—Feliz tarde cariño, he venido para qué almorcemos juntos— Eloise lo miró sin expresión alguna. Jonas, se encargó de disponer los platos, los cubiertos de plástico desechable y dos vasos con jugo, dejando a una lado el envase de cartón del cual había servido. Comieron en silencio, en ocasiones Jonas hacía algún comentario sobre el sabor de la comida, o lo hermoso que estaba el clima fuera, mientras ella solo asentía, ingiriendo los alimentos. Cuándo terminaron, Jonas volvió a servir más jugo en los vasos y luego se giró hacia ella.—¿Qué sucede?— preguntó mirándolo con preocupación. —Ha llegado el día, hermosa mía. Iniciaremos nuestro camino —Eloise trago el nudo que se formó en su garganta. Jonas sacó un pequeño frasco, el cual abrió y le mostró— nuestra llave al paraíso— ella tembló internamente y lo vio depositar una gota en cada vaso— debemos beberlo todo, de esa manera nos aseguraremos de estar ingiriendo la misma dosis, cariño.—dicho aquello, tomó ambos vasos y caminó hacia e
Eloise corrió desesperada en busca de la salida, no conocía el lugar y se sentía desorientada, corrió a través del largo pasillo, con el arma temblando en sus manos, de encontró llegando a un espacio abierto, sus ojos se movieron con rapidez... La puerta, allí estaba la puerta de salida... corrió y tomó el pomo, pero al girarlo, nada ocurrió...—Dios mío, no...— la angustia la hacía temblar. ¿Qué debía hacer, qué debía hacer?, barrió el lugar con la mirada, ¿dónde estaban las llaves?, volvió a intentar girar la perilla bruscamente, pero nada ocurrió, corrió a la cocina y abrió los cajones en busca de ellas llaves, en una de ellos arrojó el arma y lo cerró... Al abrir otra su corazón se aceleró, ¡Un manojo de llaves!, corrió de nuevo con desesperación a la puerta y comenzó a probarlas, una misión casi imposible pues sus manos no le ayudaban a lograrlo...—¡ELOISE!— aquel grito, era un rugido de furia—¡CON UN DEMONIO, VUELVE AQUÍ!— Jonas estaba realmente enojado, ella no quería pensar e
Eloise, sintió sus párpados muy pesados, le dolía la cabeza y gran parte de su cuerpo, el mareo la invadió, en cuanto abrió los ojos... reconoció que estaba en el hospital, el techo blanco al igual que las paredes, los pitidos de las máquinas que monitoreaban sus signos vitales, así como la mujer junto a ella...—Ha despertado—le regaló una tierna sonrisa— ¿Se siente bien?—Estoy mareada— tragó con dificultad— tengo mucha sed— la mujer sirvió un poco de agua, de una jarra que estaba junto a la mesa y la ayudó a ingerir el líquido vital para su cuerpo. —¿Mejor?—Si... ¿El hombre?... ¿El hombre que fue atropellado?—¿Es familiar suyo?—Mi ex esposo, y... mi secuestrador...—Le informaré al médico de guardia y el podrá darle toda la información necesaria.—El médico resultó ser un hombre jóven, de expresión seria pero mirada amable, se dedicó a revisar sus signos vitales, mientras ella impaciente esperaba una respuesta...—El hombre no tuvo tanta fortuna como la suya, señorita — dijo ser
Leonardo giró su rostro bruscamente hacia ella y miró directamente a sus ojos, como queriendo descubrir la mentira en ellos, su respiración se agitó mientras observaba su expresión de terrible dolor. ¿Secuestrada?— He atravesado cosas horribles, pensar en ti y en nuestros hijos me ha dado la fuerza para luchar por obtener mi libertad, solo necesito que me escuches— Leo, tragó el nudo en su garganta. —¿De qué estás hablando?— caminó rápidamente para acercarse a ella, mientras limpiaba las lágrimas en sus mejillas. —¡Me obligó a hacerlo, todo lo dije porque él me obligó, estaba secuestrada y amenazada!—Las palabras de Eloise taladraron en su cabeza, colándose en el interior de su ser...Ella gimió, extendió sus manos hacia él y le mostró los cortes en ellas, las heridas de sus muñecas, habían curado hasta casi desaparecer, pero podían apreciarse claramente. —¡Te juro que no voy a irme hasta que me dejes explicarte, necesito ver a mis hijos, Leo!— con manos temblorosas, Leonardo coloc
—¿Giorgia?— le preguntó mirándolo con una expresión de confusión—¿Qué sucede con Giorgia?—Está aquí... hospedada en esta casa, llegó con Jeannette...—explicó nervioso aferrado a su cintura, intentando no demostrar su nivel de angustia. —Bueno... eso no es ninguna gran novedad, así que me imagino que no es eso lo que quieres decirme. Leo, mi amor... ¿Qué te preocupa?, ¿Acaso me dirás qué estabas tan enojado que te comprometiste con ella?— lo miró con dolor. —¡Por supuesto que no, Eloise!—¿Entonces?... ¿Te acostaste con ella?—preguntó con dolor, un terrible silencio le hizo comprender a Eloise la situación, con una suspiro se alejó y se puso de pie— Así que es eso... Te acostaste con esa mujer— sus ojos mostraron dolor. —No exactamente, mi amor— se puso de pie y se pasó una angustiada mano por el cabello— no voy a negar que lo intenté, ella... bueno, se metió a la habitación en medio de la noche, yo estaba tan enojado que cuando me besó no la aparté, sino que le correspondí, ella se
Giorgia se marchó sin siquiera despedirse, con la espalda recta y arrastrando una enorme maleta, atravesó las puertas principales de la mansión, dejando atrás su amor y sus últimas esperanzas de tener una vida feliz junto aquel hombre que por tantos años había amado. Eloise y Leonardo, pasaron a la habitación de sus hijos, la niñera les aseguró que habían dormido sin problema, ellos los observaron en la cuna, sus rostros angelicales en un completo descanso, después de al menos media hora con ellos, se fueron directos a la habitación de huéspedes que Eloise escogió para usar. Leo la dejó para ir por su pijama y volver, cuando regresó, Eloise ya se había cambiado, colocándose una de sus lindas pijamas, mientras que sentada frente al espejo, peinaba su largo y oscuro cabello... Él se acercó hasta ella, y observando su reflejo sonrió. —Te amo, Eloise — después de aquello dejó escapar un largo suspiro, ella sonrió y se recargó contra él. —Si es al menos, la mitad de lo mucho que yo te
Tres meses transcurrieron rápidamente desde que Eloise había regresado a casa junto a los seres que amaba, su vida había vuelto a la felicidad habitual, a los días de amor junto a Leo y sus hijos, y las noches apasionadas en brazos del millonario que tanto amaba. Amaba la manera en la que Leonardo descubría diversas y nuevas maneras de amarla, la manera en la que descubría tantas y tantas formas de hacerla feliz. Él se había convertido en un fiel devoto de su cuerpo, de su amor, de la apasionada locura que encontraba en el ritmo que marcaban sus caderas... Quién podría imaginar que aquella historia de amor había iniciado una oscura noche en aquel bar, con una mujer traicionada, dispuesta a devolver el engaño, y un apasionado hombre que había encontrado su presa. Las cosas no salieron como esperaban, no, habían salido mucho mejor, habían enfrentado diversas dificultades, dolores, adversidades, pero todo había servido para poder afianzar un amor que a diario alimentaba su llama con be
Eloise, observó su imagen frente al espejo y parpadeó un par de veces ahuyentando las lágrimas que sin poder evitar llegaron a sus ojos. —¡Eres la novia más bonita del mundo!— exclamó Jeannette desde un costado. —Preciosa— afirmó Giulia.— mi hermano estará loco de felicidad en cuánto te vea. —sonrió con amabilidad — Gracias Eloise, Leonardo es mucho más feliz desde que llegaste a su vida. —De hecho, todos lo somos— suspiró Chiara— no solo haces feliz a mi hijo, sino que también nos entregaste a Florencia y a Enzo, sé que nuestra relación empezó bastante mal, pero estoy feliz de que lo hayamos solucionado, estoy feliz de que seas Eloise Pocaterra — a Eloise se le formó un nudo en la garganta ante las emotivas palabras de su suegra. —La relación con mis padres siempre fue difícil—dijo ella con voz temblorosa—no tengo hermanos, ni parientes muy cercanos, así que no imaginan lo feliz que me hace sentirme parte de ustedes. Les agradezco tanto cariño y...—¡No llores!— exclamó Giulia so