Bajo con un par de maletas haciendo muecas de dolor y me encuentro con una Hummer negra esperando justo enfrente de la puerta. Lucía no se contiene y comienza a gritar
—¡No puede ser!— me obligo a reaccionar cuando un hombre de unos 35 años se acera a mí, ya lo había visto antes, es alto y musculoso.
—Señorita Carballo, permítame —me quita las maletas de las manos delicadamente y yo lo acompaño hasta el auto.
—Tú debes ser ¿Hernández? —asiente y sonríe—. Yo soy Vanessa, no señorita Carballo, por favor.
Asiente de nuevo. Le explico que arriba hay más cosas que llevarnos y que tal vez necesitemos dos viajes. La verdad es que Hernández se porta muy amable conmigo incluso bromeamos un par de veces. Su comportamiento me hace sentir tan cómoda que me olvido de que es un “guardia” que me ha puesto Br
Camino entre largos pasillos, ignorando el dolor que cada paso me provoca. Puedo escuchar a Marcelo caminando tras de mí, pero no le tomo importancia y comienzo a teclear el numero de un taxi.—Gracias —en menos de 5 minutos estará afuera. Lucía no dice nada, parece molesta también.Nos detenemos en la puerta donde la gente entra y sale y localizo un taxi a unos 10 pasos de nosotras, sin decir más subimos a él. Miro por la ventana y Marcelo se abre paso por la gente viéndonos marchar. Tomo un gran suspiro.—¿Quién carajos era esa? —pregunta Lucía de mala gana, la ira invade todo mi cuerpo y casi me hace llorar.—Me vieron la cara ¿no? —toma mi mano—No pienses eso, él es un idiota amiga —hablamos todo el camino hacía mi apartamento sobre esta incómoda escena y le explico lo que había visto frente a
—No entres… —Tomás llega a nosotros con cara de confusión—¿Qué coño haces en esa habitación, Vanessa? —¿Pero quién se cree este?, viene a reclamar cuando nos junta a su novia y a mí en el mismo espacio.—¿Y a ti que carajos te importa? —le contesto de mala gana y ahora sé que no fue una buena idea, creo que lo hice enojar más.—¿Qué pasa aquí?— Tomás parece muy confundido, el sexy futbolista lo mira con ojos que parece a punto de salir.—Ella es Vanessa, MI Vanessa —le dice con un ronco sonido. Siento como si me hubieran dado un baldazo de agua fría.—Yo no soy TU Vanessa… tu me mentiste, has estado jugando conmigo todo este tiempo y…—¿Te acostaste con este imbécil? ¡Lo voy a matar! —dice abriéndose
Hace apenas unos minutos Bruno y su hermano se fueron.—¿Vas a decir que no te ha vuelto loca?— mi amiga está tirada en el sillón mientras yo lavo los platos del desayuno.—Sinceramente no sé qué pensar.—Te he visto todo este tiempo, te gusta y mucho— trato de parecer despreocupada—A todas les gusta— mi amiga ríe a carcajadas—Vanessa él está loco por ti— pongo los ojos en blanco—No me consta, no puedo olvidar al esparrago rubio —mi amiga sigue dándome razones por las cuales sabe que Bruno está enamorado, yo solo la escucho—¿Sabes qué? Mejor me iré a bañar, tengo que ir al mercado— digo pero antes de salir me explica que se tiene que ir, debido a que lleva días fuera de casa, trato de animarla y hacer que se despreocupe y que puedo vivir sola sin prob
El lugar está a reventar, lo primero que hago es ver a las demás mujeres. Llevan vestidos a la rodilla igual que yo, una tensión menos.—Bruno, ¿Qué tal? — comienzan a llegar un sinfín de hombres con sus mujeres a un lado, es difícil mantener una plática con cada uno y seguir sonriendo. La mayoría me mira con cara de asombro y repetían:—“Le has robado el corazón”— yo solo sonrío y me limito a contestar las preguntas que me hacen. Estando ya sentados en la mesa asignada y después de varias copas de champagne necesito ir al baño.—Iré al tocador— le digo al oído y él asiente. Me pongo de pie con trabajo ya que estoy un poco mareada y camino hacia mi destino.El lugar es sumamente lujoso, trato de recordarme en donde estoy y porque estoy aquí, hasta que cruzo la puerta y me planto frent
El resto de la noche la he pasado llorando. Miro hacia la ventana y el primer rayo de sol comienza a salir. Tengo que ir al hospital, distraerme y concentrarme en los pequeños. Decido tomar una ducha caliente, no he podido dejar de llorar desde anoche, ¿pero que ridículo he hecho?, salgo del baño y me coloco la ropa después de secarme es cuando escucho el timbre.—¿Si?— contesto en el altavoz.—Señorita Carballo tengo una entrega para usted— me limito a dejarlo pasar y en pocos minutos están llamando a mi puerta. Al abrirla me encuentro con el arreglo de rosas rojas más grande que pude haber visto en mi vida.—Sí, ¿señorita?— me inclino hacía un lado y puedo ver al hombre que al llevar semejante regalo se miraba tan pequeño—Disculpa, ¿Quién las manda? —Busca primero un lugar donde poner el matorra
Mi cuerpo se queda estático—¿Pero qué mierda?—Yo te dije…— cuando menos pienso Bruno tiene del cuello a su hermano y le grita.—¡Te dije que la trajeras a casa, era todo lo que ibas a hacer!— corro a interponerme pero estoy demasiado mareada.—No…— trato de meterme tirando manotazos—. ¡Bruno basta!Suelta a su hermano y en el momento en que Tomás toca el suelo Bruno lo tumba de un puñetazo en la mandíbula.—¡Por Dios!— grito y trato de inclinarme hacia donde Tomás pero tropiezo y ahora siento la mano de Bruno sosteniéndome. Mi amigo se pone de pie lentamente. Tiene una herida en la comisura del labio—¡Estás loco! —Grito y Tomás suelta una carcajada. Lo miro con un signo de interrogación en la cara—¿Por qué te ríes
—Comienza— le indico y me aferro al cobertor de mi cama.—No sé qué es lo que te dijo esa mujer, pero tienes que saber… Fuimos pareja en el pasado— lo escucho detenidamente, aunque podía ocultar ese desagradable sentimiento que iba surgiendo—. Éramos muy jóvenes, tenía poco tiempo aquí en España, su padre fue mi primer Director Técnico y, fue así como nos conocimos… Vanessa, éramos jóvenes y yo venía de un país donde me tenían encerrado, regido por miles de reglas, aquí podía ser libre… Salimos un par de meses, pero yo no la tomaba en serio, como te repito era un niño y creía que el mundo me pertenecía.Escucharlo de esa manera me lleno de asombro, mas debido a nuestros últimos encuentros en los que solo podíamos intercambiar dos o tres palabras sin enfurecernos
Voy camino al hospital, he prometido a Orestes que lo ayudaría mientras Ramona vuelve. Hernández conduce y el silencio me aburre, así que me animo a preguntar.—¿No te aburre hacer esto?— me mira por el retrovisor—¿A qué se refiere Vanessa?—Conducir, cuidar, perseguir— le digo entre risas y él comparte mi simpatía—No, no me aburre, es mi naturaleza— lo miro confundida—¿A qué te refieres?— se encoje de hombros—La academia del señor Dihmes es asombrosa y desarrollan el instinto protector del personal— mi cara parece un signo de interrogación.—¿La academia?—Es uno de has empresas del señor Dihmes y su familia.—Aún no conozco a nadie de su familia, disculpa mi ignorancia— se mira un poco avergonzado.—Conoce al s