El tenedor que sostenía un trozo de pollo se quedó suspendido en el aire a mitad de camino entre su boca y el plato. A Nohemi le tomó alrededor de un minuto completo procesar su pregunta, luego su expresión cambió de la sorpresa a la confusión.―¿Qué? ―preguntó dejando el cubierto en el plato.―Sí, este pent house es tuyo ―explicó Zeke con naturalidad―. Lo compré para ti, es un obsequio ―dijo como si estuviese entregándole un caramelo―. Si no te gusta podemos mirar otros sitios, mi secretario me envió la información de otros tres lugares. ―Extendió la mano al aire y casi como por arte de magia una tableta plateada apareció en su mano, facilitada por la mujer que los recibió en la entrada. Él deslizó el dedo, luego depositó la misma en la mesa, empujándola gentil en su dirección―. Mira, esta son las otras opciones. No hay casas cerca de la universidad, así que solo buscó edificios residenciales. De todos, este es el mejor y está listo para mudarse.―Ya va, detén tus caballos un minuto
Abrió la puerta de su dormitorio a primera hora de la mañana, ya ni siquiera se sorprendía de ver a una mujer apostada frente a su cuarto, sosteniendo una bolsa que contenía su desayuno.―Buenos días, doctora Lund ―la saludó con cordialidad. La mujer poseía esa clase de belleza apacible, una que era agradable al ojo pero no destacaba. Siempre llevaba su largo cabello oscuro recogido, fuese en una trenza o en una cola de caballo, y su ropa formal ayudaba a que se mimetizara con su entorno, porque nada en ella llamaba la atención.―Buen día, Barb ―respondió, tendiéndole un vaso térmico con café―. ¿Cómo dormiste?―Muy bien, gracias por preguntar ―expresó afable. Tendió la bolsa en su dirección―. El desayuno de hoy es un emparedado. Práctico para comer en el auto.Ya no valía la pena quejarse, Nohemi rememoró la discusión con Zeke tras el ultimátum; cualquiera que los hubiese visto en ese momento pensaría que eran una pareja de larga data riñendo. Al final, ella abandonó el penthouse, fru
Como asistente personal / escolta de seguridad de Nohemi, Barb se encargó de recoger a las tres doctoras para ir al bar.El sitio escogido era tranquilo, un lugar más apropiado para conversar mientras se compartían unas alitas de pollo rostizadas y un tarro de cerveza espumosa. No estaba abarrotado de gente, en la pared del fondo se levantaba una tarima con una pantalla que invitaba a los más osados a cantar karaoke.Ellas se adueñaron de una mesa en el centro del lugar, justo de cuatro puestos, lo que aseguró que nadie iba a intentar ligar con alguna pues no tenían donde sentarse.La noche empezó bien, Nohemi de verdad estaba relajándose, compartiendo con sus colegas los planes para el futuro. Era desestresante hablar de cosas normales, como por ejemplo si pensaban continuar estudiando.―No lo sé ―respondió la pelirroja, remojando una alita en salsa picante―. No he pensado en ello, como siempre me he enfocado en el Supresor Th, me mentalicé a estudiar los doctorados necesarios.―Yo s
Zeke recibió el reporte de Barb, soltó un suspiro resignado y le indicó a la asistente, asignada por Calvin antes de marcharse, que aceptara la cena de esa noche.La Corporación Kappa poseía tres grandes ramas: La principal, el desarrollo de medicamentos y cosméticos; luego le seguían dos relacionadas con esa, número uno, el desarrollo tecnológico orientado de manera particular a la medicina (equipos avanzado de cirugía y estudios especiales) y dos, el entretenimiento.Esta última rama surgió gracias a la cosmética, con el único fin de manejar a sus propios artistas que se convirtieron en los embajadores de las diferentes marcas que competían en el mercado.Esa noche de viernes fue en representación de su hermana menor, quien dirigía Kap Enterteiment. Ella tenía sus ojos puestos en tres artistas que estaban por culminar sus contratos con sus respectivas agencias y deseaba reclutarlos a todos. Dos modelos ―uno masculino y uno femenino―, la tercera una actriz y cantante con cierta fama
«Esto es una locura» se dio cuenta de su propio tren de pensamientos, sorprendiéndose del cambio tan radical que ocurrió con su personalidad.Cuando el auto se detuvo, el chofer se bajó de inmediato para abrirles la puerta. Se posicionó de espalda a la ventana, para darles privacidad.―¿Quieres caminar? ―le preguntó en un susurro―. Puedo cargarte si lo deseas.―No, no es necesario ―respondió la pelirroja―. Puedo caminar. ―Pero aun así no se movió―Está bien ―aceptó Zeke, decidió quedarse inmóvil hasta que ella resolviera salir.No le disgustaba eso, tenerla tan cerca era el paraíso, podía tardarse lo que quisiera, después de todo, lo disfrutaba.Besó su frente, su mano se encargó de frotar la espalda de ella en círculos, y con la otra la sostuvo firmemente por la cintura, abrazándola.Diez minutos después ella se enderezó, su mirada parecía más enfocada y se dispuso a bajarse. La puerta se abrió sin que ninguno de los dos dijera nada, Nohemi salió, frunció el ceño al reconocer el luga
Al despertar le llevó un par de minutos recordar dónde estaba, las sábanas suaves y el colchón tibio eran atípicos para ella, sintió haber dormido en una nube. Adicional a eso, la habitación estaba en penumbras, así que pensó que aún no amanecía; para su sorpresa el reloj sobre la mesa de noche indicaba que eran las siete cincuenta de la mañana.Se sentó con mucho esfuerzo, el cansancio aún atenazaba sus músculos y amodorraba su cerebro, estaba a punto de volver a dormirse, no alcanzaba a identificar la última vez que durmió de ese modo: sin pesadillas, ni sueños vívidos; solo una larga y gratificante noche de descanso. No obstante, parecía que su cuerpo necesitaba mucho más de eso, porque le estaba costando obligarse a salir del lecho.Tras arrastrarse hasta el borde se percató de la rosa sobre la mesilla junto a una jarra de agua fresca y un vaso de cristal. Bebió dos tandas, descubriendo que estaba sedienta. Debajo de la flor encontró una nota escrita a mano, Zeke le indicaba que e
―Es imposible… ―musitó Nohemi en un susurro.Aquello escapaba de toda lógica y razonamiento. Ella era una científica, todo lo que no tuviese basamento en las leyes naturales era imposible de racionalizar.Miró a Charles en busca de ayuda, él era como ella, ambos se dedicaban a disciplinas serias; brujas, magos, dioses y personas que cambiaban de forma eran, como mínimo, disparatadas.Sin embargo, los ojos del doctor Turner eran diáfanos, su expresión apacible, él creía en todo eso.―Que no lo puedas entender a simple vista no lo hace imposible ―mencionó Camerina―. ¿Le habías contado a alguien sobre Morgan? ―el tono divertido le crispó los nervios a la pelirroja―. Al igual que sucedió con Zeke, yo vi cómo te desvaneciste en partículas de luz ―describió con ojos soñadores―, fue una vista muy hermosa, casi como si estuviese mirando a la propia diosa… ―susurró más para sí misma que para ellos―. Charles, podría decir incluso, que Nohemi es la mágissa más poderosa del mundo… Si no fuese cas
«¿Hacer el amor con Zeke?»Nohemi no era una mujer de piel extremadamente blanca, por eso cuando se sonrojaba no solía notarse tanto; pero en ese momento, tras escucharla, las imágenes de lo que ella creyó eran sueños volvieron a su cabeza y sus mejillas se tornaron en un encendido tono rojo.Zeke encontró su reacción divertida y adorable, Charles se aclaró la garganta un tanto incómodo, mientras Camerina sonreía emocionada; solo que esta pensaba más en las posibilidades de la propia pelirroja cuando por fin aceptara su naturaleza mágica.―Yo… ―Nohemi se detuvo, tal era su estupor que se quedó en blanco y no pudo decir nada.―Está bien, Nohe ―la salvó Zeke―. No tenemos que apresurarnos a nada, podemos tomarnos el tiempo necesario, yo sé que, para ti, esto es repentino, abrumador y difícil de aceptar.Después de eso, ella se excusó dispuesta a marcharse, sin embargo recordó que no tenía sus pertenencias. Los hermanos se retiraron de la mesa justo cuando ella anunció que se iría, Charle