Leonardo entró a su habitación, con un largo suspiro cerró los ojos, amaba a su hermana pero su regreso en compañía de Giorgia, solo lo había complicado todo... A pesar de haber hablado con Eloise, era obvio que estaba bastante tensa e intranquila... Tomó una larga y relajante ducha, en busca de algo que le ayudase a liberarse de todo estrés, salió del cuarto de baño y se colocó un pantalón de pijama, decidió secar su cabello con una toalla y dedicarse un poco al trabajo, tenía que firmar algunos papeles así que sin perder tiempo buscó su maletín y se dedicó a leer y firmar los muchos documento en él...No supo cuánto tiempo había pasado, pensaba que quizás un par de horas, pero afortunadamente acababa de colocar la firma en el último papel, lo llevó todo de nuevo al maletín y en cuánto lo hubo cerrado escuchó una conversación fuera de su puerta, frunció el ceño... ¿Qué estaba pasando?Presionó sus labios con fuerza en cuanto reconoció ambas voces femeninas, con un suspiro se dirigi
Jeannette, observó a su hermano con ceño fruncido, era evidente que estaba enojada... hasta podría decirse que furiosa, no entendía la actitud de Leonardo, ¿Cómo se atrevía a echarla de su casa?. —¡Pero si acabo de llegar!— se quejó enojada, mirándolo directamente a los ojos. —Lo sé, y no es por ti, pero haber traído a Giorgia, ha sido un desastre, pequeña. — le dijo con voz tranquila— están sucediendo cosas que desconoces y te prometo contarte todo, pero por ahora necesito paz y tranquilidad. Giorgia... lo mejor hubiese sido que no viniera.—Lo pude haber evitado si tan solo me hubieses dicho que vivías con una mujer embarazada. ¡Embarazada de ti!, ¡Leo!—gimió frustrada—¡Eloise me dará sobrinos, quiero conocerla mejor!, ¡No seas egoísta!—Volaré con ella a Italia, para unas largas vacaciones, pasaremos mucho tiempo juntos, lo prometo. —No puedes pedirme que me vaya ahora—hizo un puchero. —me quedaré un par de días al menos. —De acuerdo. Jeannette, te pido que no le digas nada a G
Eloise, observó la enorme y elegante casa frente a ella, sonrió llena de nervios porque sabía que allí conocería al resto de la familia de Leonardo, la familia de sus hijos. "Que todo salga muy bien, por favor, Dios mío"—No estés tan tensa— Leo la miró con una sonrisa— estoy a tu lado, mi querida Eloise. —No me sueltes o podría desmayarme— le advirtió riendo nerviosa. —Jamás te soltaría, siempre puedes contar conmigo, Eloise...Entraron al lugar, dónde se encontraron con personal de servicio que les dieron la bienvenida. Leonardo, les ordenó cargar las maletas a su habitación, asegurándoles que ella se quedaría con él, Eloise sonrió ampliamente, sabía que él lo hacía por los niños, para que pudiesen dormir tranquilos de noche, sabìa que sus hijos se tranquilizaban cuando tenìan su calor cerca, aún así, se sintió muy bien por el gesto, porque para guardar las apariencias bien pudo pedir una habitación. —Es bueno verlo de nuevo, señor Leonardo. —Lo mismo digo, Norma. Me alegra much
—Esta será nuestra habitación, Eloise— le dijo en cuánto ingresaron, ella suspiró intentando liberarse de la tensión que había adquirido al discutir con la madre de Leo. La habitación era preciosa, derrochaba lujo y esplendor, Jamás se imaginó estar en Italia, disfrutándo de la Toscana en compañía de su ardiente amante... —Es hermosa, Leo, tomaré una ducha antes de descansar. —Bien, yo iré con mi madre, mientras más pronto solucione con ella todo, mucho mejor. —Ha ido peor de lo que esperaba— suspiró. —A mi me parece que ha ido perfecto— la acercó a él, rodeando sus delicados hombros con uno de sus brazos— ha sido genial— sonrió— la manera en la que has respondido a sus provocaciones, no lo ha dicho, pero eso le ha gustado, saber que tienes coraje y astucia para responder a lo que dice. —Espero que antes de que nos marchemos, nuestra relación pueda mejorar un poco. —No te preocupes demasiado— le acarició la mejilla con la mirada puesta en sus hermosos ojos— de hecho, no te preo
—¿Te gusta?— preguntó la mujer emocionada, con un reconocible brillo bailando en sus ojos. —Es perfecto— Jonas sonrió— no es un auto lujoso— pasó las manos con suavidad sobre el volante— pero es perfecto. — miró a la mujer con un extraño brillo en su rostro, con él se me facilitará ir y volver del trabajo, todo será mas sencillo, y ademas— sonrió— podré ir a verte muy seguido. —Es justo lo que deseo, Jonas. Ahora deberíamos ir a dar un paseo por la playa. — sugirió con una enorme sonrisa. —Es una idea genial— sonrió malicioso— y luego... iremos a tu casa y te mostraré qué sucede cuando Jonas Smith, está agradecido— Mara sonrió. —¿Por qué no a tu casa? —preguntó en tono triste. —¡Bien sabes que vivo en una pensión de mala muerte!— gruñó, frunciendo el ceño. —Me desagrada que me hagas recordarlo a cada instante. —No es mi intención, cariño. Además yo no tengo problemas en conocer aquel lugar, por muy humilde que sea— le respondió con una sonrisa, mientras le acariciaba el mentón.
Después de la cena, pasaron a un pequeño salón donde pudieron conversar un poco, muy a pesar de Giulia, su pequeño Andrea parecía encantado con Eloise, y disfrutaba estar cerca de ella y su barriga. —¿Qué tienes en la barriga?, ¿Estás enferma?, ?Te duele?—Eloise sonrió con ternura acariciando su oscuro cabello.—No estoy enferma, aquí —puso la mano en el abdomen—tengo dos bebés, serán tus primos y podrás jugar con ellos — le dijo con ternura— y no te preocupes que no duele, al menos mientras no les de por jugar al fútbol allá adentro. Chiara, no podía evitar mirar a su hijo, a pesar de haberle confesado su situación médica y de que ella deseara ayudarlo con todo su corazón, ciertamente no habían nada que ella pudiese hacer y eso era frustrante, sin embargo su Leonardo, parecía bastante tranquilo y relajado junto a ella, de hecho, sonreía de vez en cuando, sus ojos tenían un extraño brillo... ¿Tenía sentimientos hacia aquella mujer?... Esperaba que no, porque no estaba dispuesta a ren
Chiara, estaba en su amplia cama sentada, pensando en los acontecimientos del día, luchando contra la frustración de no poder hacer algo para devolverle a su hijo la salud... ella que le había dado la vida, que lo había protegido, que lo había visto crecer y convertirse en un hombre, ella que lo amaba más que a nada... ella no podía salvarlo. Suspiró de frustración. ¿Y qué decir de Eloise?, ¿Cómo debía comportarse con ella?, ¿Con respeto pero dejando clara su posición?, ¿Con la fría distancia del no reconocimiento?, ¿con la altanería?, ¿Que debía hacer?, por qué claramente debía pensar en todo, en sus futuros nietos, en su hijo, en los negocios, en los acuerdos con Gianluca, en Giorgia... la presencia de esa mujer lo complicaba todo. Un firme llamado a su puerta la hizo suspirar. —¿Quién es?—Soy yo, madre— la voz de Giulia llegó hasta ella—¿Puedo pasar?—Adelante, hija mía. — la vio ingresar a su habitación, tan parecida a ella, de hecho, de sus tres hijos, la las parecida era su
Florencia, encantadora ciudad, capital de la Toscana Italiana, lugar dónde surgió la confesión de dos almas que cargaban el peso de un amor no pronunciado, una amor que los estaba ahogando frente a la necesidad de ser dichas... Con el transcurso de los días, Eloise descubrió que Leonardo Pocaterra, era aún más encantador de lo que hubiese podido imaginar, y esta faceta de hombre enamorado le encantaba, después de confesarse su mutuo amor, Leo se había vuelto muy tierno, realmente cariñoso, la llenaba de constantes atenciones, de besos, de noche le hacía el amor con ternura ó simplemente le brindaba la protección de sus brazos. Solían salir a pasear, para que Leo le hiciera un recorrido por la ciudad que le vio nacer, la llevaba de la mano, mientras hacía maravillosos recorridos, lugares históricos que mostraban la hermosura del arte y el Renacimiento, nada más maravilloso que conocer lugares increíbles como; Piazzale Michelangelo, Gallerie Degli Uffizi, Piazza del Domo, Ponte Vecchi