Normalmente, el nacimiento de un nuevo miembro de la familia era un motivo de celebración, en esa ocasión en particular, los Karras se encontraban en las nubes.Cuando una pareja vinculada concebía hijos, siempre pasaban un periodo de ansiedad a la espera de que manifestara la marca de la bestia; si esta no aparecía, la nueva familia podía mantener un estilo de vida convencional, pero si el bebé poseía la maldición, entonces debía decidirse si este pasaba a manos de la cabeza del clan o si la familia se dividía en dos, para mantener alejados a los infantes que no portaban la marca y poder protegerlos de sus pares que sí.Una triste realidad que todos debían enfrentar.Sin embargo, poco se sabía de lo que debían hacer si se concebía una mágissa.Por eso, cuando la tarde del viernes comenzaron a llegar un montón de personas desconocidas, en su mayoría mujeres, los Karras no supieron qué hacer.―Camerina… ―llamó Justine con un tono complicado―. ¿Qué hacemos ahora?―No tengo idea ―respond
Calvin observaba a su jefe con atención, dividido entre dos sentimientos: preocupación y frustración.Zeke tenía una hora mirando por la ventana del salón, sus ojos se perdían sobre el vasto cielo azul, concentrado en sus pensamientos. Ni siquiera probó los alimentos de su plato, ni le dio un sorbo a su café. Desde que había regresado a la habitación la noche anterior, parecía completamente ido.―La hija de Abraham y Karen nació sin complicaciones ―anunció con voz firme. Calvin apretó las mandíbulas, de verdad quería darle un puñetazo en su atractiva cara, a ver si de ese modo, conseguía regresarlo a la tierra. Soltó un suspiro―. Camerina me dijo que le pusieron el nombre de Morgan.―Pensé que tendría el nombre de la madre de Karen ―comentó el CEO con cierta indiferencia, giró su cabeza para encarar a su secretario―. Morgan Karras… ―moduló con suavidad―. Suena bien.―Mi esposa me dijo que el ritual de nacimiento fue un evento muy hermoso ―informó Calvin―. El nacimiento de una mágissa
Megan sacó de la cama a Nohemi a las ocho de la mañana. La pelirroja se levantó solo porque pensó que si no abría la puerta, su amiga la tiraría abajo y entonces tendría que compensar al hotel por daños a las instalaciones.―¡Vamos, Nohe! ―la apuró, arrancándole las mantas del cuerpo cuando se volvió a acostar una vez entró ella―. Tenemos muchas cosas por hacer para estar lindas para esta noche.―Déjame dormir… ―rezongó Nohemi, sentándose en la cama. Una cascada de cabello rojo ondulado cayó sobre su cuerpo.―Noup, ni loca, tenemos cita en el spa y la peluquería ―informó mientras veía a su mejor amiga restregarse los ojos con fastidio―. Vamos, Nohe, hay mucho por hacer: faciales, masajes, maquillaje, peinado…―¿Para qué quiero yo todo eso? ―inquirió de mal humor, encaminándose al baño―. Brian no está aquí, no tiene sentido que me arregle y me ponga bonita.―¡Y quién dice que uno se arregla para un hombre! ―vociferó la morena, sentada en la cama―. Uno se pone linda para una misma, Nohe
El salón de fiestas más grande del hotel era también el más elegante. Constaba de dos pisos y desde el segundo se podía ver hacia el primero. En esa planta, se podía disfrutar de los balcones que daban hacia uno de los jardines del lugar, y presenciar el espectáculo musical de la fuente que se encontraba en medio del jardín.Tyoma estaba sentado en su mesa en el segundo piso, degustando el Macallan 18 Double Cask que le llevó el camarero. Sus ojos paseaban sobre el mar de cabezas abajo, que iban de un lado a otro disfrutando del bufé. Él solo tenía un interés, por eso su atención siempre volvía al mismo sitio, esperando ver a cierta pelirroja que tuvo la osadía de golpearlo.Solo por instinto se pasó la lengua por la parte interior del labio, donde la noche anterior recibió un corte que lo hizo sangrar.Nadie lo había hecho sangrar antes, menos una mujer.Sonrió siniestro, dentro de Artyom Novikov se estaba desatando una batalla titánica, entre su deseo de destruir a la pequeña arpía
―Buenas noches, señor Karras ―saludó Nohemi tras el conato de infarto inicial. Suprimió todas las palabrotas que brotaron de su cerebro, irguió la espalda y se giró en dirección al hombre.La pelirroja tuvo que admitir que su imagen quitaba el aliento. Zeke Karras tenía unos ojos muy azules, el color era tan particular que no podías dejar de notarlos apenas lo mirabas. Después de eso, quedaba su rostro, de líneas fuertes y definidas, con cejas gruesas que reforzaban la mirada penetrante.Era una cara que te dejaba sin palabras.Ella forzó una sonrisa cordial, aunque por dentro sentía su estómago retorcerse. Olvidó por completo los modales y bebió la mitad del agua en su vaso en dos grandes tragos consecutivos. Zeke levantó una ceja al ver sus acciones, tuvo que suprimir la risa.―Buenas noches, doctora Lund ―devolvió él―. ¿Se está divirtiendo? ―Se sorprendió ante su reacción, ella comenzó a negar con la cabeza.―No en realidad ―contestó, tomó aire y lo expulsó.―¿Sigue extrañando a su
Nohemi intentaba con todas sus fuerzas divertirse con sus colegas. Megan le echaba vistazos de vez en cuando, atenta a las expresiones de su cara, ofreciéndole comida, rellenando su copa, haciendo chistes cada vez que podía.La primera etapa de la fiesta era la cena, sin embargo, según el itinerario, sabían que habría dos presentaciones esa noche. La apertura era un popular cantante, con millones de fanáticos y el cierre era una banda de rock clásico.Se notaba que el esfuerzo de la Corporación Kappa se centraba en las jóvenes promesas universitarias, más que en las viejas eminencias de la disciplina.Por eso, todos esperaban que apareciera el cantante, para poder ir a la pista a bailar, desestresarse y divertirse.―¿Qué le pasa a Nohemi? ―preguntó Max a Megan. Él se inclinó sobre su amigo Ronan para llamar su atención y susurrarle al oído. La morena giró su cabeza para responderle de la misma forma, evitando que su compañero escuchara su voz.―Nada, solo está cansada ―dijo, sintiéndo
A pesar de que los dos hombres se enfrentaban en una batalla silenciosa, la gente en torno a ellos los notó y se fueron alejando del trío.Nohemi jamás pensó que la persona que iría a su rescate iba a ser su jefe.Cuando sus ojos se encontraron en medio de la oscuridad, la pelirroja notó un brillo plateado en ellos, en ese momento pensó que era una ilusión óptica debido a las luces y láseres que usaban para amenizar el ambiente. No obstante, lo que sí no era una ilusión, era la energía fría y escalofriante que la estaba envolviendo.Mientras los dos titanes se enfrentaban, la doctora Lund volvió a su forcejeó, tratando de soltarse del agarre férreo en torno a su cintura.―Zeke Karras ―llamó Tyoma en un tono sarcástico―, no querrás crear un escándalo esta noche, ¿verdad? ―lo amenazó, fijando sus ojos sobre la mano de este.―No se convertirá en un escándalo si te comportas como una persona decente ―replicó el aludido, en voz baja y peligrosa―. En todo caso, todos aquí pueden atestiguar
Al principio, Nohemi no registró lo que sucedía, su cerebro se detuvo, sus pensamientos quedaron en blanco y sus labios se movieron por puro instinto.El beso estaba lleno de ternura, fue delicado, suave, incluso un poco dulce e inocente; fue como si estuviese besando por primera vez a alguien. A pesar de lo cálido y afable que era Zeke, los corazones de ambos palpitaban de manera violenta, haciendo eco en el pecho del otro, sincronizándose con naturalidad.Pero a medida que pasó el tiempo, él deseo un poco más; estaba hambriento y sediento de ella, por fin la tenía entre sus brazos, la mujer con la que estuvo soñando todas esas noches, la existencia que lo volvía humano, la única persona que podía salvarlo o… destruirlo.Por eso, su lengua decidió arriesgarse, tentarla, tanteando con cierta timidez, para que ella abriera sus labios y lo dejara entrar.Y casi lo consiguió.Sin embargo, la cordura regresó a la pelirroja y antes de que el beso se prolongara más, lo empujó, alejándose al