con la noticia del regreso de Alex. Con cuidado, coloca la pequeña caja en la mesa de la sala de estar y sujeta un globo en forma de corazón con la inscripción "te amo", imaginando las emociones que él experimentará al descubrir aquella encantadora sorpresa.– ¿Qué te parece? ¿Es muy sencillo? – Pregunta, con un toque de inseguridad en su voz.– Sencillo, pero absolutamente perfecto. – Responde Maria, tranquilizándola. – Para Alex, lo que realmente importará es el significado que se encuentra dentro de esta caja.– Escribí una carta, pero ahora que estaré aquí para recibirlo, ¿crees que es necesario?– Tus palabras escritas con el corazón serán un toque especial en este momento. – Responde Maria, y una sonrisa aparece en los labios de Rebecca.– ¡Voy a prepararle una cena! No puedo esperar para verlo, abrazarlo y presenciar la sonrisa en su rostro cuando confirme que es el padre de nuestros hijos. – Dice, emocionada. – Maria, a pesar de todo el dolor que Al
Rebecca abre lentamente los ojos, su visión aún borrosa. Su rostro latea de dolor y lágrimas corren por sus ojos. Siente la mano del extraño deslizándose por su cuerpo y un escalofrío recorre su espina dorsal. En un acto de desesperación, se arrastra por el suelo, alejándose de las manos amenazadoras del hombre siniestro.– Afortunadamente, has despertado. No tengo interés en jugar con mujeres inconscientes. – Vocifera, su voz resonando amenazadoramente en la habitación. – ¿Cómo podría alguien querer deshacerse de una mujer tan increíblemente hermosa y cautivadora como tú? – Pregunta, sosteniéndola por los pies y arrastrándola hacia él.– ¡No! No me toques. – Grita, pataleando y golpeando su rostro con los pies. Con esfuerzo, se apoya en el sofá y trata de ponerse de pie, pero siente cómo sus cabellos son brutalmente agarrados y es arrojada nuevamente al suelo con violencia.– Cuanto más resistas, más dolorosa será tu situación. – Amenaza el hombre, dominándola. – Eres una mujer atrac
En el hospital, el llanto incesante de las mujeres resuena en la sala mientras asimilan las palabras de Richard. Él suspira y se pasa la mano por el cabello, sintiendo sus propios latidos acelerados.– Manténganse tranquilas. – Pide, mirando a sus amigas. – Rebecca y los bebés están bien. – Su voz temblorosa y sus ojos llenos de lágrimas reflejan el miedo que lo consume.El ambiente está lleno de conmoción, las mujeres abrazan a sus maridos en busca de consuelo en aquellos momentos de desesperación. La situación es extremadamente dramática y la incertidumbre cierne en el aire como una sombra amenazante mientras esperan por más noticias. Cada segundo parece una eternidad.– Richard, ¿por qué hiciste esto? – Pregunta Luiza, secándose las lágrimas. – ¿Por qué mentiste?– Entré en pánico al verlo. Ustedes no escucharon aquel audio, pero yo sí. Es aterrador. Saben que Alex no permanecerá mucho tiempo en prisión. Necesitamos asegurarnos de la seguridad de Rebecca y los bebés.Luiza se sient
En la casa de Nicole, Peter está sentado en el sofá, observando atentamente el brote de ella. Era un escenario que se había repetido innumerables veces, siempre que las cosas se salían de su control. Sin embargo, había aprendido que lo mejor era mantener distancia, evitando convertirse en blanco de su furia. Desde los primeros días a su lado, Peter entendió lo desequilibrada que podía ser Nicole y que la obediencia a sus órdenes era la mejor estrategia para evitar las severas consecuencias que ella y su familia podrían imponer. Con un palo de golf, Nicole descargaba devastadores golpes en el enorme televisor de la sala, desahogando su frustración en cada golpe.– Explícame esto, Peter. ¿Cómo seis hombres, seis, dejaron escapar a aquella idiota? – Pregunta, su voz resonando entre los escombros de la sala.– Por lo que entendí, cuando Natan llegó, solo uno de ellos estaba en el apartamento. – Responde, observando a Nicole destrozar el televisor y rezando para que, esta vez, su furia no