El salón de fiestas más grande del hotel era también el más elegante. Constaba de dos pisos y desde el segundo se podía ver hacia el primero. En esa planta, se podía disfrutar de los balcones que daban hacia uno de los jardines del lugar, y presenciar el espectáculo musical de la fuente que se encontraba en medio del jardín.Tyoma estaba sentado en su mesa en el segundo piso, degustando el Macallan 18 Double Cask que le llevó el camarero. Sus ojos paseaban sobre el mar de cabezas abajo, que iban de un lado a otro disfrutando del bufé. Él solo tenía un interés, por eso su atención siempre volvía al mismo sitio, esperando ver a cierta pelirroja que tuvo la osadía de golpearlo.Solo por instinto se pasó la lengua por la parte interior del labio, donde la noche anterior recibió un corte que lo hizo sangrar.Nadie lo había hecho sangrar antes, menos una mujer.Sonrió siniestro, dentro de Artyom Novikov se estaba desatando una batalla titánica, entre su deseo de destruir a la pequeña arpía
―Buenas noches, señor Karras ―saludó Nohemi tras el conato de infarto inicial. Suprimió todas las palabrotas que brotaron de su cerebro, irguió la espalda y se giró en dirección al hombre.La pelirroja tuvo que admitir que su imagen quitaba el aliento. Zeke Karras tenía unos ojos muy azules, el color era tan particular que no podías dejar de notarlos apenas lo mirabas. Después de eso, quedaba su rostro, de líneas fuertes y definidas, con cejas gruesas que reforzaban la mirada penetrante.Era una cara que te dejaba sin palabras.Ella forzó una sonrisa cordial, aunque por dentro sentía su estómago retorcerse. Olvidó por completo los modales y bebió la mitad del agua en su vaso en dos grandes tragos consecutivos. Zeke levantó una ceja al ver sus acciones, tuvo que suprimir la risa.―Buenas noches, doctora Lund ―devolvió él―. ¿Se está divirtiendo? ―Se sorprendió ante su reacción, ella comenzó a negar con la cabeza.―No en realidad ―contestó, tomó aire y lo expulsó.―¿Sigue extrañando a su
Nohemi intentaba con todas sus fuerzas divertirse con sus colegas. Megan le echaba vistazos de vez en cuando, atenta a las expresiones de su cara, ofreciéndole comida, rellenando su copa, haciendo chistes cada vez que podía.La primera etapa de la fiesta era la cena, sin embargo, según el itinerario, sabían que habría dos presentaciones esa noche. La apertura era un popular cantante, con millones de fanáticos y el cierre era una banda de rock clásico.Se notaba que el esfuerzo de la Corporación Kappa se centraba en las jóvenes promesas universitarias, más que en las viejas eminencias de la disciplina.Por eso, todos esperaban que apareciera el cantante, para poder ir a la pista a bailar, desestresarse y divertirse.―¿Qué le pasa a Nohemi? ―preguntó Max a Megan. Él se inclinó sobre su amigo Ronan para llamar su atención y susurrarle al oído. La morena giró su cabeza para responderle de la misma forma, evitando que su compañero escuchara su voz.―Nada, solo está cansada ―dijo, sintiéndo
A pesar de que los dos hombres se enfrentaban en una batalla silenciosa, la gente en torno a ellos los notó y se fueron alejando del trío.Nohemi jamás pensó que la persona que iría a su rescate iba a ser su jefe.Cuando sus ojos se encontraron en medio de la oscuridad, la pelirroja notó un brillo plateado en ellos, en ese momento pensó que era una ilusión óptica debido a las luces y láseres que usaban para amenizar el ambiente. No obstante, lo que sí no era una ilusión, era la energía fría y escalofriante que la estaba envolviendo.Mientras los dos titanes se enfrentaban, la doctora Lund volvió a su forcejeó, tratando de soltarse del agarre férreo en torno a su cintura.―Zeke Karras ―llamó Tyoma en un tono sarcástico―, no querrás crear un escándalo esta noche, ¿verdad? ―lo amenazó, fijando sus ojos sobre la mano de este.―No se convertirá en un escándalo si te comportas como una persona decente ―replicó el aludido, en voz baja y peligrosa―. En todo caso, todos aquí pueden atestiguar
Al principio, Nohemi no registró lo que sucedía, su cerebro se detuvo, sus pensamientos quedaron en blanco y sus labios se movieron por puro instinto.El beso estaba lleno de ternura, fue delicado, suave, incluso un poco dulce e inocente; fue como si estuviese besando por primera vez a alguien. A pesar de lo cálido y afable que era Zeke, los corazones de ambos palpitaban de manera violenta, haciendo eco en el pecho del otro, sincronizándose con naturalidad.Pero a medida que pasó el tiempo, él deseo un poco más; estaba hambriento y sediento de ella, por fin la tenía entre sus brazos, la mujer con la que estuvo soñando todas esas noches, la existencia que lo volvía humano, la única persona que podía salvarlo o… destruirlo.Por eso, su lengua decidió arriesgarse, tentarla, tanteando con cierta timidez, para que ella abriera sus labios y lo dejara entrar.Y casi lo consiguió.Sin embargo, la cordura regresó a la pelirroja y antes de que el beso se prolongara más, lo empujó, alejándose al
Zeke entró a la pequeña habitación lateral al salón de eventos. Era una sala exquisitamente decorada, bastante acogedora, que solía utilizarse para que los caballeros jugaran cartas. En el centro había una mesa de madera sólida, de color oscuro y superficie pulida, alrededor se encontraban cuatro sillas, tres de las cuales estaban ocupadas por tres caballeros que él conocía muy bien: COO Daivik Baagh, director de operaciones de Baagh, Co.; CEO Huang Di Kun, director ejecutivo de HD Med; y CEO Artyom Novikov, director ejecutivo de Midryt, LTD.Detrás de estos tres hombres poderosos se encontraban otras tres personas, los asistentes personales de cada uno de ellos, la única mujer estaba detrás de Tyoma.Cuando traspuso la puerta comprendió que había entrado a un nido de bestias, en el sentido más literal de la palabra. Las seis personas dentro eran theriones.―Gracias por venir ―dio la bienvenida Kun. Sus ojos rasgados eran apacibles, todo un contraste en comparación con los otros. ―No
Nohemi se encontró a sí misma en una especie de calabozo. Era un sitio extrañamente cálido, con paredes de piedra, entre las que crecían enredaderas y helechos, estos últimos colgaban del techo y tenían unas bonitas y diminutas flores amarillas que expelían un olor agradable y apaciguador.El piso era una cama de grama suave que hacía cosquillas entre sus dedos, la brisa mecía los helechos con suavidad, rozando de vez en cuando la punta de su nariz con una sensación cosquilleante.Lo que le daba la sensación de calabozo eran las barras metálicas que cubrían las distintas celdas; dentro solo había penumbras, pero la pelirroja sabía que en cada una de ellas se encontraba algo escondido, era peligroso, salvaje y oscuro.«Yo conozco este lugar…»Sí, eso era lo más desconcertante de todo; ese sitio extraño era familiar para ella.Deslizó sus dedos por la pared de roca, sabiendo que iba a encontrar musgo de un vívido color esmeralda que expelía un brillo mágico que iluminaba tenuemente todo
―Te estamos protegiendo.Esas fueron las palabras que el doctor Turner le dijo antes de marcharse. Nohemi intentaba por todos los medios comprender qué quiso decir con eso, no era una mujer muy imaginativa en realidad, así que su razonamiento solo alcanzó a concluir que todo se debía al CEO de Midryt.Eso hizo que se asustara mucho.En un rapto de coraje aupado por el alcohol, le dio un puñetazo, frente a un montón de testigos; incluso si él la había acosado noches atrás, solo era su palabra contra la del magnate. ¿Y quién era ella? Solo una estudiante de postgrado, sin familia ni contactos.Una hora después regresó el camarero para recoger las bandejas con la comida, la pelirroja a duras penas tocó la fruta, su único sustento durante esos largos minutos fue el café, que solo sirvió para ponerla más ansiosa; pero no pudo comer nada, su estómago no era capaz de recibir alimentos.Su teléfono sonó, la pantalla le informó que Brian la estaba llamando, le llevó menos de un minuto rechazar