El resto del fin de semana, Rebecca lo dedicó a organizar su apartamento y a estudiar. Había perdido muchas clases y estaba esforzándose por recuperar el tiempo perdido. A principios de la semana, después de meses de reclusión, Alex finalmente regresó a la oficina. Estaba de pie frente a la ventana, absorto en sus propios pensamientos, cuando alguien golpeó la puerta.– Puedes entrar. – Dice él.– Buenos días, Alex. – Saluda Ryan, entrando en la oficina. – Bienvenido de vuelta.– Entonces, ¿cómo han sido las cosas en estos meses? ¿Hay algo de lo que debería estar al tanto? – Pregunta, volteándose hacia Ryan. Este sabía que la pregunta no se refería al trabajo, ya que todas las mañanas, al llegar a la oficina, todas las tareas pendientes ya habían sido resueltas por Alex.– No, Alex, todo está tranquilo, nada nuevo. ¿Cómo has estado?– Todo está maravillosamente bien. – Responde con un toque de sarcasmo, sentándose en su lugar. – Ryan, por favor, ponte en contacto con el Sr. Walsh. Qui
Eduardo llega puntualmente a la recepción de Wealth Technology y es dirigido de inmediato a la oficina de Alex.– Alex Baker, ¿a qué debo la honra de ser convocado hasta aquí? – Pregunta Eduardo, sentándose con indiferencia y cruzando las piernas.– Sr. Walsh, ¿qué debo saber sobre ustedes? ¿Está cortejando a mi esposa? – Pregunta Alex.– Hasta donde sé, ella está a punto de convertirse en su exesposa. ¿Me equivoco? – Alex lo mira, absorbiendo aquella información mientras controla la ira que surge en aquel momento. Eduardo parece disfrutar de su expresión.– Ya pregunté en el pasado si cortejaste a Rebecca, y ahora hago la pregunta nuevamente, ¿lo estás haciendo? ¿La deseas, Sr. Walsh? – Pregunta, su paciencia visiblemente agotada.– Sr. Baker, no lo habría hecho mientras ella era su esposa, pero usted, por sí solo, se encargó de entregármela. Rebecca es una mujer extraordinaria. Durante estos más de tres años, me he preguntado diariamente cómo podría estar con alguien como usted. Mir
Al día siguiente, en una soleada tarde en Seattle, Rebecca finalmente llega a la ciudad. Después de alquilar un coche, conduce directamente hacia su refugio favorito, un lugar que la transporta a recuerdos de tiempos más felices. Elige el mismo rincón donde estuvo con Alex, y tan pronto como se acomoda, una brisa suave acaricia su rostro. Sin embargo, la felicidad no forma parte de aquel momento, en cambio, la tristeza la envuelve como una sombra persistente. Con un suspiro cargado de pesar, abre su bolsa y saca la pequeña urna que contiene las cenizas de su hija. El dolor que la consume parece insoportable, pero sabe que debe enfrentarla. Con lágrimas corriendo por su rostro, abraza la urna con ternura, manteniéndola cerca de su corazón, como si eso pudiera traer a su hija de vuelta, al menos por un instante.– Hija, desearía tanto que estuvieras aquí conmigo, en mis brazos, pero no de esta manera. – Susurra con las lágrimas corriendo. – No sé cómo disculparme contigo, ni mis oracion
En aquel momento de silencio, cuando sus miradas se encontraron, la tensión en el aire se volvió palpable, mientras ambos luchaban por contener sus emociones conflictivas.– No sé qué esperas con todo esto, Alex. Por favor, déjame en paz.– ¿En qué momento comenzaste a tomar los medicamentos?– ¿Realmente importa? ¿Qué diferencia hace ahora?– Sí, importa. Estoy tratando de entender cómo pude ser tan ciego, incluso dedicando todo mi tiempo a tu lado, y no me di cuenta de esto.– No sé en qué momento, y ya no importa. Aléjate de mí, Alex. No quiero tener estas conversaciones contigo. – Dice, exponiendo todas sus emociones, mientras intenta poner fin a aquel tema.– No me iré de aquí hasta que podamos hablar de esto.– ¡Dios mío, Alex! No quiero esto. – Exclama, sus sentimientos a flor de piel. – ¿No fueron suficientes nuestras conversaciones en el hospital? Soy una Halgrave, ¿no quedó claro que yo tampoco valgo nada? ¿Dónde está el poderoso Alex Shaw Baker, el genio implacable? Actúas
Eduardo está incrédulo con la elección de ella de quedarse junto a un hombre claramente descontrolado en lugar de acompañarlo. Recupera su compostura y le ofrece una sonrisa cortés.– Rebecca, estoy a tu disposición si necesitas algo. – Eduardo concluye con una sonrisa y se aleja.– ¿Qué diablos están haciendo? – Pregunta Christine.– Estamos tratando de salvar nuestro matrimonio. – Responde Alex con indiferencia.– Querido, estamos entre amigos. ¿Por qué no les dices que estás obsesionado conmigo y no me dejas ir? Alex se niega a firmar el divorcio. Nada nuevo, ¿verdad? Con Alex, siempre es así.– Encontré a una mujer encantadora, ¿no es así? ¿Por qué dejarla escapar? Todo lo que tienes que hacer, Rebecca, es hablar conmigo, y tendrás mi permiso para irte, eso es todo. ¿No es demasiado complicado, verdad? Tú misma dijiste que eres inteligente, demuéstralo ahora, es la única forma de liberarte de mí. – Concluye con una sonrisa dirigida a ella.– Ya te lo dije, eres simplemente demasia
En el grupo Wealth Technology, Alex se sume en sus pensamientos, repasando cada momento de la noche anterior y lamentando amargamente su falta de autocontrol, que resultó en herir a la mujer a la que ama. Sus pensamientos se interrumpen cuando la puerta se abre con violencia.– Sal ahora. ¿Qué estás pensando? – Pregunta con enojo, levantándose.– Estuve esperándote, Alex. ¿Por qué me hiciste esperar toda la noche?– No necesito dar explicaciones. Sal inmediatamente de mi oficina.– ¿Cómo te atreves a jugar así conmigo? No tienes ese derecho, Alex. Me debes una explicación. – Grita, enfadada. Alex se acerca y la sujeta del brazo, presionándola contra la pared.– ¿Quién te crees que eres? ¿No tienes miedo de las consecuencias? Fui claro cuando dije que no te acercaras a mí ni me dirigieras la palabra. Si repites este comportamiento, tomaré medidas drásticas. ¿Entendido? Repite para asegurarte de que entendiste.– Lo siento, lo entendí. No lo volveré a hacer, no me acercaré.– Por cierto
En la mañana siguiente, al abrir los ojos, Rebecca se encuentra con la soledad que se ha convertido en una presencia constante en su cama. Un sentimiento de desánimo la envuelve mientras se prepara para enfrentar otro día que parece repetirse sin cesar. A pesar de compartir el mismo espacio con Alex durante las noches, la distancia emocional entre ellos parece insuperable, como si habitasen universos paralelos.Ya ha pasado un año desde la devastadora pérdida que ambos compartieron. Rebecca decidió dedicar un día en Seattle, visitando la reserva natural que siempre fue un refugio para ella, un lugar donde siente una conexión con su hija. Mientras tanto, Alex se quedó en Boston, cerca del grupo Wealth, enfrentando sus propias batallas solitarias. Al regresar a la ciudad, las interacciones entre ellos se volvieron escasas y superficiales. Alex salía para el trabajo antes de que Rebecca se despertara y regresaba cuando ella ya estaba inmersa en los sueños. Con cada día que pasaba, la sen
Alex conduce inmerso en un mar de pensamientos tumultuosos sobre todos los acontecimientos que llevaron a la situación actual. Cuando se da cuenta, está frente a la entrada de su casa. Conduce el coche hasta el garaje y permanece allí durante largos minutos, perdido en reflexión.– ¡Joder! – Exclama, golpeando el volante.En medio de la confusión de sentimientos, finalmente sale del coche y se dirige directamente a su habitación, ignorando las llamadas insistentes de sus amigos. Alex toma una larga ducha, sintiendo el peso de todas sus decisiones hasta aquel momento. Al salir de la ducha, se dirige inmediatamente al bar, buscando consuelo en la bebida, que se ha convertido en su fiel compañera desde la tragedia que sacudió su vida.A la mañana siguiente, Rebecca despierta con un nudo en el estómago. Abre los ojos y se encuentra con un hombre dormido a su lado. La sensación de arrepentimiento la invade, pesando en su pecho como plomo. Con mucho cuidado para no despertarlo, se levanta d