Isabel
PASADO...
Había estado recostada en mi nueva cama mirando el techo de color blanco de mi habitación desde hace varios minutos, estaba con la vista en aquellas estrellas que se camuflaba muy bien en el, las estrellas eran de color blanco de día, pero de noche eran extremadamente hermosas, cambiaban de colores al caer el sol, dejando ver en ellas un color muy peculiar.
Aún recuerdo el día que mamá las trajo...
Flashback...
Mi yo de 7 años no paraba de llorar por las noches, no me gustaba dormir sola en una habitación tan oscura como esa, así que al llegar la noche me colaba al cuarto de mis padres para dormir con ellos.
Un día después del trabajo, mamá salió a comprar al supermercado de la esquina y como era costumbre le pedí que trajera algo para mi. Al llegar me entregó un paquete de color azul oscuro y no lo pensé dos veces antes de abrirlo, ahí dentro había unas estrellas de color blanco, del tamaño de las galletas de mamá y al tocarlas vi que eran duras como un yeso. En ese instante pensé en lo feas que eran, pero no dije nada simplemente vi como papá me las quito de mis manos para ir en dirección a mi habitación, en ese momento no dude en ir detrás de él, vi como busco una escalera para traerla hasta mi y se subió en ella para colocarlas en el techo de mi habitación, no entendía porque mi regalo lo habían colgado ahí ¿No se suponía que era para mi?.
Después de cenar fui hasta mi habitación, para afrontar lo de todo lo días, el dormir sola, pero al entrar me quedé de piedra al ver los preciosos colores que radiaban de aquella estrellas que había llamado feas, subí a mi camita y me acosté en ella para observar aquel espectáculo particular en mi habitación, y no se cuanto tiempo me quede viéndolas, pero si se que fue mucho o por lo menos hasta quedar profundamente dormida.
Fin del flashback...
Recordar aquello siempre me sacaba una sonrisa, mi pasatiempo desde ese entonces fue ese; observar mis estrellas cada noche. De vez en cuando salia al patio o al parque para si poder admirar los cielos, podía pasar horas y jamas me cansaría de verlas.
Me levanté de mi cama para poder observar mi nueva habitación, era más grande que la antigua, con paredes de color marfil, en una esquina se encontraba mi cama matrimonial llena de almohadones, a un lado de ella una mesa de madera con mi lámpara favorita, por otro lado una peinadora grande de madera, también estaban dos puertas que al abrir una me di cuenta que era mi propio vestidor y en la otra mi baño. Era preciosa esta nueva habitación, aunque aún extrañaba la mía en Venezuela ahí estaban mis recuerdos, esa era mi casa.
Mis padres decidieron venir a Argentina, Córdoba porque mi abuela Amina está muy delicada de salud o eso me había dicho. Ir y venir no era una buena opción para nosotros porqué mis padres no eran ricos, todo lo contrario, trabajaban el día a día para poder suplir nuestros gastos. Así que nos mudamos aquí para darle mayor atención a la abuela.
Esta casa era de mis abuelos paternos; Arturo y Lucía Ponce, ellos se mudaron aquí luego de que papá se casara con una Argentina, pero papá al yo nacer mis padres decidieron ir a Venezuela dejándolos a ellos aquí.
– Isabel – escucho que me llama mamá – mi amor baja la cena esta lista.
– ¡Ya bajo mamá! – le gritó para que me escuche.
Al salir de mi habitación voy directo a las escaleras en forma de caracol que había en la casa de mis abuelos, las escaleras eran de madera, aún no sabia cual es su obsesión por la madera, pero podía ver que mucho de los detalles de la casa eran de madera.
Ellos ya se encontraban en la mesa para ocho personas que había en el comedor ; de madera por cierto, esperándome para comer, fui hasta ellos y tomé asiento a lado de mi abuela Lucía.
– Belly – me llama mi abuela – ¿te gusto tu habitación? – me pregunta, a lo que yo asiento encantada de la vida.
– Si Abue, me ha encantado eres un amor – le digo abrazándola por encima de la mesa.
– Que bueno mi niña, estamos más que felices de tenerlos a todos aquí – nos hace saberlos abuelos.
La cena transcurre entre bromas e historias mías de los últimos años, al terminar decidí ayudar a mamá con los trastes sucios, acomodamos todo en su lugar mientras hablábamos sobre el viaje desde Venezuela.
– Vamos Belly – me dice mamá caminando en dirección al sofá que estaba en la sala junto a una hermosa chimenea, tomamos asientos las dos juntas; una a lado de la otra – Belly mañana pasare por qué mamá a primera hora, después iré en busca de un colegio para ti – me hace saber ella.
– Okey mami – le respondí – ¿Te puedo acompañar? – le pregunté ya que mañana no tengo nada que hacer, estamos en verano así aprovechó de visitar a mis abuelos.
– No mi cielo, no hace falta tu papá me llevara – me dice ella – además la abuela Lucía te llevará a conocer los alrededores – me comenta y siento cierto entusiasmo al poder compartir con la abuela después de tiempo de no hacerlo.
– ¡Que chido! – grito con emoción, lo que hace que mi mamá estalle en risa.
– Tengo miedo de que algún día dejes de ser mi chiquita inocente – me dice mamá mirándome con amor y temor – Belly... – y cuando piensa continuar es interrumpida por papá.
– ¿De qué se ríen mis reinas? – nos dice papá llegando hasta nosotras y envolviéndonos en un súper abrazo.
– Cosas de chicas – le decimos mamá y yo al unísono como es costumbre en nosotras cuando él nos interrumpe, a veces pienso que tenemos un poder magnético o algo parecido.
– Bueno mis chicas es hora de dormir, así que ¡Andando! – nos dice caminando hacia las escaleras haciéndose el enojado con nosotras, mamá y yo compartimos nuestra mirada de cómplice y lo seguimos.
Al llegar a mi habitación busco mi pijamas y camino al baño a lavarme y cambiarme. Al salir me aseguro que este todo en orden, cierro todo para que no entre ningún tipo de luz en ella, para después caminar hacia mi cama para observar mis estrellas, y como siempre pierdo la noción del tiempo hasta caer en los brazos de morfeo.
***
Siento mis ojos pesados aun tengo sueño, pero no puedo dormir mas pasan de la 9:00 de la mañana y la abuela Lucía me espera para desayunar. Al bajar por las escaleras está mi abuela esperándome, caminamos en dirección hacia la cocina mientras le cuento lo fabuloso que fue dormir en esa cama.
– ¡Hay mi niña!, No cambias sigues siendo la misma vaga – se burla de mi.
– Dormir es rico – le digo entre risas mientras desayunamos unos ricos cakes con miel.
– ¡Ni me lo digas! a tu edad yo era igual, aunque mis padres eran más estrictos porque yo debía de atender a mis tutores – me cuenta ella.
– Abuela cómo fue tener que estudiar en casa con una institutriz detrás de ti – le pregunto curiosa de saber aquello.
– ¡No me lo recuerdes! Odiábamos eso ver como todos mantenían una vida normal donde eran libres al estudiar en colegios, mientras nosotros en casa - me contaba la abuela con cierto fastidio al recordar lo que a ella y a su hermano gemelo le había tocado vivir de pequeños.
Terminamos de desayunar en silencio, a pesar de no conocer tanto sobre la abuela y querer conocer un monto de ella, ya que no habíamos venido a Argentina muchas veces, pero después de aquella pregunta no quise hacer otras que la pudiese incomodar.
– Te ayudo – le dije tomándole la mano antes de tomar el plato.
Recojo todo llevándolo a la cocina y lavándolos mientras en mi mente cantaba Amazing Day de Coldplay. Terminando de limpiar todo me tope con una revista donde estaba marcada una página de médicos aquí en Córdoba, tenía subrayado el nombre de Rebecca Grey especialista..., Antes de seguir leyendo escuche como me interrumpió el abuelo.
– ¡Isabel! Al terminar vea cambiarte - me sorprendí cuando el abuelo me hablaba desde la puerta de madera que dividía la cocina del comedor, como pude escondí la revista detrás de mi para que no alcance a verla , solo a sentí como respuesta.
Subí a mi habitación pensando que ponerme para salir a los alrededores, rebuscando entre el vestidor encontré un vestido negro con estampado de unos hermosos girasoles muy hermoso, al colocármelo me puse frente a mi enorme espejo donde me veía de pies a cabeza, notando como lo bien que me veía con él, busque unas sandalias doradas, para terminar solté mi largo cabello negro que llegaba hasta mi cintura.
Al salir de mi vestidor busque un bandolero de color negro para guardar mi celular en el e ira buscar a mis abuelos, pero al salir de mi habitación escuche unos gritos que venían desde abajo, así que camine hasta las escaleras sentándome en uno de los escalones para así poder escuchar.
– ¿Adrien que ha pasado? – escuche que mi abuela hablaba con mi papá por el teléfono de la casa – entiendo, pero no pueden seguir ocultando por más tiempo a Isabel lo que pasa – escuche que le reclamaba la abuela a papá – ella tiene que saber lo que pasa con su madre – al escuchara aquello, lo que fuera que me ocultaban me lo tendrían que decir así que salí de mi lugar.
– ¡¿Qué pasa con mi mamá?! – pregunté exaltada.
– Belly escucha – me decía mi abuelo señalando un lugar junto a ellos, camine y tome asiento donde ellos me indicaron – no somos los indicados en decirte esto lo mejor es que esperes a tus padres – me dijo la abuela.
– ¡Quiero ir con ellos! – les dije – ¡Quiero saber que pasa!.
Sin más me levanté de aquel lugar en busca de respuesta, pero cuando estaba apunto de salir por la puerta esta se abrió dejando pasar a mis padres.
– Belly – me dijo mamá antes de lanzarse en mis brazos a llorar, no entendía el por qué, pero me decidí a abrazarla como nunca.
– ¡¿Por qué lloras?! – le pregunté – me están asustando.
– Ven vamos hablar contigo Isabel – le dijo ella dijo llevándome de la mano hasta el sofá de la sala.
– Mi niña desde hace unos días he estado sintiéndome mal princesa, hoy fui al medico... – la corte antes de que siguiera.
– ¡¿Y que te ha dicho?! – le pregunté desesperada por saber.
– Aún nada hoy le practicaron unos exámenes esperamos pronto saber los resultado – me dijo papá afligido – quiero que seas fuerte a pesar de lo que pase – suspire para luego abrazarlos.
***
Ya había pasado dos semanas desde que mis padres hablaron conmigo aquel día, no sabía muy bien a lo que nos enfrentamos, pero si sabía que estaría ahí para apoyarlos así como ellos siempre habían estado para mi.
No encontrábamos en el hospital central de Buenos Aires con mi madre esperando su turno para consulta, ella me había explicado que iría a un mastólogo que ha estado siguiendo por las redes, la Dra Rebeca Grey según papá ella es la indicada para examinar a mamá.
– Pasé señora Ponce, adelante – le indicó una señora a mama, ella se levantó pero antes de seguir se gira hacia nosotros dándonos una mirada como de ¿Paz?.
– Esperen aquí, voy sola- nos dijo ella a papá y a mi. Nosotros asentimos no muy convencidos de que ella fuera sola, pero era su decisión, no la nuestra.
Me quedé observando el lugar, era frío, con colores pálidos en la paredes, se podían ver todo tipo de pacientes en esa sala, desde más jóvenes a más ancianos, pero mi vista fue directamente a la de una niña como de doce quizás o no lo sé, se le veía demacrada, no solo por llorar el cual se notaba en sus ojos enrojecidos, si no porque estuviera enferma, la vi como se entretuvo jugando con el celular que traía en la mano. Así me la pase casi todo el tiempo que estuve sentada esperando a que mamá saliera.
Pasan aproximadamente media hora y vemos salir a la doctora Grey del consultorio indicándonos con una seña que pasemos al consultorio, al seguirla hasta el consultorio pude ver que no era tan tritón como lo que he visto afuera de él,este estaba decorado con póster y reconocimientos, también había una camilla en una esquina, en otra un escritorio negros, y varias sillas alrededor dónde estaba ella con mamá a un lado y no señala que tomemos asiento en la sillas libre junto ellas.
– Buenos días señor Ponce – saluda cortésmente a papá – los he llamado porque he palpado en el seno de la señora una anomalía – nos dice la doctora.
– Doctora, ¿Es de preocupación esto que tiene mi esposa? - preguntó mi papá.
– Según los exámenes realizados a su esposa tiene un pequeño tumor, por lo que pude ver en la eco-grafía que acabamos de realizar, no es de mucha preocupación – nos explicó mientras nos señalaba las imágenes, y aunque no se ni la mitad de lo que ella hablaba, sentí preocupación – en estos momentos he mandado a preparar la sala de quirófano para realizar una biopsia – por leves segundos me perdí en mis pensamientos, hasta que volví a escuchar la voz de la doctora explicar – en qué consiste una biopsia, es en introducir una aguja en la tumoración y extraer por lo menos diez muestras de tejido, luego de eso las procesaremos por días en un laboratorio – me quedé de piedra al oír lo que ella explicaba, solo pensé en lo doloroso que todo eso sonaba, osea introducir introducir una aguja en tu seno – esto nos ayudará a saber si el tumor es maligno o benigno – explicó la doctora grey.
Quería hablar para hacer preguntas, pero mi cerebro parecía no reaccionar, estaba haciendo paranoia sola, ya cuando salí del trance habían acabo de hablar. Solo podía pensar en mi mamá, me preocupaba ella y cómo se sentirá con todo esto. Pero tampoco quería llenarla de miedos de mi parte, así que decidí callar. Pasaron horas hasta que salimos del hospital, mamá venía en el asiento de atrás del coche, era más cómodo para ella después de aquel examen que daría el resultado, esa noche nos quedamos en casa de mis abuelos maternos, ellos vivían en Buenos Aires, era muy arriesgado irnos pasada la tarde a Córdoba con mamá así.
Al llegar fuimos recibidos por mis abuelo y mi tía loca Genevvi, su casa no eran tan grande como donde vivíamos nosotros juntos con mis otros abuelo, pero era linda, solo tenía una planta pero grande como una quinta, era de color azul con blanco y con adornos en dorado, ya adentro los abuelos llevaron a mis padres a la antigua habitación de mamá, esperamos que mamá se instalará en su habitación a descansar, y yo decidí quedarme con mi tía.
– Belly pero como has crecido, estás muy mona – me dijo entre risas mi abuela Amina.
– No más que tu – le dije con coquetería.
– Nadie supera mi belleza – nos dijo mi tía batiendo su cabello a un lado, lo que nos hizo reír como locas a las tres.
***
Han pasando los días desde que volvimos de Buenos Aires con mis padres, mamá está mucho mejor ya no tiene el parche que le habían colocado, ayer tuvimos una entrevista en mi nuevo colegio, fue un milagro que me aceptaran ya que la inscripciones han pasado, le explicamos el porqué del retraso y el director decidió darme una oportunidad, eso o le di lastima.
Hoy mis padre salieron desde muy temprano a Buenos Aires por los resultados del examen que le realizaron a mamá aquel día, no me quisieron llevar con ellos ya que me dejaron con mi tía Genevvi que desde el día que fuimos a su casa ella se regreso con nosotros para estar al pendiente de mamá,eso y que también la he visto con el tío Alessandro, hermano de mi papá el cual desde que la tía Genevvi llegó, no ha salido de esta casa.
– Belly entonces ¿Estudiaras en National college de Córdoba? - me preguntaba mi tío a lo que yo asentí – ¡Vaya pequeña!, En ese colegio estudiamos tu padre y yo – me comentó el tío Alejandro.
– ¡Vaya! entonces ese colegio tiene los años de la pera – le dije en el mismo tono a lo que él me fulmino con su mirada y sabía que tendría que huir por mi vida en ese momento. Me levanté corriendo en dirección a las escaleras para refugiarme en mi habitación
–¡Ha no pequeña!, No corras que voy detrás de ti – me gritó el tío, y solo podía escuchar la risa de mi tía, parecíamos críos de ocho años jugando.
Llegue hasta mi habitación corriendo para cerrar mi puerta pero el fue mas rápido y metió la mitad de su cuerpo en el para alcanzarme.
– ¡Ven acá pequeña demonio! – me gritó mientras me atrapa haciendo que cayéramos en mi cama, para luego hacerme cosquillas.
– ¡Basta! – le dije entre risas – me rindo – le dije alzando mis manos en son de paz.
– Parecen críos de ocho años - nos dijo entre risa tía Genevvi que venía entrando, pues mi mente lo pensó y ella lo dijo, que podíamos hacer si era cierto.
– ¡¿Oye a quien llamas críos?!- le dijo el tío Alessandro mientras le hacía lo mismo que a mi.
– ¡Déjame! - le gritó ella – vamos ya llegaron tus padres Isabel.
Bajamos hasta la sala donde encontramos un silencio sepultar, mire en dirección a mis padres, quienes se abrazaban el uno al otro, me acerque hasta ellos y pude ver sus ojos llorosos que me hicieron preocuparme aún más.
– ¿Que pasa? – pregunte con preocupación en mi voz, por más que no quería que se notara no podía hacer nada.
Mi madre me miró rota enllanto, se levantó corriendo escaleras arriba, mi padre solo me abrazo susurrándome en el oído lo último que me imagine - Belly tiene Cáncer grado II - en ese instante no sabia que pensar,sentía que mi mundo se derrumbaba cuesta abajo, solo sentí como ese líquido salado llegó hasta mis labios, y llore pegada al pecho de mi papá como niña pequeña.
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