Eloise, sintió los párpados pesados, la boca seca y una terrible sensación de mareo...¿Dónde estaba?, ¿Que había sucedido?...Con dificultad abrió los ojos, sin lograr ubicar el lugar donde estaba, cuando tiro de sus manos para pasarlas por su cara, se dió cuenta que su mano derecha estaba esposada a la cama...Terror...En su máxima y pura expresión... Con esfuerzo, pero rápidamente se sentó en la cama, los recuerdos volvieron a ella como un oleaje de densa oscuridad...No podía creer lo que veía, frente a ella, justo en frente de la cama, estaba Jonas, sentado relajadamente en una silla, mirándola con una sonrisa. —Hasta que despiertas, cariño— su tono le causó escalofrío, pero lo más intimidante era esa enorme sonrisa en su rostro.—¿Dónde estamos?, ¿Para que me trajiste aquí?—Estamos en mi casa, y te traje para... saldar viejas cuentas, mi querida Eloise, a diferencia de tu, yo si creo que hay mucho que decir entre nosotros.—¿Es cierto lo que dijiste?— su voz tembló —¿ Asesinast
Con frustración tiró con fuerza de su mano, inútilmente, porque sabía que no podría liberarse...—¿Cómo me trajiste aquí, Jonas?, ¿Me drogaste?=, lo único que recuerdo es estar hablando contigo y... el pinchazo en mi brazo.—Un sedante, cariño. Es bastante potente y solo tarda un par de minutos en hacer efecto...—¿Vas a... matarme?— su voz se quebró. —Si, lo haré — las lágrimas fluyeron libres, ¿debía comenzar a asumir que moriría en aquella habitación?, y peor aún, que el podría hacer cuando quisiese con ella, y no podría defenderse, porque defenderse significaba poner la vida de sus hijos en peligro... Debía haber una manera de escapar... ¿Cierto?—¿Cómo sabías dónde estaba?, ¿cómo supiste dónde encontrarme?—Me he dado tiempo a hacer la tarea, primero contraté un par de detectives, luego cuando obtuve la información necesaria y pertinente, yo mismo me encargué de lo demás. Fue difícil esperar el momento oportuno, porque nunca estabas sola, pero...—sonrió— ya ves, soy un hombre de
Leonardo cortó la comunicación y se quedó observando la pantalla del celular. ¿Aquello había pasado realmente?Sus ojos se llenaron de lágrimas, ¿Que había sucedido?, ¿Por qué Eloise le hacía aquello?, justo cuándo más enamorado estaba, justo cuando tenía todo planeado para el viaje en el cual le pediría ser su esposa... ¿Jonas?, ¿Cómo se atrevía a volver con ese infeliz?, ¿Es que acaso Eloise no tenía dignidad?, ¿Desde cuándo se veía nuevamente con él?, ¿Desde cuándo le veía la cara de idiota mientras él le juraba amor?... Se negaba a llorar, no quería hacerlo, pero tampoco podía impedirlo, lloró amargamente, ahogando en las almohadas su sufrimiento, ahora estaba solo, la había perdido, no entendía cómo ella sencillamente se marchaba dejando todo atrás, todo por ese hombre, ni siquiera le importaron sus hijos...El dolor del desamor lo estaba matando, nunca antes se había enamorado, y ahora que lo hacía, Eloise se atrevía a jugar con sus sentimientos.¿Es que acaso no tenía corazón
Michaell, entró al bar de su amigo, encontrandolo en la barra con un vaso con whiskey en las manos, y bebiendo de él a largos tragos. Quince días... quince días en los que su amigo, su hermano, estaba sumido en el profundo dolor de haber sido abandonado por la mujer que ama, consumido por la amargura y el dolor, su carácter se había agriado y siempre parecía estar de mal humor, trataba a todos los que le rodean con desprecio, no había en él una sonrisa o un gesto amable, su mirada era dura y solo lograba suavizarse al hablar de sus hijos. —Estoy aquí — dijo sentándose junto a él. —Ya era hora— contestó de mala gana, bebiendo de un solo trago el líquido ambarino de su vaso. —¿Por qué demoraste tanto?, ¿te estabas haciendo manicura y pedicura?— gruñó. —Será una noche larga— dijo Michaell, luego llamó al barman— dos Whiskys, dobles y sin hielo.— el joven asintió, alejándose para servir la bebida y poco después colocó dos vasos frente a ellos. —¿Cómo están mis sobrinos?—Muy bien— una
Eloise lo contempló con terror, Jonas no estaba nada bien de la cabeza... ¿Qué más se le podría ocurrir?, ya la tenía secuestrada, ya le habia jurado que la mataría, ¿De dónde salía ahora ese ferviente deseo de morir juntos?, ¿Por qué?.¿Que tan mal estaba su cabeza?...Tenía tantas ganas de llorar porque no entendía porque le estaba ocurriendo todo aquello. ¿Por qué cuando su vida era perfecta?, ¿Por qué cuándo lo tenía todo?...—¿De qué hablas?— le miró asustada. — Te juro que no beberé veneno, Jonas, si deseas matarme tendrás que ingeniarte otra manera. —Puedes negarte a beber el veneno si quieres, y juro que no te obligaré, pero... —sus ojos brillaron con una maldad que le caló hasta los huesos—cada gota de veneno que no bebas, irá a tener directamente a los biberones de tus hijos...—¡¿QUÉ?!— gimió horrorizada. —¡¿QUÉ DICES?!—Si bebés tu dosis diaria, ellos estarán bien, si te niegas a ingerirlo—sonrió— esa gota de veneno terminará en el pequeño cuerpo de alguno de tus hijos y
Después de hablar mucho con su hermana, y de entrar a la casa para compartir con los niños, Leonardo decidió irse a su despacho, quizás sumergirse en el trabajo le ayudaría a calmar el ciclón de emociones que daba vueltas en su interior. Había pensado, no trabajar aquel día, pero había cambiado de idea, nada mejor que el trabajo para distraerle...Estaba pensando en hacer remodelación de menú en uno de sus restaurantes principales, no un cambio radical, pero si queria incorporar algunos platillos extranjeros, y unas bebidas también, que agregaran ese toque aún más exótico a su restaurante.Debido a eso, estaba haciendo algunas averiguaciones, de modo que pudiese presentar algunas propuestas tanto al chef, como a su gerente de alimentos y bebidas, si todo resultaba bien, podría agregar esos cambios a los otro restaurantes.Estaba sumergido en su laptop, cuándo el sonido del celular lo sobre saltó, al sacar el artefacto observó el número de Eloise en la pantalla, cerró los ojos, negándo
Después de una amiga jornada en compañía de Michaell, Leonardo había decidido volver a casa, eran altas horas ya, y decidió pasar rápidamente por la habitación de sus hijos, tras cerciorarse de que dormían plácidamente, pasó de largo a su habitación, todo estaba oscuro y nada más entrar dió un largo suspiro. Cuándo llegaba la hora de dormir era cuando más lo embargaba la tristeza. —Pensé que no volverías nunca—Leonardo frunció el ceño, encendiendo la luz, se encontró a Giorgia sentada en el borde de su cama. —Giorgia, ¿Qué demonios haces aquí a estas horas?—Volví con Jeannette, pero ya era bastante tarde y como dijiste que podía quedarme...—Si, pero no en mi habitación— la miró con reprobación— por favor vete, quiero descansar. —No es mi intención hacerte enojar, Leonardo, pero...— de puso en pie y caminó hasta quedar frente a él — tengo tanta curiosidad por saber lo que ha ocurrido. —No es asunto tuyo, Giorgia, así que no te metas en mi vida. — ella sonrió. —Tienes un humor de
—Feliz tarde cariño, he venido para qué almorcemos juntos— Eloise lo miró sin expresión alguna. Jonas, se encargó de disponer los platos, los cubiertos de plástico desechable y dos vasos con jugo, dejando a una lado el envase de cartón del cual había servido. Comieron en silencio, en ocasiones Jonas hacía algún comentario sobre el sabor de la comida, o lo hermoso que estaba el clima fuera, mientras ella solo asentía, ingiriendo los alimentos. Cuándo terminaron, Jonas volvió a servir más jugo en los vasos y luego se giró hacia ella.—¿Qué sucede?— preguntó mirándolo con preocupación. —Ha llegado el día, hermosa mía. Iniciaremos nuestro camino —Eloise trago el nudo que se formó en su garganta. Jonas sacó un pequeño frasco, el cual abrió y le mostró— nuestra llave al paraíso— ella tembló internamente y lo vio depositar una gota en cada vaso— debemos beberlo todo, de esa manera nos aseguraremos de estar ingiriendo la misma dosis, cariño.—dicho aquello, tomó ambos vasos y caminó hacia e