Después de una deliciosa distracción trato de mover mi cuerpo que está debajo de este hombre gigantesco. Lucho por unos minutos hasta que por fin puedo liberarme sin despertarlo.
Son las 6:00 pm y no he hecho ninguno de los pendientes que me han dejado en la escuela. Voy a mi closet que parece más una tienda y tomo algo cómodo para usar. Salgo de la habitación y recorro las habitaciones buscando donde poder concentrarme para hacer mis deberes. Encuentro una gran sala con un bonito escritorio de madera de cedro. Suspiro y saco los útiles de mi mochila, manos a la obra, pienso.
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Tiempo después llega Gina con una charola con galletas y un vaso de deliciosa leche, la recibo con una amplia sonrisa
—Supuse que tenías hambre— y coloca la charola en la mesa, asiento
—Muchas gracias, de hecho si— le dedico otra sonrisa y tomo una galleta<
Siento que todo da vueltas a mí alrededor, Hernández cierra la puerta. Estoy de vuelta en mi apartamento.—Vanessa si hay algo que pueda hacer…— escucho el susurro de su grave voz pero no me animo a mirarlo, siento vergüenza y pena por mí.Niego con la cabeza y camino a mi cuarto, repaso una y otra vez la situación que acabo de vivir, Bruno, con dos rubias, su clavícula y cuello marcado con besos, aprieto los ojos, están inundados de lágrimas.Me hago un ovillo en mi cama, la que ahora parece muy amplia. ¿Cómo pude haber sido tan tonta para pensar que conmigo él tendría suficiente?, ¿Qué ya no necesitaría de ninguna otra mujer?No sé cuando tiempo pasa hasta que escucho como alguien entra a mi habitación.—Vanessa —y pronto sus largos brazos me cubren, reconozco su voz, es Tomás—. Lo voy a
Me duele la cabeza. No siento mi cuerpo ¿Qué ha pasado?, respiro entrecortado. Abro mis ojos pero sigue siendo oscuro. Trato de moverme pero estoy sujeta a algo.—Vaya, ya has despertado— encienden la luz y me dejan ciega. Mis ojos tardan en acostumbrarse, puedo visualizar a un hombre obeso y calvo, usa traje negro a rayas y muchos anillos.—¿Qué?— digo en un susurro—¡¿Pero que estás sorda?!— grita y eso hace que la cabeza duela más.—No, ¿Qué ha pasado?— repito con esfuerzo y repaso mi cuerpo. Estoy atada de pies y manos a una silla.—Pues ¿Qué va a pasar?— pregunta burlón, comienza a acercarse a mí y el pánico me inunda.—¡SUÉLTEME! — grito y un fuerte impacto me dobla la cabeza, me ha golpeado, Dios, me ha golpeado. Un fuerte flash me ciega de nuevo, p
Abren la puerta y rechina escandalosamente, me tiran bruscamente en un colchón y salen sin más. Me aseguro de que nadie pueda verme, muevo mis manos hacia los lados para reavivar la circulación y me espanto al mirarlas, están cubiertas de sangre debido a los cortes que el plástico hizo. Trato de ignorar el impacto y saco el móvil, tecleo el número de Lucía, es el único que me sé. No hay respuesta…—Por favor, contesta— susurro mientras vuelvo a llamar pero no obtengo respuesta. Escucho pasos acercándose al cuarto donde estoy, llamo de nuevo pero no puedo concluir y escondo el celular entre la cama y la pared. Abren la puerta, reconozco al hombre que me ha golpeado y un sujeto que parece ser su hijo.—Te hemos cambiado de residencia, por lo menos hasta que nos llegue el pago— dice entre risas—. Para que no te aburras he traído a mi hijo…Tr&aacu
Siento demasiado frío, mi cuerpo tiembla…—Ella estará bien— puedo oír las conversaciones que tienen diferentes personas a mi alrededor, abro los ojos y me encuentro con el rostro de un paramédico.—¿Señorita? —carraspea—.¿Señorita puede decirme su nombre?No de nuevo, pienso y tomo aire para responder, me cuesta demasiado hablar.—Vanessa Carballo, estoy bien— trato de alzarme pero este me sostiene—No, no se levante, está siendo trasladada al hospital— mi cabeza está un poco mareada y no tengo muy claros los recuerdos.—No, no es necesario, lléveme a mi casa ¿Lucía?— miro hacia mi alrededor en busca de mi amiga y la encuentro, lo vivido no fue una alucinación.—Vane estoy aquí, tienen que llevarte— niego—No, no Lucía, no quie
—No entiendo nada y no me interesa— le digo fríamente. Su cuerpo se acerca tentativamente al mío, puedo olerlo es menta, madera, sudor, embriagante.—¿No te interesa?— está jugando conmigo—Basta Bruno, déjame sola—retrocede—Fue Sandra— escupe. El enojo invade mi cuerpo, esa mujer otra vez. Sigo sin mirarlo y enfoco la vista en los exámenes que ha puesto en mi mano, puedo leer muchos nombres y números pero no entiendo nada. Recorro el papel hasta un texto con letra manuscrita, es el veredicto del médico:Diagnostico: Niveles altos de Escopolamina en el cuerpo. 2 g.Condición: MortalTratamiento: desintoxicación…El dolor en mi pecho no cesa. Mientras él estaba en un hospital internado yo ¿en mi casa?, lo miro molesta.&md
La doctora esa tramitando mi alta del hospital cuando el señor y la señora Dihmes entran a la habitación.—Hola querida— Alondra me abraza—Hola— le digo, el señor Dihmes toma mi mano.—Me alegra verte Vanessa— le sonrío y agradezco que se haya mantenido lejos, Bruno le debió haber hablado sobre mis reacciones.—La doctora está por darla de alta— explica Bruno, ellos se notan felices.—Tienes que descansar y recuperarte de esto Vanessa— la voz de Alondra me tranquiliza.—Ya me siento mejor, el dolor es mínimo— le explico. Julia, la doctora, entra con una serie de papeles y se los entrega a Bruno—Ya estás dada de alta Vanessa, tienes que seguir las indicaciones que te he dado y no perder de vista tu inhalador, te veo en 4 días— le agradezco con una sonrisa—Gracias Docto
Despierto adolorida. Miro el reloj 8 am, he dormido casi 12 horas. Bruno está a mi lado completamente dormido. Me siento en la cama y le miro. Cuanto extrañaba tenerlo a mi lado.El dolor ha vuelto a aparecer porque recuerdo que tengo que tomar las pastillas del dolor y me pongo de pie con esfuerzo. Cuando por fin salgo de la habitación estoy casi exhausta y aún me faltan las escaleras. Respiro profundo y comienzo a bajar escalón por escalón y ahogando gemidos de dolor, es realmente frustrante no poderme mover con libertad.El dolor en los tobillos no cesa ni un momento. Mi cuerpo se rinde y me siento justo a mitad del camino en las escaleras. No se escucha ningún ruido, tengo que llamar a Gina o a quien me escuche—¡Gina…! —no recibo respuesta—. ¡Gina!Intento de nuevo pero no hay respuesta. El dolor es más fuerte cada vez y me cuesta resistir sin quejarme.<
Ha pasado una semana desde que he vuelto a la casa de Bruno, todo ha transcurrido tranquilo y ya me he hecho a aquí. La escuela me ha exigido demasiado debido a mis constantes faltas, pero he sabido sacar todos los pendientes satisfactoriamente. También he pintando con más frecuencia y Nora se ha encargado de comprar algunas de mis obras.Tomo un vaso y lo lleno de agua, me estoy muriendo de sed. Me he despertado temprano para seguir con algunos de los ensayos que me han solicitado, apenas así puedo darme abasto y poder cumplir con todas las obligaciones.—Niña ¿tienes hambre? —niego—Desayunare con Bruno —Gina asiente y comienza a arreglar la mesa.Seguramente Bruno está dormido. Subo las escaleras rápidamente, estoy mucho mejor que hace una semana, tengo mucha más movilidad. Me adentro a la habitación y confirmo mis sospechas. Mi atractivo hombre está re