Michaell, entró al bar de su amigo, encontrandolo en la barra con un vaso con whiskey en las manos, y bebiendo de él a largos tragos. Quince días... quince días en los que su amigo, su hermano, estaba sumido en el profundo dolor de haber sido abandonado por la mujer que ama, consumido por la amargura y el dolor, su carácter se había agriado y siempre parecía estar de mal humor, trataba a todos los que le rodean con desprecio, no había en él una sonrisa o un gesto amable, su mirada era dura y solo lograba suavizarse al hablar de sus hijos. —Estoy aquí — dijo sentándose junto a él. —Ya era hora— contestó de mala gana, bebiendo de un solo trago el líquido ambarino de su vaso. —¿Por qué demoraste tanto?, ¿te estabas haciendo manicura y pedicura?— gruñó. —Será una noche larga— dijo Michaell, luego llamó al barman— dos Whiskys, dobles y sin hielo.— el joven asintió, alejándose para servir la bebida y poco después colocó dos vasos frente a ellos. —¿Cómo están mis sobrinos?—Muy bien— una
Eloise lo contempló con terror, Jonas no estaba nada bien de la cabeza... ¿Qué más se le podría ocurrir?, ya la tenía secuestrada, ya le habia jurado que la mataría, ¿De dónde salía ahora ese ferviente deseo de morir juntos?, ¿Por qué?.¿Que tan mal estaba su cabeza?...Tenía tantas ganas de llorar porque no entendía porque le estaba ocurriendo todo aquello. ¿Por qué cuando su vida era perfecta?, ¿Por qué cuándo lo tenía todo?...—¿De qué hablas?— le miró asustada. — Te juro que no beberé veneno, Jonas, si deseas matarme tendrás que ingeniarte otra manera. —Puedes negarte a beber el veneno si quieres, y juro que no te obligaré, pero... —sus ojos brillaron con una maldad que le caló hasta los huesos—cada gota de veneno que no bebas, irá a tener directamente a los biberones de tus hijos...—¡¿QUÉ?!— gimió horrorizada. —¡¿QUÉ DICES?!—Si bebés tu dosis diaria, ellos estarán bien, si te niegas a ingerirlo—sonrió— esa gota de veneno terminará en el pequeño cuerpo de alguno de tus hijos y
Después de hablar mucho con su hermana, y de entrar a la casa para compartir con los niños, Leonardo decidió irse a su despacho, quizás sumergirse en el trabajo le ayudaría a calmar el ciclón de emociones que daba vueltas en su interior. Había pensado, no trabajar aquel día, pero había cambiado de idea, nada mejor que el trabajo para distraerle...Estaba pensando en hacer remodelación de menú en uno de sus restaurantes principales, no un cambio radical, pero si queria incorporar algunos platillos extranjeros, y unas bebidas también, que agregaran ese toque aún más exótico a su restaurante.Debido a eso, estaba haciendo algunas averiguaciones, de modo que pudiese presentar algunas propuestas tanto al chef, como a su gerente de alimentos y bebidas, si todo resultaba bien, podría agregar esos cambios a los otro restaurantes.Estaba sumergido en su laptop, cuándo el sonido del celular lo sobre saltó, al sacar el artefacto observó el número de Eloise en la pantalla, cerró los ojos, negándo
Después de una amiga jornada en compañía de Michaell, Leonardo había decidido volver a casa, eran altas horas ya, y decidió pasar rápidamente por la habitación de sus hijos, tras cerciorarse de que dormían plácidamente, pasó de largo a su habitación, todo estaba oscuro y nada más entrar dió un largo suspiro. Cuándo llegaba la hora de dormir era cuando más lo embargaba la tristeza. —Pensé que no volverías nunca—Leonardo frunció el ceño, encendiendo la luz, se encontró a Giorgia sentada en el borde de su cama. —Giorgia, ¿Qué demonios haces aquí a estas horas?—Volví con Jeannette, pero ya era bastante tarde y como dijiste que podía quedarme...—Si, pero no en mi habitación— la miró con reprobación— por favor vete, quiero descansar. —No es mi intención hacerte enojar, Leonardo, pero...— de puso en pie y caminó hasta quedar frente a él — tengo tanta curiosidad por saber lo que ha ocurrido. —No es asunto tuyo, Giorgia, así que no te metas en mi vida. — ella sonrió. —Tienes un humor de
—Feliz tarde cariño, he venido para qué almorcemos juntos— Eloise lo miró sin expresión alguna. Jonas, se encargó de disponer los platos, los cubiertos de plástico desechable y dos vasos con jugo, dejando a una lado el envase de cartón del cual había servido. Comieron en silencio, en ocasiones Jonas hacía algún comentario sobre el sabor de la comida, o lo hermoso que estaba el clima fuera, mientras ella solo asentía, ingiriendo los alimentos. Cuándo terminaron, Jonas volvió a servir más jugo en los vasos y luego se giró hacia ella.—¿Qué sucede?— preguntó mirándolo con preocupación. —Ha llegado el día, hermosa mía. Iniciaremos nuestro camino —Eloise trago el nudo que se formó en su garganta. Jonas sacó un pequeño frasco, el cual abrió y le mostró— nuestra llave al paraíso— ella tembló internamente y lo vio depositar una gota en cada vaso— debemos beberlo todo, de esa manera nos aseguraremos de estar ingiriendo la misma dosis, cariño.—dicho aquello, tomó ambos vasos y caminó hacia e
Eloise corrió desesperada en busca de la salida, no conocía el lugar y se sentía desorientada, corrió a través del largo pasillo, con el arma temblando en sus manos, de encontró llegando a un espacio abierto, sus ojos se movieron con rapidez... La puerta, allí estaba la puerta de salida... corrió y tomó el pomo, pero al girarlo, nada ocurrió...—Dios mío, no...— la angustia la hacía temblar. ¿Qué debía hacer, qué debía hacer?, barrió el lugar con la mirada, ¿dónde estaban las llaves?, volvió a intentar girar la perilla bruscamente, pero nada ocurrió, corrió a la cocina y abrió los cajones en busca de ellas llaves, en una de ellos arrojó el arma y lo cerró... Al abrir otra su corazón se aceleró, ¡Un manojo de llaves!, corrió de nuevo con desesperación a la puerta y comenzó a probarlas, una misión casi imposible pues sus manos no le ayudaban a lograrlo...—¡ELOISE!— aquel grito, era un rugido de furia—¡CON UN DEMONIO, VUELVE AQUÍ!— Jonas estaba realmente enojado, ella no quería pensar e
Eloise, sintió sus párpados muy pesados, le dolía la cabeza y gran parte de su cuerpo, el mareo la invadió, en cuanto abrió los ojos... reconoció que estaba en el hospital, el techo blanco al igual que las paredes, los pitidos de las máquinas que monitoreaban sus signos vitales, así como la mujer junto a ella...—Ha despertado—le regaló una tierna sonrisa— ¿Se siente bien?—Estoy mareada— tragó con dificultad— tengo mucha sed— la mujer sirvió un poco de agua, de una jarra que estaba junto a la mesa y la ayudó a ingerir el líquido vital para su cuerpo. —¿Mejor?—Si... ¿El hombre?... ¿El hombre que fue atropellado?—¿Es familiar suyo?—Mi ex esposo, y... mi secuestrador...—Le informaré al médico de guardia y el podrá darle toda la información necesaria.—El médico resultó ser un hombre jóven, de expresión seria pero mirada amable, se dedicó a revisar sus signos vitales, mientras ella impaciente esperaba una respuesta...—El hombre no tuvo tanta fortuna como la suya, señorita — dijo ser
Leonardo giró su rostro bruscamente hacia ella y miró directamente a sus ojos, como queriendo descubrir la mentira en ellos, su respiración se agitó mientras observaba su expresión de terrible dolor. ¿Secuestrada?— He atravesado cosas horribles, pensar en ti y en nuestros hijos me ha dado la fuerza para luchar por obtener mi libertad, solo necesito que me escuches— Leo, tragó el nudo en su garganta. —¿De qué estás hablando?— caminó rápidamente para acercarse a ella, mientras limpiaba las lágrimas en sus mejillas. —¡Me obligó a hacerlo, todo lo dije porque él me obligó, estaba secuestrada y amenazada!—Las palabras de Eloise taladraron en su cabeza, colándose en el interior de su ser...Ella gimió, extendió sus manos hacia él y le mostró los cortes en ellas, las heridas de sus muñecas, habían curado hasta casi desaparecer, pero podían apreciarse claramente. —¡Te juro que no voy a irme hasta que me dejes explicarte, necesito ver a mis hijos, Leo!— con manos temblorosas, Leonardo coloc