Ludovica tomó el cigarrillo y le dio un par de caladas con una siniestra sonrisa antes de dirigirse a su socio y amante Arthur Lujan.—Debes buscar la manera de que sus superiores saquen a ese inspector del caso, me llamó para pedir que fuera a declarar, creo que está sospechando Aunque no entiendo su actitud ¿Acaso no me dijiste que el caso se lo habían dado a otros inspectores que son los amigos tuyos a quien compramos? —preguntó.—Claro que sí, pero parece que el hombre le dio por ser héroe y querer investigar aun estando fuera del caso. No te preocupes, voy a mandar con mi contacto que le retiren la licencia y así nos quitamos esa piedra en el zapato —respondió el hombre.—Eso espero, porque no quiero complicaciones, ahora debo convencer a Alexander para que me acepte en su vida y de allí nosotros podamos intentar ejecutar de nuevo nuestro plan —expresó la mujer.—Aunque ahora que lo has mandado a México tras tu hija, ¿Por qué no hacemos que lo maten por allá? Aún son esposos y, c
Finalmente, Alexander y su padre llegaron a la casa de su abuelo, una construcción robusta de ladrillo y tejado rojos. La fachada era testimonio de generaciones pasadas de Ferrari, de secretos susurrados entre paredes que conocían más historias de las que cualquier libro pudiera contar.Su padre apagó el motor y ambos se quedaron un instante en el auto, respirando hondo.—¿Estás listo? —preguntó su padre con una solidez en la voz que Alexander deseó tener.—Sí, son tantas cosas… Eletta, Tanya… aunque de esta última, no sé si valga la pena ir por una niña caprichosa, no sabe lo que quiere y es mejor mantenerme lejos de ella. No la quiero en mi vida y a partir de hoy me niego a escuchar cualquier palabra relacionada con ella.—No te entiendo Alexander, ¿Por qué volviste a cambiar de opinión? Si es claro que a quien amas es a ella.—Claro que la amo papá, pero me enviaron fotos y vídeos donde está con otro hombre, así que Tanya Hall es parte de un pasado que no quiero rescatar, ya fui e
La tensión en la sala era casi una entidad propia, pesada y palpitante. Todos los ojos estaban puestos en Iker, quien parecía a punto de desmoronarse bajo el peso de las miradas y la acusación, que para él eran infundadas.Alexander se mantuvo inquebrantable, con la misma determinación que lo había llevado hasta ese momento. Su mirada era fija, su presencia estaba cargada de un propósito ineludible.—Lo siento Iker, nunca quise revelarlo de esta manera. Pero Eletta está en peligro y ella... ella merece saber la verdad. Merece saber quién es su padre y que me ayudes a encontrarlo.Iker dio unos pasos titubeantes hacia atrás, como si el aire mismo se hubiera vuelto un obstáculo insuperable, sentía una opresión en el pecho como si alguien le hubiese puesto encima ciento de toneladas mientras negaba con la cabeza. —No sé qué carajos te dijo esa mujer, pero yo no rechazaría a un hijo mío —se pasó la mano por la cabeza en un gesto desesperado—, te juro que nunca la mandé a abortar, no sé c
Alexander les terminó de contar de las llamadas y del secuestro de Eletta, mientras todos se miraban preocupados.—El problema es que no sabemos qué tan reales son las llamadas —dijo Luke.—Pero está el vídeo, y estoy seguro que ella —respondió Alexander, mostrando el vídeo.—Además, por más que no estemos seguros de que nos estén diciendo la verdad, no podemos arriesgarnos, yo creo que lo mejor es que vayamos y lleguemos al lugar donde te indicaron —propuso Iker.—Yo opino igual, no voy a arriesgar a mi hija —respondió Alexander—, he tratado de comunicarme con mi tío Piero, pero no responde.—Seguramente anda metido quien sabe dónde, estoy de acuerdo con Iker y Alexander, vayan un grupo de ustedes y los demás nos quedamos aquí —planteó el tío Renaldo.—¿Quiénes quieren ir a México? —preguntó el padre de Alexander.Enseguida levantaron las manos Paolo, Filippo, Dominik, Xavier, Roberto, Amador, Nicólas, Dominik y Rómulo.—Gracias por acompañarme —respondió Alexander.—Y yo también voy
Cuando finalmente alcanzó el vestíbulo, la pareja ya había salido por las puertas giratorias y se dirigía a un auto que estaba parado frente del edificio.La lluvia caía con una suavidad insistente, salpicando los charcos que ya se habían formado en las aceras. Sin un segundo de duda, Alexander salió bajo el cielo gris y la cortina de agua, persiguiendo la figura de Tanya que ya se alejaba en el coche.—¡Tanya! —gritó nuevamente, pero su voz se ahogó en el estruendo del tráfico y el golpeteo de la lluvia.La había perdido de vista, sin embargo, justo antes de que el vehículo arrancara, ella giró su rostro hacia Alexander. Sus ojos se encontraron, pero no hubo ni un solo destello de reconocimiento, es como si fuera una completa extraña.Completamente empapado y sin aliento, Alexander permaneció inmóvil en medio de la acera, observando cómo el automóvil se iba alejando poco a poco, mientras él se sentía más angustiado.Sintió la mano de su primo colocada en su hombro, y darle unas pala
Eletta tomó una profunda bocanada de aire, intentando ordenar sus pensamientos en ese breve espacio de tiempo que le habían concedido. Sus ojos se desviaron hacia el suelo, buscando la concentración necesaria para narrar su historia sin romperse.—No sé quiénes eran —comenzó, levantando la mirada—. Las veces que los miré estaban en capuchas, pero eran hombres y mujeres, nunca vi sus rostros.Los miró buscando en ellos algún indicio de confianza, armándose de valor, les preguntó.—¿Quién los mandó? ¿Mi madre o mi padre? —preguntó sin dejar de observarlos, Malcolm y Paul se miraron a la cara.—¿Por qué preguntas? ¿Qué diferencia hay? —inquirió Malcolm sin dejar de mirarla.—Solo si me responden a mis preguntas responderé las suyas —sentenció Eletta y los dos chicos la miraron como si hubiese enloquecido.—¿Es en serio? ¿Crees que estás en condiciones? ¿Desde cuándo los pájaros les tiran a las escopetas? —gruñó Paul—, tú aquí no exiges nada… y menos con lo cabreado que estoy con tu fami
—¡Es un idiota! ¿Qué tengo yo para que salga despavorido como si apestara? —preguntó molesta. Malcolm se encogió de hombros.—La verdad es que no lo sé y no me interesa saberlo —respondió con indiferencia.—¿Pueden llamar a mi padre para que venga por mí? —interrogó.—Déjame llamar a mi tío y que él lo haga.De inmediato Malcolm llamó a Alexis, y le hizo saber lo que le estaba pidiendo Eletta.“Ese hombre es bastante impaciente, resulta que como había pasado una semana, y no le llamamos decidió regresar a México, lo he estado llamando y no me responde, me imagino que está volando”.—Tendremos que seguir esperando, pero creo que es importante que sepas que la chica Ferrari piensa que su madre tuvo que ver con su secuestro e incluso le parece que recuerda haber visto a una amiga suya que a su vez resultó ser la amante de su papá y embarazada de él… es un rollo esa familia, pero cuando te comuniques con ello le informes.“Está bien, les avisaré, pero creo que lo mejor será que Paul o tú
Tanya levantó la vista, sus ojos reflejando una mezcla de miedo y desafío. Con el corazón galopando en su pecho, dibujó una sonrisa temblorosa y respondió con apenas un hilo de voz.—Yo no hice nada, simplemente me caí… y tropecé, creo que el bloque ya estaba suelto.El hombre frunció el ceño, claramente desconfiando. Se acercó al agujero y examinó el ladrillo que ella había trabajado con tanto esfuerzo para aflojar. Tanya contenía la respiración, esperando su próximo movimiento. Si se daba cuenta de que había estado intentando escapar...—No te creo —gruñó, antes de agacharse y pasar su mano rugosa por los bordes del hueco. Luego se volvió hacia ella, su mirada era dura como el acero.—Parece que has estado usando algo para cavar esto.Tanya sabía que tenía que mantener la calma y pensar rápido. Cualquier muestra de culpabilidad podría dar como resultado castigos severos, o peor aún, en la reparación del agujero y la pérdida de su única vía de escape.Esperó reteniendo la respiració