«Esto es una locura» se dio cuenta de su propio tren de pensamientos, sorprendiéndose del cambio tan radical que ocurrió con su personalidad.Cuando el auto se detuvo, el chofer se bajó de inmediato para abrirles la puerta. Se posicionó de espalda a la ventana, para darles privacidad.―¿Quieres caminar? ―le preguntó en un susurro―. Puedo cargarte si lo deseas.―No, no es necesario ―respondió la pelirroja―. Puedo caminar. ―Pero aun así no se movió―Está bien ―aceptó Zeke, decidió quedarse inmóvil hasta que ella resolviera salir.No le disgustaba eso, tenerla tan cerca era el paraíso, podía tardarse lo que quisiera, después de todo, lo disfrutaba.Besó su frente, su mano se encargó de frotar la espalda de ella en círculos, y con la otra la sostuvo firmemente por la cintura, abrazándola.Diez minutos después ella se enderezó, su mirada parecía más enfocada y se dispuso a bajarse. La puerta se abrió sin que ninguno de los dos dijera nada, Nohemi salió, frunció el ceño al reconocer el luga
Al despertar le llevó un par de minutos recordar dónde estaba, las sábanas suaves y el colchón tibio eran atípicos para ella, sintió haber dormido en una nube. Adicional a eso, la habitación estaba en penumbras, así que pensó que aún no amanecía; para su sorpresa el reloj sobre la mesa de noche indicaba que eran las siete cincuenta de la mañana.Se sentó con mucho esfuerzo, el cansancio aún atenazaba sus músculos y amodorraba su cerebro, estaba a punto de volver a dormirse, no alcanzaba a identificar la última vez que durmió de ese modo: sin pesadillas, ni sueños vívidos; solo una larga y gratificante noche de descanso. No obstante, parecía que su cuerpo necesitaba mucho más de eso, porque le estaba costando obligarse a salir del lecho.Tras arrastrarse hasta el borde se percató de la rosa sobre la mesilla junto a una jarra de agua fresca y un vaso de cristal. Bebió dos tandas, descubriendo que estaba sedienta. Debajo de la flor encontró una nota escrita a mano, Zeke le indicaba que e
―Es imposible… ―musitó Nohemi en un susurro.Aquello escapaba de toda lógica y razonamiento. Ella era una científica, todo lo que no tuviese basamento en las leyes naturales era imposible de racionalizar.Miró a Charles en busca de ayuda, él era como ella, ambos se dedicaban a disciplinas serias; brujas, magos, dioses y personas que cambiaban de forma eran, como mínimo, disparatadas.Sin embargo, los ojos del doctor Turner eran diáfanos, su expresión apacible, él creía en todo eso.―Que no lo puedas entender a simple vista no lo hace imposible ―mencionó Camerina―. ¿Le habías contado a alguien sobre Morgan? ―el tono divertido le crispó los nervios a la pelirroja―. Al igual que sucedió con Zeke, yo vi cómo te desvaneciste en partículas de luz ―describió con ojos soñadores―, fue una vista muy hermosa, casi como si estuviese mirando a la propia diosa… ―susurró más para sí misma que para ellos―. Charles, podría decir incluso, que Nohemi es la mágissa más poderosa del mundo… Si no fuese cas
«¿Hacer el amor con Zeke?»Nohemi no era una mujer de piel extremadamente blanca, por eso cuando se sonrojaba no solía notarse tanto; pero en ese momento, tras escucharla, las imágenes de lo que ella creyó eran sueños volvieron a su cabeza y sus mejillas se tornaron en un encendido tono rojo.Zeke encontró su reacción divertida y adorable, Charles se aclaró la garganta un tanto incómodo, mientras Camerina sonreía emocionada; solo que esta pensaba más en las posibilidades de la propia pelirroja cuando por fin aceptara su naturaleza mágica.―Yo… ―Nohemi se detuvo, tal era su estupor que se quedó en blanco y no pudo decir nada.―Está bien, Nohe ―la salvó Zeke―. No tenemos que apresurarnos a nada, podemos tomarnos el tiempo necesario, yo sé que, para ti, esto es repentino, abrumador y difícil de aceptar.Después de eso, ella se excusó dispuesta a marcharse, sin embargo recordó que no tenía sus pertenencias. Los hermanos se retiraron de la mesa justo cuando ella anunció que se iría, Charle
Nohemi se escabulló del penthouse después de almorzar, para variar fue una comida regular, con temas de conversaciones típicos de cualquier persona.El sitio pautado para encontrarse no quedaba demasiado lejos del campus, un trayecto de diez minutos en auto era todo lo que llevaba; normalmente solía tomar un bus para llegar allí, pero en ese momento tuvo que detener un taxi.Faltando cinco minutos para la hora pautada, la pelirroja entró en el café. Agradeció el calor que proporcionaba el local, pues la ciudad había experimentado una caída drástica de la temperatura justo después del mediodía y el frío se intensificó. En la radio del taxi estaban especulando si ese año nevaría, pero su ciudad no estaba tan al norte como para disfrutar de un blanco invierno. A menos claro que sucediera una ola de frío, pero la última ocurrió cuarenta años atrás.Una camarera le preguntó qué quería beber apenas se sentó a la mesa; ordenó un chocolate caliente.―Sin malvaviscos, por favor.―Está bien, en
La gente de Midryt, LTD., abandonó el hotel del congreso el domingo al mediodía. Después de la reunión privada entre los cuatro CEOs, cada quien decidió diseñar su propia agenda privada; la más ambiciosa fue la de Artyom ―Tyoma― Novikov; que invitó a desayunar a los hermanos Baagh con la finalidad de dar el primer paso de su plan.Una vez en el avión, Tyoma se sumió en el mutismo, en apariencia concentrado en el trabajo. Midryt era el respaldo de muchas compañías de seguros por todo el mundo, así que la pila de pendientes solo se apiló durante los días que estuvo en la estúpida convención.Faddei sabía muy bien los motivos por los cuales su hermano estaba furioso; no solo no pudo llevar a cabo con éxito el asesinato de Zeke Karras, el Supresor Th tuvo buenos resultados, y si eso no era suficiente, el maldito sarnoso tenía tanta suerte que había encontrado a su basherte.Al menos antes, aún cabía la posibilidad de que el griego perdiera el control de la bestia.―Estaré en mi casa ―anun
Tyoma regresó a su mansión y duró tres horas en la tina de hidromasajes, el agua caliente corrió por su cuerpo, golpeando sus músculos, aliviando un poco el dolor que los atenazaba. Allí mismo comió y bebió como si hubiese estado perdido en una isla sin nada a su alcance durante una semana. Solo cuando se sintió un poco mejor, abandonó el cuarto de baño.Envuelto en una fina bata de dormir de seda, se dirigió a su estudio, un agradable y crepitante fuego caldeaba la estancia, el brillo de las llamas del hogar se reflejó en las solapas de su bata y sobre su torso desnudo. A duras penas lograba tolerar el roce de la tela del pantalón, y estaba que se arrancaba la estúpida cosa de los hombros.Irina se encontraba allí, sosteniendo en sus manos una bandeja con un largo vaso de vidrio lleno de vodka. Él se aproximó, tomó la bebida y conteniendo el gruñido de su garganta se acomodó en la butaca esponjosa al lado de la chimenea.―Ordena un vuelo a la India ―dijo, posando sus ojos en el fuego
Charles recibió un mensaje de sus subordinados directamente al chat del grupo, invitándole a que se uniera a la fiesta de Navidad del Laboratorio 3. Era una celebración improvisada que harían esa noche, ya que casi todos ellos tenían sus residencias de origen en otras ciudades. Por ejemplo, Megan era hija de un reconocido hombre de negocios de Ciudad Capital, fue la primera y la única de los Rogers que tomó un camino científico. Solo Max y Nohemi eran nativos de allí. ―¿Puedo ir? ―preguntó Camerina, parecía un hada traviesa bailando alrededor de él; en verdad era imposible deducir que eran hermanos, mucho menos que ella era la mayor de los dos. ―No, aunque ellos dicen que es una fiesta, es más una cena en algún restaurante ―respondió él. Luego la abandonó en la sala antes de que pudiese quejarse. Solo alcanzó a escuchar cómo lo llamaba aburrido. Al notar la ausencia de mensajes de la pelirroja, decidió buscarla en alguna de las tantas estancias del penthouse; el segundo piso consta