Después de la cena, pasaron a un pequeño salón donde pudieron conversar un poco, muy a pesar de Giulia, su pequeño Andrea parecía encantado con Eloise, y disfrutaba estar cerca de ella y su barriga. —¿Qué tienes en la barriga?, ¿Estás enferma?, ?Te duele?—Eloise sonrió con ternura acariciando su oscuro cabello.—No estoy enferma, aquí —puso la mano en el abdomen—tengo dos bebés, serán tus primos y podrás jugar con ellos — le dijo con ternura— y no te preocupes que no duele, al menos mientras no les de por jugar al fútbol allá adentro. Chiara, no podía evitar mirar a su hijo, a pesar de haberle confesado su situación médica y de que ella deseara ayudarlo con todo su corazón, ciertamente no habían nada que ella pudiese hacer y eso era frustrante, sin embargo su Leonardo, parecía bastante tranquilo y relajado junto a ella, de hecho, sonreía de vez en cuando, sus ojos tenían un extraño brillo... ¿Tenía sentimientos hacia aquella mujer?... Esperaba que no, porque no estaba dispuesta a ren
Chiara, estaba en su amplia cama sentada, pensando en los acontecimientos del día, luchando contra la frustración de no poder hacer algo para devolverle a su hijo la salud... ella que le había dado la vida, que lo había protegido, que lo había visto crecer y convertirse en un hombre, ella que lo amaba más que a nada... ella no podía salvarlo. Suspiró de frustración. ¿Y qué decir de Eloise?, ¿Cómo debía comportarse con ella?, ¿Con respeto pero dejando clara su posición?, ¿Con la fría distancia del no reconocimiento?, ¿con la altanería?, ¿Que debía hacer?, por qué claramente debía pensar en todo, en sus futuros nietos, en su hijo, en los negocios, en los acuerdos con Gianluca, en Giorgia... la presencia de esa mujer lo complicaba todo. Un firme llamado a su puerta la hizo suspirar. —¿Quién es?—Soy yo, madre— la voz de Giulia llegó hasta ella—¿Puedo pasar?—Adelante, hija mía. — la vio ingresar a su habitación, tan parecida a ella, de hecho, de sus tres hijos, la las parecida era su
Florencia, encantadora ciudad, capital de la Toscana Italiana, lugar dónde surgió la confesión de dos almas que cargaban el peso de un amor no pronunciado, una amor que los estaba ahogando frente a la necesidad de ser dichas... Con el transcurso de los días, Eloise descubrió que Leonardo Pocaterra, era aún más encantador de lo que hubiese podido imaginar, y esta faceta de hombre enamorado le encantaba, después de confesarse su mutuo amor, Leo se había vuelto muy tierno, realmente cariñoso, la llenaba de constantes atenciones, de besos, de noche le hacía el amor con ternura ó simplemente le brindaba la protección de sus brazos. Solían salir a pasear, para que Leo le hiciera un recorrido por la ciudad que le vio nacer, la llevaba de la mano, mientras hacía maravillosos recorridos, lugares históricos que mostraban la hermosura del arte y el Renacimiento, nada más maravilloso que conocer lugares increíbles como; Piazzale Michelangelo, Gallerie Degli Uffizi, Piazza del Domo, Ponte Vecchi
—¿Se supone que ahora querrás ser su amiga?— preguntó con dolor. —Lo siento, Gi, no quiero hacerte enfadar. —Lo sé — respondió Giorgia mirando fijamente a su amiga—¿Qué significa eso, entonces?, ¿Has aceptado que esa mujer se quede con el corazón de Leonardo?, ¿Me darás la espalda Giulia?—preguntó con dolor. —Bien sabes que no— le tomó la mano y la presionó con cariño — te quiero muchísimo, jamás te daría la espalda, Gi. Intento mantener la mejor postura posible, debo asumir el hecho de que Eloise es la madre de mis futuros sobrino, eso no puedo cambiarlo, he podido compartir un poco con ella y descubrir que es una buena mujer...—Dime la verdad, Giulia— Giorgia la miró con ojos cargados de lágrimas — ¿Crees que Leonardo la ame?...—ella la miró fijamente, sintiéndose incapaz de romper el corazón de su amiga—¿Debo resignarme a que lo he perdido?— las lágrimas se deslizaron libremente por las mejillas. —No estoy preparada para renunciar a él. —Sé que es difícil, pero deberías plante
Leonardo solucionó los asuntos pendientes en el viñedo y salió de inmediato para la casa, con una enorme sonrisa dibujada en su rostro, estaba ansioso por ver a Eloise, por pasar tiempo con ella y con sus hijos... Eloise, había llegado y había llenado su mundo de colores, todo parecía más agradable, mucho mejor...Al entrar a la casa, se encontró con su madre que caminaba hacia la puerta principal de la casa. —¿Vas de salida, madre?— preguntó con tono cargado de amabilidad. —Si, hijo. Iré a visitar a Gianluca, está furioso con nosotros, con justa razón, y deseo apaciguarlo un poco.—No necesitamos de ellos, no sé por qué te empeñas en esforzarte por mantenerlos felices, en todo caso serían ellos los preocupados porque llevemos a cabo la sociedad. —No solo se trata de negocios, sino de años de amistad. Además, es natural que esté furioso, hijo mío, has menospreciado a su hija, Giorgia no hace más que llorar, Gianluca es un padre preocupado, la sociedad es cosa de segundo plano ahor
Leonardo comenzó a reír de felicidad... sus hijos, qué alegría, y esa dicha se la estaba dando Eloise, su adorada Eloise... Un segundo llanto agregó aún más felicidad... Miró a su amada a los ojos y ella sonrió a pesar de parecer muy cansada. —¡Santo Dios, que alegría!— exclamó Leonardo sin poder contener las lágrimas. — han nacido mi amor, nuestros hijos han nacido...—¿Quiere cortar los cordones, papá?— le preguntó el médico con una enorme sonrisa al observar la emoción de sus ojos, y las lágrimas de felicidad que lo inundaban. Papá, él ahora era un papá, su corazón se llenó de amor y orgullo. El padre de aquellas dos hermosas criaturas... Cuánto había cambiado su vida en aquellos minutos.—Por supuesto — respondió feliz, observó como limpiaban a sus hijos, mientras seguían ocupados en Eloise, evitó mirar allí, dónde se estaba realizando la operación, realmente se sentía muy agradecido con ella, por atravesar todo eso, para darle sus hijos... Pronto se acercaron dos enfermeras co
Giorgia sintió tanto dolor, con cada día que pasaba, crecía su desesperanza y la seguridad de que no podría recuperar a Leonardo, los recuerdos de sus encuentros la torturaba y la mantenían de pie, una extraña mezcla de añoranza y desconsuelo. La manera en la que él la tocaba, la forma en la que conocía su cuerpo, sus puntos más sensibles ...Hijos... ahora él tenía hijos con otra; Enzo y Florencia, ellos pudieron ser hijos suyos... Decidió que necesitaba un trago... o unos cuántos, salió de su habitación con rumbo al pequeño salón de su elegante casa, al llegar decidio que una copa de vino no aplacaría el fuego que la consumí, necesitaba más, mucho más que eso.—No es típico de mi, pero lo necesito—dijo con voz temblorosa, sirviéndose un poco de whiskey, el favorito de su padre, y tomándolo de un largo trago, el líquido le quemó por dentro, y aún así parecía no ser lo suficientemente fuerte como para apagar su dolor. Un segundo vaso, un tercero... mientras las lágrimas se deslizaban
Mara se dedicó a escribir, escribió y escribió, tomando las sugerencias de Jonas y añadiendo además las cosas que salían de su corazón. Era duro despedirse de Eloise, y esperaba realmente que ella pudiese perdonarla, y llegará el día en que la buscara y pudiesen hablar no solo de madre a hija, sino también de mujer a mujer y poder expresarle, lo muy arrepentida que estaba de haberla traicionado y lastimado, pero aunque quisiera no podía arrepentirse de amar a Jonas, no, él le había devuelto el deseo de vivir, las ganas de volver a enamorarse y había despertado en su piel, nuevamente el deseo. Estaba enamorada, si, enamorada como una adolescente y sabía que con esfuerzo podría explicarle a su hija y con esfuerzo, ella terminaría entendiendolo. Jonas volvió y le entregó el vaso, Mara sonrió y bebió,mientras seguía escribiendo y bebiendo, pronto a acabó la carta y suspiró—Terminé— dijo y parecía triste. Jonas, la tomó y leyó, mientras ella terminaba de beber, luego asintió.“Eloise, hi