Rebecca se levanta y se dirige al baño, con la nota resonando persistentemente en su mente. Después de un largo baño, se viste, toma su celular y llama a Ryan.– Ryan, dime en qué casa está él. – Pregunta tan pronto como responde.– Buenos días para ti también. Alex está en el apartamento junto al grupo Wealth Technology.– Gracias, Ryan. – Agradece y cuelga.Rebecca guarda la nota en su bolsa y se dirige al apartamento de Alex. Durante todo el trayecto, lucha por contener la creciente ira. Al llegar al edificio, no encuentra ningún obstáculo para entrar, después de todo, había estado allí innumerables veces cuando estaban casados, y Alex nunca le prohibió la entrada.Rebecca presiona repetidamente los botones del ascensor, dejando escapar su frustración. Cuando finalmente llega al ático, cada segundo parece alargarse en la eternidad. Ella toca el timbre y, cuando Alex, sin camisa, le abre, casi olvida la razón que la trajo allí.– ¿Qué haces aquí, Srta. Jenkins? – Pregunta, mirándola
Alex y Rebecca pasan toda la tarde juntos, disfrutando de caricias y viendo las series que a ella tanto le gustan. Al principio de la noche, él la lleva a casa para que pueda recoger lo necesario para la semana. A pesar de recibir llamadas insistentes de Christine y Bruna, en aquel momento, todo lo que ella desea es disfrutar de los momentos con él.Al regresar al apartamento de Alex, él asume el papel de cocinero y prepara una deliciosa comida para ella. Comparten una agradable noche. Durante toda la semana, comparten momentos, con Rebecca yendo al apartamento de Alex después de completar sus tareas diarias, creando una sensación de intimidad y convivencia.Aunque mantenía contacto con sus amigas, Rebecca constantemente rechazaba las invitaciones para salir y conversar, incluso cuando Christine y Bruna insistían, alegando tener algo importante que compartir con ella. El viernes, al principio de la noche, al salir del trabajo, Rebecca sonríe al ver a Alex esperándola frente al edifici
Al entrar al apartamento, Rebecca se desploma en el sofá, su pecho latiendo de dolor debido a las lágrimas incesantes. Sus amigas se reúnen a su alrededor, desesperadas por calmarla en medio de esta tormenta emocional.– Rebecca, ¿qué ha sucedido? – pregunta Christine, acariciando gentilmente el cabello de su amiga.– Simplemente no aguanto más esta carga de dolor que llevo. ¿Por qué demonios tengo que ser esta mujer enferma? ¿Cómo lograré que el hombre que amo me perdone? Y, aún más importante, ¿cómo me perdonaré a mí misma? Tenía esperanzas, ingenuas esperanzas, de que, esta vez, las cosas se resolverían, pero una vez más se fue, llevándose consigo los últimos fragmentos de mi corazón. – Responde, sus palabras cargadas de un sufrimiento abrumador.– ¿Estabas con él? ¿Es por eso que no tuviste tiempo para estar con nosotras?– Sí, Bruna. Pasé las últimas dos semanas con él. Parecía que mi vida finalmente estaba tomando el rumbo correcto. Fue una felicidad genuina poder dormir y despe
Dos meses después, en Zúrich, Alex está profundamente inmerso en su trabajo, aparentemente ajeno a los problemas que su partida ha causado a Rebecca. Al final de la semana, acepta la invitación de Eliza para acompañarla a una popular discoteca. Juntos, obtienen una sala privada y pasan horas discutiendo los negocios en curso. A pesar de su compañía, sus pensamientos siguen siendo dominados por Rebecca, que constantemente ocupa su mente.– ¿Cuándo regresarás a Boston? – pregunta Eliza, cruzando las piernas sensualmente.– En unas horas. – responde Alex, observando su comportamiento.– Entonces, es mejor que aprovechemos la noche. Sr. Baker, necesitas relajarte y beber un poco más. – dice Eliza, levantándose con una copa en la mano. Se acerca a él, mirándolo fijamente, y se sienta en su regazo. – Esto te hará bien.– ¿Qué estás tratando de hacer? – pregunta, claramente incómodo.– Estoy tratando de alejar la tristeza de tu mirada. – dice, acercando sus labios a los suyos.Alex se levant
Después de interminables horas de espera, Rebecca y sus amigas deciden hacer una pausa y se dirigen a la cafetería del hospital para comprar café, en un intento de reconfortar a los amigos y familiares exhaustos. Al regresar, los ojos de Rebecca se fijan en Alex, que permanece encogido en la silla, con la cabeza baja. Con una determinación suave, ella se acerca y se arrodilla ante él, ofreciéndole una taza de café. Sus miradas se encuentran, compartiendo una tristeza profunda.– Alex, lo siento mucho. Todo estará bien.Alex levanta su mirada hacia la suya, y ambos conectan, transmitiendo el dolor que llevan en sus corazones. Él apoya su frente en la de Rebecca, cierra los ojos, y así permanecen, como si el mundo a su alrededor hubiera desaparecido. Finalmente, él la abraza, y el abrazo se extiende, como si encontraran refugio en el calor mutuo.– Gracias, Rebecca. – Agradece, tomando la taza de café. Ella se acomoda a su lado, y sus manos se entrelazan de manera natural. Juntos, esper
Alex abraza a Rebecca, envolviéndola con sus brazos y acariciando suavemente su cabello. En aquel momento, el silencio se llena con el cálido abrazo y el amor que siente por ella, rompiendo la soledad que lo acompaña a diario. A pesar de que intenta convencerse de que no merece su presencia, anhela que aquel instante perdure, solo para seguir sintiéndola en sus brazos.– Ahora está arriba, haciendo compañía a nuestra hija. – Susurra Alex, rompiendo el silencio, mientras los ojos de Rebecca se llenan de lágrimas. – Tú y mi abuelo me dijisteis lo mismo. También me aseguró que todo iría bien aquella noche, y al final, las cosas no mejoraron. Rebecca, aquel año fue una pesadilla, la pérdida de nuestra hija fue un dolor inimaginable, pero la noche en que te vi sufrir aquella crisis fue igual de aterradora y dolorosa. Habría muerto junto a ti si no te hubieran salvado. Y hoy, cuando llegué aquí y vi que le hacían masajes cardíacos a mi abuelo, aquellos recuerdos volvieron, y tuve que enfren
Rebecca se mantuvo reclusa en su apartamento a lo largo de toda la semana, rechazando el contacto de todos sus amigos e incluso las insistentes llamadas de su jefe. En aquel momento, solo quería vivir su dolor en paz, sin escuchar palabras de consuelo o escuchar constantemente que todo estaría bien, cuando sabía que no lo estaría. La necesidad de enfrentar la realidad surge cuando lee el mensaje que acaba de recibir." Sr. Jenkins, lamento mucho por tu pérdida. Pero si no regresas al trabajo mañana, serás despedida."Al día siguiente, Rebecca encerró con siete llaves en su corazón todo el dolor que sintió a lo largo de aquella semana, dolores que la han acompañado durante muchos años. La vida sigue su curso, las heridas se entierran profundamente bajo la fachada de normalidad que debe mantener, y las lágrimas, esas, se derraman en secreto durante las noches solitarias. Con una sonrisa forzada en el rostro, entra en la oficina de Natan, recibiendo una mirada indecifrable.– Siéntese, S
Rebecca y Susan se despiertan la mañana siguiente con una resaca considerable y no pueden evitar reír al encontrarse con sus maquillajes corridos cuando se miran en el espejo, comenzando el día con un toque de humor.– Dios mío, estoy terriblemente atrasada. – Rebecca se queja, sosteniendo la cabeza.– Relájate, amiga. Si le das un beso a tu jefe, olvidará la tardanza. – Susan bromea, sacando risas de ambas.– Susan, por favor. ¿Besar a mi jefe? ¿En serio? – Responde, riendo suavemente.– Tú fuiste quien lo estaba pensando anoche, solo te lo recuerdo. – Susan responde con una sonrisa traviesa.– Ya soy naturalmente tonta, no hace falta empeorar eso. – Responde, y se dirige al baño para sus rutinas matutinas, mientras Susan se dirige al otro baño.Después de prepararse, comparten el desayuno, y Susan se siente muy satisfecha al ver el ánimo de su amiga aquella mañana.– Tenemos que hacer esto más a menudo, Becca. Me divertí mucho.– Yo también. Gracias por pasar la noche conmigo. Ahora