Rebecca sigue inmersa en su sufrimiento, y en aquel momento, todo ese dolor la envuelve, ya que desea soportar lo máximo que su cuerpo y mente pueden aguantar. Alrededor de las 9 de la mañana, es arrancada de sus pensamientos al ver entrar a Susan en la habitación. No hay palabras intercambiadas entre ellas, solo un abrazo afectuoso que expresa más de lo que las palabras podrían. Rebecca se levanta y se dirige al baño, preparándose para poner fin al capítulo más oscuro de su vida. Alex regresa al hospital y se dirige a su habitación. Intercambia miradas con Susan y ve a Rebecca apoyada en la ventana, contemplando el paisaje afuera.– Susan, por favor, déjanos a solas. – Pide Alex, y Susan sale en silencio de la habitación. Se acerca a Rebecca y la abraza por detrás, ella cierra los ojos, encontrando consuelo en ese abrazo. – ¿Cómo estás hoy?Rebecca permanece en silencio. Su amor por Alex es innegable, pero lucha por aceptar que él está sufriendo debido a sus acciones. Desde que descu
Después de aquella tarde dolorosa y triste, Rebecca permaneció dos semanas más en el hospital. Recibía visitas diarias de sus amigos y familiares, y en la habitación, contaba con la constante presencia de la familia de Alex.– ¿Cómo estás, querida? – Pregunta Olga.– Estoy tratando de seguir adelante. – Responde, con un susurro cargado de tristeza.– Rebecca, perdón por ser tan indiscreta, pero ¿hiciste lo que están diciendo? – Pregunta Ana.– ¿Podemos no tocar este tema? Solo me hace recordar lo terrible que soy. Alex tiene razón, ese día debería haber sido sepultada. – Responde, conteniendo las lágrimas. – Es un dolor aparentemente interminable, un vacío que me enloquece. Destruí la vida de las personas que más amo. Soy una persona horrible y merezco todo este sufrimiento. - Concluye, entre sollozos.– Mi querida, está bien. Mejorará, te lo prometo. – Dice Nicolas, abrazándola mientras la consuela.– Abuelo, ¿cómo está él?– Mi querida nieta, no sabemos. Hemos intentado contactarlo
Después del almuerzo con Eduardo, Rebecca se dirige a la casa de Susan, donde había agendado una reunión con algunas amigas.– ¿Cómo estás, amiga? – Susan pregunta, abrazándola.– Siempre es una pregunta complicada de responder, mis días tienen sus altibajos. – Confiesa Rebecca.– ¡Pronto te sentirás mejor! No te preocupes. – Consuela Christine, también abrazándola. – Becca, ayer Ryan mencionó que llamaste a él.– Actué un poco impulsivamente, llamé para pedir una recomendación de abogado, aunque estaba claro que no podía ayudarme con eso.– ¿Estás planeando iniciar el proceso de divorcio? – Pregunta Susan.– Sí, Susan, lo haré. Ya no hay matrimonio, es hora de resolver estas cosas.– ¿Ya hablaste con Alex? – Pregunta Christine.– No, y no tengo intención de hacerlo. No tengo el coraje de enfrentarlo. Además, ni idea de dónde está. Pero cambiando de tema, decidí acompañarlas al evento benéfico esta noche.– Qué bien, será maravilloso que te distraigas. La vida no se trata solo de trab
El resto del fin de semana, Rebecca lo dedicó a organizar su apartamento y a estudiar. Había perdido muchas clases y estaba esforzándose por recuperar el tiempo perdido. A principios de la semana, después de meses de reclusión, Alex finalmente regresó a la oficina. Estaba de pie frente a la ventana, absorto en sus propios pensamientos, cuando alguien golpeó la puerta.– Puedes entrar. – Dice él.– Buenos días, Alex. – Saluda Ryan, entrando en la oficina. – Bienvenido de vuelta.– Entonces, ¿cómo han sido las cosas en estos meses? ¿Hay algo de lo que debería estar al tanto? – Pregunta, volteándose hacia Ryan. Este sabía que la pregunta no se refería al trabajo, ya que todas las mañanas, al llegar a la oficina, todas las tareas pendientes ya habían sido resueltas por Alex.– No, Alex, todo está tranquilo, nada nuevo. ¿Cómo has estado?– Todo está maravillosamente bien. – Responde con un toque de sarcasmo, sentándose en su lugar. – Ryan, por favor, ponte en contacto con el Sr. Walsh. Qui
Eduardo llega puntualmente a la recepción de Wealth Technology y es dirigido de inmediato a la oficina de Alex.– Alex Baker, ¿a qué debo la honra de ser convocado hasta aquí? – Pregunta Eduardo, sentándose con indiferencia y cruzando las piernas.– Sr. Walsh, ¿qué debo saber sobre ustedes? ¿Está cortejando a mi esposa? – Pregunta Alex.– Hasta donde sé, ella está a punto de convertirse en su exesposa. ¿Me equivoco? – Alex lo mira, absorbiendo aquella información mientras controla la ira que surge en aquel momento. Eduardo parece disfrutar de su expresión.– Ya pregunté en el pasado si cortejaste a Rebecca, y ahora hago la pregunta nuevamente, ¿lo estás haciendo? ¿La deseas, Sr. Walsh? – Pregunta, su paciencia visiblemente agotada.– Sr. Baker, no lo habría hecho mientras ella era su esposa, pero usted, por sí solo, se encargó de entregármela. Rebecca es una mujer extraordinaria. Durante estos más de tres años, me he preguntado diariamente cómo podría estar con alguien como usted. Mir
Al día siguiente, en una soleada tarde en Seattle, Rebecca finalmente llega a la ciudad. Después de alquilar un coche, conduce directamente hacia su refugio favorito, un lugar que la transporta a recuerdos de tiempos más felices. Elige el mismo rincón donde estuvo con Alex, y tan pronto como se acomoda, una brisa suave acaricia su rostro. Sin embargo, la felicidad no forma parte de aquel momento, en cambio, la tristeza la envuelve como una sombra persistente. Con un suspiro cargado de pesar, abre su bolsa y saca la pequeña urna que contiene las cenizas de su hija. El dolor que la consume parece insoportable, pero sabe que debe enfrentarla. Con lágrimas corriendo por su rostro, abraza la urna con ternura, manteniéndola cerca de su corazón, como si eso pudiera traer a su hija de vuelta, al menos por un instante.– Hija, desearía tanto que estuvieras aquí conmigo, en mis brazos, pero no de esta manera. – Susurra con las lágrimas corriendo. – No sé cómo disculparme contigo, ni mis oracion
En aquel momento de silencio, cuando sus miradas se encontraron, la tensión en el aire se volvió palpable, mientras ambos luchaban por contener sus emociones conflictivas.– No sé qué esperas con todo esto, Alex. Por favor, déjame en paz.– ¿En qué momento comenzaste a tomar los medicamentos?– ¿Realmente importa? ¿Qué diferencia hace ahora?– Sí, importa. Estoy tratando de entender cómo pude ser tan ciego, incluso dedicando todo mi tiempo a tu lado, y no me di cuenta de esto.– No sé en qué momento, y ya no importa. Aléjate de mí, Alex. No quiero tener estas conversaciones contigo. – Dice, exponiendo todas sus emociones, mientras intenta poner fin a aquel tema.– No me iré de aquí hasta que podamos hablar de esto.– ¡Dios mío, Alex! No quiero esto. – Exclama, sus sentimientos a flor de piel. – ¿No fueron suficientes nuestras conversaciones en el hospital? Soy una Halgrave, ¿no quedó claro que yo tampoco valgo nada? ¿Dónde está el poderoso Alex Shaw Baker, el genio implacable? Actúas
Eduardo está incrédulo con la elección de ella de quedarse junto a un hombre claramente descontrolado en lugar de acompañarlo. Recupera su compostura y le ofrece una sonrisa cortés.– Rebecca, estoy a tu disposición si necesitas algo. – Eduardo concluye con una sonrisa y se aleja.– ¿Qué diablos están haciendo? – Pregunta Christine.– Estamos tratando de salvar nuestro matrimonio. – Responde Alex con indiferencia.– Querido, estamos entre amigos. ¿Por qué no les dices que estás obsesionado conmigo y no me dejas ir? Alex se niega a firmar el divorcio. Nada nuevo, ¿verdad? Con Alex, siempre es así.– Encontré a una mujer encantadora, ¿no es así? ¿Por qué dejarla escapar? Todo lo que tienes que hacer, Rebecca, es hablar conmigo, y tendrás mi permiso para irte, eso es todo. ¿No es demasiado complicado, verdad? Tú misma dijiste que eres inteligente, demuéstralo ahora, es la única forma de liberarte de mí. – Concluye con una sonrisa dirigida a ella.– Ya te lo dije, eres simplemente demasia