Después de una larga espera, Eloise fue trasladada a su había, se sentía dolorida, pero realmente feliz, allí junto a su cama, una pequeñas incubadora dónde sus hijos aprecian dormir plácidamente, el médico aseguraba que al ser gemelos, lo mejor sería dejarles juntos en la misma incubadora para que no sintieran la ausencia del otro. —No están en incubadora por ningún mal motivo, señora, han dispuesto de mi presencia para que la ayude en todo — sonrió. —Gracias— agradeció feliz. —¿Estás bien, mi amor?— preguntó Leonardo, sonriendo, después de inclinarse para depositar un beso en su frente. —Estoy bien, siento dolor, pero estoy agradecida por tenerlos. —Leo asintió. 'Yo también estoy agradecido de que todo saliera bien, ahora los tengo a los tres conmigo. —un ligero llanto reclamó la atención de los tres adultos. —Es la pequeña princesa —dijo la enfermera — debe tener hambre. Ven preciosa— se ocupó de sacarla— ayudaré a tu madre para que te amamante — Eloise sintió un poco de preo
Tres dís más tarde, Eloise se encontraba en el jardín de la mansión Pocaterra, Jeannette y Giulia, se encontraban con ella, cada una con un bebé en brazos, mientras Leonardo estaba sentado junto a ella, la tenía tomada de la mano y realizaba un dulce masaje circular en su mano, la imágen era realmente adorable y Eloise estaba agradecida, Giulia también parecía dulcificada ante la presencia de los gemelos, se dirigía a ella de manera más tranquila y le había regalao un par de hermosas sonrisas que se habían ganado el cariño de Eloise, y en el fondo la entendía, no la culpaba, Giorgia había estado con ella desde niñas, eran amigas y ella estaba enamorada de Leonardo, era obvio que estaría de su lado, así que intentaba no tomarlo de manera tan personal. —¿Cómo te sientes hoy, Eloise?— la dulce voz de Jeannette reclamó su atención. —Estoy bien, agradecida de poder estra de nuevo aquí, no me malinterpreten, en la clinica me han tratado de maravilla, pero el ambiente de esos lugares no me
Jonas Smith. estaba sentado en su cubiculo de trabajo cuando un hombre se acercó a él y lo miró fijamente. —¿Señor Jonas Smith?—Jonas elevó el rostro para mirarle.—Si, ¿Con quién tengo el gusto?, ¿tiene cita para hoy?— el hombre le miró muy serio, sin ninguna expresión en el rostro—No tengo una cita, sin embargo espero pueda atenderme. Soy oficial de la policia— le mostró su placa— y me gustaría hacerle unas preguntas— Jonas frunció el ceño y fingió sorpresa. —Oficial, mentiría si le dijera que no me sorprende su visita, no sé que podría preguntarme usted, juro que no tengo una multa pendiente o algo asi. Sin embargo, adelante, tome asiento y déjeme saber qué lo ha traído aquí. —el hombre asintió y se sentó en la silla disponible frente a él—Bien, ¿En qué puedo ayudarle, oficial?—¿Conoce usted a la señora Mara Spencer? —Asi es, señor. Ella es mi suegra, bueno... ex suegra, es la madre de mi ex esposa. ¿Sucede algo?, ¿ella está bien?—Lamento informarle que hemos encontrado el cue
Eloise, estaba sobre la amplia cama, junto a ésta, la hermosa cuna doble dónde dormían plácidamente los gemelos. Eloise se negó a qué sus hijos durmiesen en otra habitación. —Aún están muy pequeños— dijo— de quedarán a mi lado, al menos hasta que crezcan un poco.Leonardo no la contradijo, por el contrario él también deseaba estar cerca de sus hijos todo el tiempo. La enfermera contratada, se había encargado de curar la herida de Eloise, ella llegó a pensar que sería una cicatriz grande que dejaría una enorme marca en su cuerpo, pero ciertamente no fue así, era al muy delgado y pequeño, era increíble pensar que por allí habían nacido sus hijos Leonardo, tomó una larga ducha y luego entró a la habitación y se acostó con cuidado junto a Eloise, quién dormitaba. —Descansa, mi amor — le dijo en cuanto abrió los ojos— en un par de horas estarán llorando por comida, intenta dormir— besó su frente. —Gracias por ser tan considerado y buen padre, me apoyas y acompañas en todo. —No podría m
Al llegar la hora en la que Leonardo señaló que debían irse para poder disfrutar de la sorpresa, Eloise sintió aprension en su corazón, no quería dejar a sus bebés solos, aunque sabía que ellos estaban en buenas manos, no podía evitar la sensación de tristeza al separarse de ellos.—No te preocupes, mi amor, todo estará bien, están bien cuidados. —Lo sé, aún así no puedo evitar está sensación al dejarlos, son mis niños pequeños, poco les falta para cumplir sus primeros dos meses de vida. No puedo evitar preocuparme, soy su madre. —Lo entiendo, pero estarán bien. Confía en mí. —Leonardo decidió que lo mejor sería ir en una cuatrimoto todoterreno, la cual les permitiría llegar sin inconvenientes. —¿Estás segura de que puedes ir cómoda?—Por supuesto, me sostendré de ti. —Leo se encargó de manejar, aún en medio de las penumbras sabía movilizarse, lentamente avanzaba hacia su destino, iba por un camino en medio de los racimos de uvas, que desprendían un delicioso sabor frutal, Eloise so
El regreso a América, había sido tranquilo, Eloise regresó en compañía de los tres Pocaterra, los niños habían dormido parte del viaje, y cuando despertaban, tras ser alimentados volvían a dormir. La despedida había sido demasiado emotiva, Chiara hasta había derramado algunas lágrimas, Giulia se mostraba realmente triste, Andrea no quería separarse de sus primos y Angelo, había asegurado que deberían viajar pronto para no extrañarlos tanto, Jeannette por su parte, no se había contenido y había derramando abundantes lágrimas. Eloise se sintió mal por ella, también iba a extrañarla y esperaba que pronto pudiese visitarlos... sin Giorgia, aunque ella se mostraba educada y sería las veces que se habían encontrado, para Eloise era tranquilizador si Giorgia no volvía a aparecerse en casa de Leonardo. Michaell y Nayla, también habían regresado con ellos, y tras bajar en el aeropuerto, se habían despedido para tomar su propio rumbo. —Se siente bien, regresar...—dijo Eloise entrando a la c
—¿Estás seguro de que no quieres avisarle a tu madre?—No, mi amor, lo mejor será que no la preocupe. Ya le hablaré cuando todo esté bien, amor mío. Mientras Leonardo estaba en quirófano, Eloise sentía que su alma también se había ido, la angustia no hacía más que crecer con cada minuto. —Leonardo es muy fuerte— le había dicho Michaell con una enorme sonrisa— no te preocupes demasiado, Eloise. Él estará bien. —No tendré paz hasta que el médico me diga que todo salió bien, Michaell, solo así volveré a respirar con tranquilidad. —Y así será— le dijo sonriendo— permíteme darte un abrazo— abrió sus brazos y Eloise sin pensarlo se refugio en ellos. — Y tal y como había dicho, no fue hasta que vio al médico salir y decirle; —El señor Pocaterra, está bien— Eloise volvió a respirar con calma— la operación ha sido exitosa, le daremos dos horas de observación y luego le pasaremos a su habitación y podrán verle. —Muchísimas gracias, doctor— Eloise había llorado de tranquilidad y alivio. S
Eloise, sintió los párpados pesados, la boca seca y una terrible sensación de mareo...¿Dónde estaba?, ¿Que había sucedido?...Con dificultad abrió los ojos, sin lograr ubicar el lugar donde estaba, cuando tiro de sus manos para pasarlas por su cara, se dió cuenta que su mano derecha estaba esposada a la cama...Terror...En su máxima y pura expresión... Con esfuerzo, pero rápidamente se sentó en la cama, los recuerdos volvieron a ella como un oleaje de densa oscuridad...No podía creer lo que veía, frente a ella, justo en frente de la cama, estaba Jonas, sentado relajadamente en una silla, mirándola con una sonrisa. —Hasta que despiertas, cariño— su tono le causó escalofrío, pero lo más intimidante era esa enorme sonrisa en su rostro.—¿Dónde estamos?, ¿Para que me trajiste aquí?—Estamos en mi casa, y te traje para... saldar viejas cuentas, mi querida Eloise, a diferencia de tu, yo si creo que hay mucho que decir entre nosotros.—¿Es cierto lo que dijiste?— su voz tembló —¿ Asesinast