Isabella Holmes Respiro profundo, cuando entro al baño, y me refresco un poco la cara, me estoy sintiendo mal, sacó un pañuelo de la cartera y cuando levanto la cara a través del espejo veo que el doctor Andrew — ¡Ahhhh! — Gritó, asustada al verlo entrar y cerrar la puerta rapidamente — ¡Qué de
Andrew Cole Llego a casa a las diez y media de la noche, me sirvo un vaso de whiskey, me siento en mi escritorio y evocó en mi memoria la época más oscura de mi vida, yo era el próximo heredero de la mafia No importaban los sueños, importaba ser fuerte e inteligente para sobrevivir, fui entrenado
—Eres una trepadora, muerta de hambre. — Me insulta. —Seré todo lo muerta de hambre que usted quiera, pero seguro que a usted ni su madre lo soporta. — Le digo bocona —Puedes engañar a otro, ¡deja a Valente en paz! — Ordena. —Yo soy una mujer libre me meto con quien me dé la gana. — Digo harta de
Isabella Holmes —Cuando voy con la muestra por el pasillo, escuchó el cuchicheo de mis compañeras, lo más seguro es que mis exámenes están en boca de todos en este momento, es increíble la falta de ética de algunas personas. —Perfil veintiuno del señor Cox, para ayer. — Digo seria, dejando el tubo
Isabella Jimmy me lleva a la universidad rápidamente y en el camino hablamos muchas tonterías, cuando voy a despedirme de él pregunta — ¿Tengo alguna oportunidad contigo?— Me muerdo el labio de forma que creo coqueta y suelto un –Tal vez. — — ¿Cuándo puedo verte de nuevo?— Cuestiona emocionado.
—Que le puedo decir doctor, las apariencias engañan. — Le respondo, sin detener el lápiz, ni levantar la mirada. —Acá también te vistes diferente. — Me susurra y es increíble como mi cuerpo reacciona a su cercanía, todo mi cuerpo se eriza y recuerdo perfectamente lo que es ser besada por él. — ¿Ti
Isabella Holmes — ¿Cómo te fue?— Me pregunta Eros, el chico con el que hago mis investigaciones grupales, está preocupado por mí. —No lo sé. — Respondí sincera, con la mirada hacia el suelo, no puedo creer lo que estuvo a punto de suceder allí, no pude pensar nada, era un ser irracional dejándose
—De ti absolutamente nada, bueno sí una cosa, que te alejes de Valente. —Me responde. —Déjeme en paz. — Respondo, y no abro la puerta y salgo, porque ya está manejando con exceso de velocidad. — ¿Cuánto quieres para alejarte de él?— Pregunta ofendiéndome como si mi amistad fuese interesada o estuv