Tyoma se alejó de la sala de conferencias, siguiendo el mismo camino que la pelirroja. Zeke no logró identificar muy bien si el desagrado que experimentó por el comentario se debía a que él aseguraba que la doctora Lund era su vínculo o si era porque le disgustaba que su enemigo jurado demostraba interés en un valioso miembro de su equipo.Sin embargo, una sonrisa burlona se pintó en su rostro al recordar que la joven doctora no parecía interesada en el CEO Novikov, por ende, era muy probable que todo lo que escupió el imbécil de Artyom solo fuesen patrañas.―Zeke, querido, ¿te encuentras bien? ―inquirió una voz conocida por él. Apretó el puño dentro del bolsillo de su pantalón y se giró sobre sus pies, encarando a la atractiva mujer que llamó su atención.Darika se acercó hasta el hombre en un andar elegante, con sus rasgos exóticos y piel bronceada, la atractiva joven emanaba un aire regio y sensual. La expresión en su rostro era de preocupación, él sabía muy bien por qué era así, d
―Es un cretino ―escupió la pelirroja, justo antes de tomarse de un solo trago la copa que tenía en la mano. Todos sus colegas los esperaban en el bar del restaurante, a la expectativa de los resultados que iban a mostrarles. Casi todos ellos obtuvieron los resultados deseados, tal vez con sus pequeñas variaciones, que entraban dentro de lo esperado; no obstante, lo que más llamaba su atención era el Supresor Th. Megan era una de las investigadoras asociadas, su participación, aunque minúscula, era notable. Ella se encontraba en un estado de nervios palpable, porque sabía que sus dos colegas estaban enfrentándose a una jauría de feroces hombres de negocios, que siempre tomaban más en cuenta el peso del dinero que el valor de una vida. Por esa razón, su cara se puso mortalmente pálida cuando Nohemi llegó hasta ellos, le arrebató su bebida e insultó de forma tan apasionada a alguien. ―¿Pasó algo? ¿Nos rechazaron? ―preguntó la morena, mirando a Max. Este negó con la cabeza, y eso produ
La cabeza de Nohemi daba vueltas de una forma violenta; tanto así que no alcanzó a registrar lo sucedido ni entre los brazos de quién estaba.―¿Se encuentra bien, doctora? ―indagó Zeke, un tanto preocupado por la mujer.Ella levantó la cabeza, entrecerró los ojos, como si intentara identificar a la persona que tenía delante, tras una breve duda, sus ojos se abrieron sorpresivamente, y después de unos segundos confesó en voz baja:―Tengo ganas de vomitar.El hombre enarcó una ceja, con mucho cuidado apartó a la pelirroja, y luego dio un par de pasos hacia atrás, poniendo una distancia prudente entre los dos. Le pidió que le indicara el número de su piso y Zeke presionó la pantalla cuando escuchó su contestación.―¿Siempre bebe así? ―preguntó con cierto tono de reprimenda. No era apropiado que una de sus empleadas se comportara de aquel modo.―No en realidad… ―respondió.Nohemi también se alejó hasta el otro extremo del elevador, apoyó su espalda contra la pared metálica buscando algo d
Normalmente, el nacimiento de un nuevo miembro de la familia era un motivo de celebración, en esa ocasión en particular, los Karras se encontraban en las nubes.Cuando una pareja vinculada concebía hijos, siempre pasaban un periodo de ansiedad a la espera de que manifestara la marca de la bestia; si esta no aparecía, la nueva familia podía mantener un estilo de vida convencional, pero si el bebé poseía la maldición, entonces debía decidirse si este pasaba a manos de la cabeza del clan o si la familia se dividía en dos, para mantener alejados a los infantes que no portaban la marca y poder protegerlos de sus pares que sí.Una triste realidad que todos debían enfrentar.Sin embargo, poco se sabía de lo que debían hacer si se concebía una mágissa.Por eso, cuando la tarde del viernes comenzaron a llegar un montón de personas desconocidas, en su mayoría mujeres, los Karras no supieron qué hacer.―Camerina… ―llamó Justine con un tono complicado―. ¿Qué hacemos ahora?―No tengo idea ―respond
Calvin observaba a su jefe con atención, dividido entre dos sentimientos: preocupación y frustración.Zeke tenía una hora mirando por la ventana del salón, sus ojos se perdían sobre el vasto cielo azul, concentrado en sus pensamientos. Ni siquiera probó los alimentos de su plato, ni le dio un sorbo a su café. Desde que había regresado a la habitación la noche anterior, parecía completamente ido.―La hija de Abraham y Karen nació sin complicaciones ―anunció con voz firme. Calvin apretó las mandíbulas, de verdad quería darle un puñetazo en su atractiva cara, a ver si de ese modo, conseguía regresarlo a la tierra. Soltó un suspiro―. Camerina me dijo que le pusieron el nombre de Morgan.―Pensé que tendría el nombre de la madre de Karen ―comentó el CEO con cierta indiferencia, giró su cabeza para encarar a su secretario―. Morgan Karras… ―moduló con suavidad―. Suena bien.―Mi esposa me dijo que el ritual de nacimiento fue un evento muy hermoso ―informó Calvin―. El nacimiento de una mágissa
Megan sacó de la cama a Nohemi a las ocho de la mañana. La pelirroja se levantó solo porque pensó que si no abría la puerta, su amiga la tiraría abajo y entonces tendría que compensar al hotel por daños a las instalaciones.―¡Vamos, Nohe! ―la apuró, arrancándole las mantas del cuerpo cuando se volvió a acostar una vez entró ella―. Tenemos muchas cosas por hacer para estar lindas para esta noche.―Déjame dormir… ―rezongó Nohemi, sentándose en la cama. Una cascada de cabello rojo ondulado cayó sobre su cuerpo.―Noup, ni loca, tenemos cita en el spa y la peluquería ―informó mientras veía a su mejor amiga restregarse los ojos con fastidio―. Vamos, Nohe, hay mucho por hacer: faciales, masajes, maquillaje, peinado…―¿Para qué quiero yo todo eso? ―inquirió de mal humor, encaminándose al baño―. Brian no está aquí, no tiene sentido que me arregle y me ponga bonita.―¡Y quién dice que uno se arregla para un hombre! ―vociferó la morena, sentada en la cama―. Uno se pone linda para una misma, Nohe
El salón de fiestas más grande del hotel era también el más elegante. Constaba de dos pisos y desde el segundo se podía ver hacia el primero. En esa planta, se podía disfrutar de los balcones que daban hacia uno de los jardines del lugar, y presenciar el espectáculo musical de la fuente que se encontraba en medio del jardín.Tyoma estaba sentado en su mesa en el segundo piso, degustando el Macallan 18 Double Cask que le llevó el camarero. Sus ojos paseaban sobre el mar de cabezas abajo, que iban de un lado a otro disfrutando del bufé. Él solo tenía un interés, por eso su atención siempre volvía al mismo sitio, esperando ver a cierta pelirroja que tuvo la osadía de golpearlo.Solo por instinto se pasó la lengua por la parte interior del labio, donde la noche anterior recibió un corte que lo hizo sangrar.Nadie lo había hecho sangrar antes, menos una mujer.Sonrió siniestro, dentro de Artyom Novikov se estaba desatando una batalla titánica, entre su deseo de destruir a la pequeña arpía
―Buenas noches, señor Karras ―saludó Nohemi tras el conato de infarto inicial. Suprimió todas las palabrotas que brotaron de su cerebro, irguió la espalda y se giró en dirección al hombre.La pelirroja tuvo que admitir que su imagen quitaba el aliento. Zeke Karras tenía unos ojos muy azules, el color era tan particular que no podías dejar de notarlos apenas lo mirabas. Después de eso, quedaba su rostro, de líneas fuertes y definidas, con cejas gruesas que reforzaban la mirada penetrante.Era una cara que te dejaba sin palabras.Ella forzó una sonrisa cordial, aunque por dentro sentía su estómago retorcerse. Olvidó por completo los modales y bebió la mitad del agua en su vaso en dos grandes tragos consecutivos. Zeke levantó una ceja al ver sus acciones, tuvo que suprimir la risa.―Buenas noches, doctora Lund ―devolvió él―. ¿Se está divirtiendo? ―Se sorprendió ante su reacción, ella comenzó a negar con la cabeza.―No en realidad ―contestó, tomó aire y lo expulsó.―¿Sigue extrañando a su