Isabella Holmes
Me lo como a besos como siempre he deseado en secreto, el tambien debora mi boca, haciendome sentir deseada, adorada...
Hago todas mis fantasias realidad en mi loca cabeza, me lleva a su casa y me alza en sus brazos apenas cruzamos el umbral de su puerta, hasta la habitacion.
En la mañana cuando abro los ojos, ¡me duele, todo el cuerpo!—ayyy— Me quejo, sujetando mi cabeza molesta por la luz del sol entrando por la ventana.
Abro, los ojos lentamente, tratando de acostumbrarme a la claridad, me siento en la cama y me doy cuenta de varias cosas; la primera, ¡no estoy en mi cama!,
La segunda ¡estoy totalmente desnuda!, la mancha roja en la cama y el dolor de mi entrepierna me revela que perdí mi virginidad borracha, ¡con un desconocido!
—Miro a un lado de la cama y el hombre ¡sigue allí! Y no es ningún desconocido ¡es el tirano de mi jefe! Andrew Cole que esta acostado y totalmente desnudo, con una sonrisa satisfecha en la cara,
Me alejo en shock, negando con la cabeza, hasta que caigo en el suelo golpeando mi trasero, la ropa de ambos está tirada por toda la habitación, el doctor da, media vuelta dejándome una vista privilegiada de su hermoso trasero, mientras abraza a la almohada como si fuese su amante de turno, ¡o sea yo!
Sacudo la cabeza ¡ese hombre es mi peor pesadilla! —¿Por qué me tuvo que pasar esto a mí?— Le preguntó a Dios en un susurro
— ¿Dónde estaba mi ángel de la guarda anoche?— Me pregunto a mi misma mordiendo mis labios para no gritar…
Miro en todas direcciones buscando algo para cubrirme, hasta que localizó el vestido plateado arrugado en el suelo, me lo coloco lo más rápido que puedo, recojo un zapato, cerca de la cama y el otro cerca de una puerta, me los llevo en la mano y huyo como la cobarde que soy, sin bragas, ¡no encontré mis bragas!.
El vigilante me ve salir y no dice nada, como si esto ocurriera con frecuencia, echo mi cabello sobre mi cara, rogando a Dios no toparme con un conocido,
—¡Que nadie me reconozca, que nadie me reconoza!—Exclamo, detengo un taxi, rápidamente y le doy la dirección de mi apartamento con ganas de llorar.
— ¿Una noche muy loca verdad?— Pregunta él con una sonrisa ridícula, a través del retrovisor, yo miro mi aspecto y no queda nada de la mujer despampanante de anoche, tengo ojeraas tan profundas y el maquillaje corrido ¡parezco un mapache!.
—Ni te imaginas. — Le respondo, luchando por recordar ¿Qué diablos pasó ayer? ¿como llege a los brazos del tirano!
Andrew Cole
Me duele la cabeza horrores, me pase de tragos pero recuerdo que la pase muy bien, escucho los jadeos y los gemidos de la mujer que traje anoche conmigo en mi cabeza definitivamente estoy alucinando.
Fue una de las mejores noches de sexo de mi vida, tanto que sin abrir siquiera los ojos tengo ganas de repetir, era tan estrecha, deliciosa...
Estiro, mi brazo buscando con mis manos la diosa con la que tuve sexo ayer… Pero no encuentro nada, en su lugar solo puedo sentir sábanas frías.
Por lo que me obligo a abrir los ojos pensando que quizás fue un sueño, pero una pequeña mancha de sangre en las sabanas me dice que no lo fue, estaba borracho, solo evoco su exquisita estrechez, ¡era virgen!, siempre huí de las virgenes, pensé que jamas podrían complacerme.
Su olor quedó impreso en las sabanas, lo aspiro respirando profundo, es la primera vez que lamento no despertar junto a la mujer con la que pase la noche, fue demasiado bueno para mi, cuando tomo la sabanas para llevarlas a la ropa sucia, me encuentro una pequeñísima tanga de encaje rosada y un brazalete, con las iníciales, IH...
Me pregunto si su olor fue una alucinación, debo parecer un pervertido pero aspiro el olor de la diminuta tanga de encaje en mis manos, —¡Dios! —suspiro, definitivamente este olor de mujer es real, que rico, es adictivo.
Voy a darme un baño y me doy cuenta que dejó más de un regalo para mí, cuando el agua cae en mi espalda me arde, me reviso y quedó con la boca abierta al ver arañazos grandes en toda mi espalda, también tengo en el pecho pero no son tan importantes ¡parece que me hubiese acostado con una gata literalmente!.
Ah, ¡pero anoche no me quejaba de nada!, voy a necesitar una crema para aliviar el ardor, no recuerdo todo bien, pero lo suficiente como para no renegar, nunca antes permití a una mujer que me marcara.
¡Estoy lleno de chupones por todos lados!, pero tengo la certeza que yo también chupe más de lo normal, literalmente ¡me la quería comer! su piel me resultó adictiva, lástima que se haya marchado sin despedirse, me hubiese encantado repetir aunque fuese una sola vez más.
Tengo unas enormes ojeras y es que casi no pegué un ojo en toda la noche, definitivamente fue una noche extraordinaria, lo poco que recuerdo…
—Masss. — Gemía ella cuando devoraba sus gloriosos pechos, me encanto comérmelos y lamerlos recuerdo un lunar entre ellos…Sacudo mi cabeza, miro la hora son las once de la mañana,debo pensar en otras cosas.
Apenas salgo de la habitación Alma, mi nana me pregunta— ¿Desea desayunar?—
—Solo café, por favor. — Ella pone mala cara, ella me cuida desde que era un niño, fue mi nana, y nunca me he separado de ella.
Me puedo follar a todo el mundo, pero tengo una regla de oro que no rompo por nada del mundo, nada de involucrarse con compañeras de trabajo, tuve una muy mala experiencia hace años y no pienso repetirla.
Ella quería más, pero fui incapaz de darselo, porque no creo en el amor, ni en el matrimonio y tampoco quiero tener hijos, toda la estabilidad que la Vivían quería era todo lo que yo odiaba, todo se volvió un infierno para los dos hasta que ella se casó por despecho con otro doctor y se fue de mi clínica, ¡gracias a Dios!
—Su café. —Expresa mi nana entregándolo, con el ceño fruncido.
—Gracias. — Respondo con respeto, no debe reprocharme nada, ¡soy independiente hace mucho! y ni a mis padres les rindo cuenta de mis actos.
—Debería comer algo, las personas normales no funcionan con alcohol. — Me reprocha, ella y mis padres son las únicas personas que no mandó a la m****a cuando me dicen ese tipo de cosas, el resto del mundo, pues no se atreven a opinar.
— ¿Viste a la mujer que salió de mi habitación hoy?— Cuestiono, sin responder a lo que me acaba de decir, no voy a discutir con ella, sobre cómo vivir mi vida, es mi vida después de todo.
— ¿No me diga que lo robo?, sabía que algo así le sucedería algún día, metiendo todo tipo de mujeres extrañas, en la casa.— Me pregunta, tapándose la cara escandalizada.
—Nooo, no es eso. —Respondo rápido, levantando la mano, para que no saque conclusiones erradas.
—Pues es lo que está buscando con su conducta desordenada, ¡metiendo a su casa toda clase de, de! — No le sale el insulto, cosa que me da mucha risa, trato de contenerme pero falló estrepitosamente
— ¿Mujerzuelas?— Cuestionó carcajeándome, al ver como se pone roja como un tomate por no querer pronunciar una mala palabra en voz alta...
—No, no la vi, se fue demasiado temprano, quizás su marido la estaba esperando en casa con los niños hambrientos. — Responde ella, haciendo una película en su cabeza, para que sienta remordimientos, nunca he obligado a una mujer a tener sexo conmigo.
—No tiene marido. — Respondo rápido y seguro.
— ¿Cómo lo sabes, viste sus documentos? ¿O la conoces de antes?—
—Era virgen.— Respondo, es estúpido sentirse bien por algo como eso, pero no puedo evitarlo, solo recordar el momento exacto en que entraba en ella, al sentir la barrera y romper esa barrera ha sido una experiencia inolvidable, ojala ella sienta lo mismo que yo ahora.
— ¡Madre de cielo pobrecita!— Responde ella sintiendo lástima por la desconocida.
— ¿Por qué dices eso de pobrecita?— Me quejo, incómodo.
—Es triste que se haya entregado a un hombre que no tiene buenas intenciones con ninguna mujer y que no piensa casarse nunca, que solo fue una noche de diversión para ti...— Me dice ella.
—Nana no seas tan anticuada, ¿puedes darme una pastilla para el dolor de cabeza? Siento que se me va a estallar. — Le explico y ella va a buscarla con una mueca de disgusto.
Hoy no tengo que ir a la clínica y pasó el día recordando fragmentos de la noche, pero por la oscuridad que había en la habitación no logró recordar del todo su rostro.
Me encierro en la oficina intentando concentrarme para realizar la compra de unos equipos especiales de resonancia magnética, y de un momento a otro en mi cabeza reproduce fragmentos de la noche anterior…
Dios que exquisita es esa mujer en todos los sentidos, su piel blanca, suave y firme, su olor, su voz, su estrechez, su calor, encontré todo lo que me gusta en una sola mujer…
—Hola. — Salude y ella como respuesta me agarró del cuello y me beso, me volví loco literalmente con ese beso
El maldito club tenía las luce oscuras, pero su boca es lo más adictivo que he probado en mi vida, literalmente me sacudió una corriente eléctrica apenas nos besamos, desde ese momento supe que esa noche sería mía,
¡No logro recordar todo! estaba muy borracho!, pero los gemidos, jadeos y suspiros eso lo escucho de forma nítida, en mi cabeza como si estuviera acá, al cerrar los ojos veo, su cuerpo y esos senos perfectos que me volvieron loco, recuerdo ese lunar en forma de corazón en uno de sus pechos.
Cuando abro los ojos me siento patético, solo en la oficina, frente a la computadora, y totalmente excitado como si fuese un adolescente, ¡por Dios!
Llamo a mi investigador, no me pienso quedar con las ganas más—Buenas tardes jefe a sus órdenes— Suelta mi investigador apenas responde.
—Necesito que localices a una mujer que salió de mi casa hace unas horas.— Él sabe cómo me gustan las cosas y sé que hará el trabajo rápidamente, nunca repito con una mujer, pero una vez no fue suficiente una noche no basta para mi, necesito volver a repetir...